"Ahora es así". "En el mundo de hoy es así". "En Europa se hace así". Hace años que venimos escuchando frases como estas, propias del relativismo que se viene imponiendo en nuestra cultura occidental y cristiana. Parece que las buenas costumbres, la familia y las tradiciones debieran ser aggiornadas. Lo del pasado hay que cambiarlo o eliminarlo sin evaluar si es bueno o no.
Lo único intocable en este Occidente decadente es la llamada democracia, que no siempre coincide con el equilibrio de poderes que propone el sistema republicano de gobierno. La dictadura de las mayorías. Sería una imprudencia o una locura que alguien osara pensar en otro tipo de gobierno para poner orden. Todo puede ser mutable, menos el sistema político del cual surgen las leyes y disposiciones que van cambiando nuestra cultura.
El relativismo impuesto por la ideología imperante y ejecutado por los políticos globalistas, encaramados en lugares de poder con la gran ayuda de las comunicaciones y de ciertos organismos internacionales, está erosionando aceleradamente los valores occidentales.
LAS COSAS POR SU NOMBRE
El progresismo es, en parte, responsable de los cambios culturales que se fueron produciendo en las últimas tres décadas. Ponerse de novios, casarse, tener hijos, no estarían siendo los objetivos principales de una gran parte de los jóvenes en estos tiempos. Según una encuesta realizada por la consultora Opinaia a fines de 2022, casarse es un objetivo poco enunciado, muy por debajo de viajar o conseguir un nuevo trabajo. La adolescencia ha estirado sus límites etarios. Hoy en día hay muchos que superan los treinta años y todavía ni piensan en formar una familia.
La convivencia fue borrando las diferencias entre el noviazgo y el matrimonio. "Vivo con mi novia" y si todo va bien, la convivencia reemplazará también al casamiento. Algunos optan, más adelante, por el invento de la unión civil, otros se casan. Cada vez son menos los que se ponen de novios sin convivir y luego se convierten en esposos.
Durante el gobierno de Alfonsín se estableció el divorcio vincular. Se pensó que de allí en más, muchos matrimonios optarían por él. En realidad, lo que aconteció es que la visión del matrimonio se devaluó. Por lógica consecuencia, hay pocos divorcios.porque hay pocos casamientos.
La idea es que hay que convivir para conocerse y si la cosa funciona seguimos, si no cada uno volverá a su estado anterior. Dicen: ¡Para qué papeles!
Cuando contratamos o compramos algo importante firmamos y nos hacemos cargo; ¿Cómo no lo vamos a hacer cuando decidimos formar una familia?
EL VALOR DETRAS DE LA COSTUMBRE
¿Casarse es solo una cuestión de costumbre? ¿Es solo un uso que queda bien para la sociedad? Si la costumbre no encierra un valor, queda en un simple formalismo.
Lo que hace que una tradición tenga sentido es que da sentimiento de unidad y de saberse asentado sobre una base, porque hay un valor detrás que la sostiene.
Más de una vez hemos escuchado que alguien no se casa porque no tiene el dinero suficiente para la fiesta. Si el sentido del matrimonio fuera solo un festejo o una vestimenta especial, poco se estaría valorando.
A amar con compromiso se aprende desde chicos. Cada vez menos padres se animan a educar a sus hijos en el valor del matrimonio, y ¡ni que decir sobre expresar desacuerdo frente a la convivencia transitoria! Parecen ideas de otros tiempos y a nadie le gusta parecer un anticuado.
Las leyes también enseñan. El actual Código Civil y Comercial de la Nación, ha vaciado de contenido el matrimonio civil: ni heterosexualidad, ni indisolubilidad, ni comunidad de bienes, elementos inherentes a lo que es la institución matrimonial. Quizás que permanezca la figura del matrimonio en el código solo sea para posibilitar la unión entre personas del mismo sexo. Dice Byung-Chul Han en La desaparición de los rituales que "las formas externas conducen a alteraciones internas" y así estamos.
¿ES BUENO O NO?
¿Por qué aceptar que todo cambio es positivo? ¿Estaba mal lo de antes? ¿Está bien lo de ahora? ¿Se hace porque la mayoría lo hace? ¿Siempre hay que hacer lo que se supone que hace la mayoría? ¿Se puede vivir en una gran ciudad sosteniendo valores y costumbres sin sentirse miembro de una secta, una especie de amish en la jungla de cemento? ¡Cuántas preguntas que invitan a la reflexión!
ES LA BASE
San Juan Pablo II dijo: "El hombre es esencialmente un ser social; con mayor razón, se puede decir que es un ser familiar". También sostuvo que "el futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz". La familia es la "base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por primera vez los valores que les guían durante toda su vida". Parafraseando a Chesterton: Quienes hablan contra el matrimonio no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen.
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