Opinión
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Adicciones más máquinas digitales

Australia acaba de prohibir el uso de redes digitales hasta los 16 años como una forma de poner límites a los gigantes tecnológicos que desde distintos instrumentos fomentan distintas patologías asociadas a ansiedad juvenil, trastornos de la imagen corporal, insomnio, distracción permanente, adicciones emocionales que fomentan las comparaciones constantes o sea parecería que estamos asistiendo a una erosión de la salud mental, de los déficits de atención que fomentan los problemas de concentración y por ende del desarrollo emocional dificultando todo el aprendizaje escolar; en fin, el Estado australiano ha comprobado la toxicidad de las redes digitales.
Esto también parece anunciar la derrota de la familia en la enseñanza de hábitos sanos para que no se transformen sus hijos en “esclavos” digitales quizás porque los mismos padres son, también, “esclavos digitales”. No se habla, cada uno en su “burbuja digital”. Mundo de espejos, pero no de encuentros.
Meta, TikTok, Instagram, etc generan una ganancia económica enorme aprovechándose a través de los logaritmos digitales que están diseñados para atrapar a millones.
La fragilidad emocional de muchos queda cautivada por logaritmos, aunque anteriormente este secuestro ya venía anticipado por un mundo familiar sin palabras, vínculos y afectos. La medida del gobierno australiano denuncia, sin decirlo, una ausencia familiar.

UNA SOCIEDAD DOMINADA
La unión de algoritmos digitales en una sociedad dominada por imágenes es profunda e invisible. Los algoritmos no solo muestran imágenes, sino que seleccionan, jerarquizan y repiten aquello que capta más atención y así la métrica algorítmica de los clics, los “like”, la permanencia de lo mismo generan “un enganche” (“engagement”) de la subjetividad que empieza a quedar secuestrada.
Ya no importa más que eso y todo lo humano queda a un costado en ese espejo que proporciona la placa de un celular, por ejemplo.
Así empezamos a quedar capturados con el pasaje de imágenes rápidas, reforzantes y con micro/ recompensas (en las apuestas de futbol hoy esto parece evidente y muchos pacientes, en otra esfera, quedaron atrapados por el “apalancamiento” a monedas digitales que prometen cada vez mayores ganancias).
Nos vamos entrenando hacia la inmediatez, la impulsividad y culminando, todo esto, con la dificultad de sostener deseos a largo plazo. Parece ser una droga más y en muchos las drogas activan aún más este circuito por los neurotransmisores que se van activando (sistema dopaminérgico).
Las métricas algorítmicas fomentan una subjetividad regulada desde afuera buscando obsesivamente los “like” (señal de aprobación) y el fracaso cuando aparece el no engagement (fracaso).

LA ATENCION Y LA MEMORIA
La atención y la memoria son las primeras funciones cognitivas que se van debilitando. La atención se fragmenta y no puede enfocarse en un problema fomentando la anhedonia atencional (la pérdida del placer para todo aquello que no apunte lo que marcan los logaritmos) que luego se puede confundir con depresión.
A su vez la memoria se empieza también a debilitar ya que la rapidez de las imágenes, una tras otra, impide la elaboración interna. El algoritmo de imágenes que se van repitiendo funciona como un aparato ideológico que decide que debemos ver, aquello que debe desaparecer y que es lo que debemos amplificar.

¿PADRES ESTAN?
Pareciera haberse acabado la cultura formada por padres, intelectuales y maestros, mientras van apareciendo con fuerza estos nuevos sistemas de recomendación.
Las páginas sexuales abundan y son contratadas mujeres en las páginas de “only fans” mientras “modernos masturbadores” desde el otro lado de la pantalla quedan seducidos y pagan en dólares su viaje perverso con imágenes y así surgen adicciones comportamentales que compulsivamente buscan imágenes eróticas y micro-videos que funcionan como una estimulación permanente. El sí mismo parece ya un concepto perdido ya que el sujeto es solo la apariencia que traduce la pantalla mientras se van debilitando lazos y vínculos humanos. Vamos perdiendo en esta maraña “especular” y con rapidez e inmediatez nuestra capacidad narrativa que es clave para edificar nuestra subjetividad.
Va desapareciendo el silencio interior tan necesario para una introspección que nos permita pensar y cambiar conductas en el medio de una maraña de chats, mensajes e imágenes repetidas y entonces no podemos recuperar la pausa y ya el otro y los otros empiezan a desaparecer quedando encerrados y aislados del mundo.
Llegamos a crear nuestro propio asilo desde jóvenes para culminar en una vida llena de imágenes y pobre de sentido y de vida interior. Surge un “nuevo autismo” encerrados en las burbujas digitales. Nos vamos transformando en más reactivos, más visibles, pero menos profundos, más estimulados, pero menos capaces de sostener un deseo, más conectados, pero menos vinculados.
Todo esto también anuncia una caída de las funciones parentales, del apego a los padres (función esencial para el desarrollo sano) por el uso excesivo de pantallas desde temprana edad estando como un lugar ausente el papel del niño cercano a los padres en los momentos fundamentales de la evolución humana.
El algoritmo de imágenes parece transformarse en el educador por excelencia en la postmodernidad familiar en muchas circunstancias en donde los adultos fallan en la función de juego, orientación, etc.

FRAGILIDAD EMOCIONAL
La función de sostén queda reemplazada por estímulos digitales y luego cuando el niño-adolescente tiene que confrontarse con la realidad aparece en su verdadera dimensión la fragilidad emocional de ahí que sea tan común ver hoy trastornos en la regulación emocional con ciclos de frustración que no pueden elaborar ya que parecen estar “domados” para un mundo de inmediatez. Es un ser humano “colonizado” por un mundo de imágenes y la irritabilidad permanente suplanta la mirada atenta y la escucha.
La réplica parece ser la sola respuesta. El “nosotros” familiar parece haber desaparecido como ha desaparecido la transmisión intergeneracional.
Los limites familiares y el poder simbólico de la autoridad quedan a un costado frente a las burbujas electrónicas que capturan al sujeto.
Todo esto fomenta una nueva forma de atender adolescentes y adultos ya que esta “captura” del sujeto por el mundo de los logaritmos de imágenes y las pantallas nos mueve a estudiar trastornos de conducta nuevos, déficit en la capacidad de simbolizar, atender, memorizar, vínculos poco profundos, evitativos y ansiosos como también dificultad de sostener proyectos y rutinas familiares.
La sexualidad se encuentra hiperestimulada con modelos sexuales intensos, pero sin vínculo entre intimidades con un “toco y me voy” como premisa para generar así vínculos superficiales que fomentan el vacío interior incesantemente. Sujetos que se pierden el amor con todo lo que esto significa para el desarrollo pleno de una personalidad.
Escuela, amigos, deportes, familia, instituciones parecen palabras viejas y sinsentido frente al poder atrapante de los logaritmos de imágenes. Y entonces el vacío nos domina, así como la vulnerabilidad preside nuestro encuentro frustrante con la realidad.