Opinión
Default humanístico

Adicciones: amar es dar lo que no se tiene

Una madre desesperada me busca desde una provincia en donde las drogas son una “mercadería” más en la venta diaria. Su hijo ha tenido siete internaciones psiquiátricas y no para de consumir. Quince días internado y afuera con un “alta mejorado” pero el consumo no para. Hace tramites desenfrenados en su obra social para que pueda ser derivado a nuestra institución. Mientras tanto pienso en el típico paciente adicto a la cocaína como droga prevalente acompañado por el alcohol y otras drogas de acuerdo con lo que el relato de una madre desesperada me narra.
Pienso, mientras la madre me relata en el “típico” paciente que está en “carrera” adictiva:
A) Tendencia al goce inmediato e inmediato.
B) Subversión de normas (me cuenta que se pelea en la calle y la comisaria es su segundo hogar).
C) El cinismo como forma de vida (ocultamiento y trampa como estilos diarios).
D) El narcisismo como “pared” que impide la escucha del otro.
E) La presencia cercana de la muerte por las conductas al límite de todos los días.
F) Progresiva extinción de sus capacidades neurocognitivas como la atención, la memoria, la comprensión, el juicio de realidad, memoria, capacidad de planificar, organizar, inhibir impulsos, resolver problemas y toma de decisiones erróneas y autodestructivas, razonamiento y pensamiento, etc.
G) Cuanto más se consume más aumenta el vacío y queda sometido a una “turbina” interminable de actos al límite de su vida. Pero detrás de este reclamo desesperado hay una historia de amor que se empieza a develar cuando empiezo a hablar con el paciente
.

HISTORIA DE AMOR
Cuando lo conocí parecería que el paciente estaba esperando alguien que lo escuchara. Me relata la extinción de sus vínculos familiares.
En realidad, la madre que me llamaba era la madre adoptiva o sea un “ser de luz” que lo adopto y lo hizo propio cuando la madre biológica lo había abandonado y cegada ella también por las drogas y conductas perversas sexuales que hacía frente a los hijos (ejercicio de la prostitución) y además vendía drogas.
La droga la conoce a través de la madre que se la daba a probar desde que tenía 13 años. Esta muere y del padre solo recuerda los golpes y el abandono temprano viviendo incluso a pocas cuadras. Me llega a decir que con su mamá adoptiva conoció el amor.
Siempre en el adicto parecería existir una demanda de “amor insatisfecha”. Un gran psicoanalista dijo y nos enseñó “amar es dar lo que no se tiene”. Creemos que amar es dar abundancia de regalos, objetos. Sin embargo, es acompañar, estar al lado, orientar, limitar, vincularse. De esta manera la madre adoptiva se convirtió en una señal identificatoria que le permitió renunciar al goce inmediato de la droga e ingresar en un plan terapéutico.
Este paciente nos muestra, quizás, el “ocaso de los padres” en muchos hoy y como esto acompaña distintas enfermedades psiquiátricas y fundamentalmente las adicciones. Los padres parecen haberse “evaporado” en muchos.
Rechazan el límite en la educación, el celular los mete en un mundo alejado de la realidad desde chicos, el placer desbordado los inunda. El “gozar” reemplaza al “deber”.
Todo esto se dio en la cultura con el cambio en la vida familiar en donde la evaporación de los padres destierra al vínculo familiar como lugar en que la vida se acoge y humaniza.
Después de la II Guerra Mundial quedan como estelas y paradigmas el “Padre Führer” (despótico, violento, loco y perverso en otros casos) que incluso nos acompaña hoy o “El Padre ha muerto” como lema del París del ´68 anunciando la caída del orden patriarcal.
Todo esto va acompañado de niños que crecen solos entre el despotismo violento y /o la falta de estructuras vinculares familiares que sostengan un desarrollo y una autonomía.

VOLVAMOS A TELEMACO
Telémaco mira el mar deseando que el Padre Ulises vuelva de la guerra. Lo necesita como orientador, modelo identificatorio nos narra Homero en la Odisea.
Ulises como Rey de Ítaca deben ir a pelear a la guerra de Troya pero Homero relata una historia de amor en donde el hijo (Telémaco) necesita del Padre y su madre Penélope le habla de ese padre ausente valorándolo y ratificando la paternidad valiosa de ese hombre que ha ido a pelear como una obligación.
Penélope durante 20 años mantiene la fidelidad a Ulises a pesar de ser acosada por distintos hombres y esto es también un ejemplo para Telémaco.
Cuando Ulises vuelve a Ítaca no lo hace como Rey sino como padre de Telémaco nos narra Homero. Es una historia de amor entre Penélope, Ulises y Telémaco.
Es quizás, para nosotros, una enseñanza sobre la fidelidad y de lo saludable de los vínculos familiares. El hijo necesitando del padre y la madre ratificando al padre. Historia simple pero forjadora de salud mental.
Esta “madre adoptiva” que nos buscó incesantemente y que en el argot popular se dice “dio vuelto cielo y tierra” hasta encontrarnos quizás necesitaba presentarnos a un hijo querido para que seamos padres en su evolución inconclusa hasta ese momento.
Por eso decimos que la comunidad terapéutica es -hoy- en muchos casos una “familia sustituta”.