"Abre tus Brazos" es un espacio solidario a través del cual Valeria Fernández Fatala quiso retribuirle a la vida tras haber ganado su primera batalla contra el cáncer, una enfermedad que, tiempo después, regresó de manera despiadada y fatal. Su madre, Graciela Fatala, continuó con el proyecto de “plazas blandas”, una iniciativa que ya lleva más de 23 años.
Cuando tenía 21 años, Valeria Fernández Fatala fue diagnosticada con un tipo de cáncer que suele afectar a los niños. En 2002, tras recuperar su salud luego de atravesar una cirugía compleja y un largo tratamiento, sintió el deseo de agradecer la nueva oportunidad de vida que había recibido.
Debido a que la enfermedad que padecía era propia de la infancia, todo el protocolo de atención era infantil y su tratamiento estuvo a cargo de un oncólogo pediátrico. Esto la llevó a sentir la necesidad de devolver lo que habían hecho por ella. Así nació la idea de crear un grupo de voluntariado para llevar adelante obras solidarias.
Esa idea se convirtió en "Abre tus Brazos", una asociación civil sin fines de lucro que comenzó con donaciones de Valeria al interior del país en una muestra de compromiso y amor. Más tarde, el proyecto alcanzó a las escuelas rurales y se expandió con las Plazas Blandas Valeria, espacios de juego en salas pediátricas de hospitales públicos y centros infantiles.
Estas plazas están presentes en los hospitales Piñeiro, Ramos Mejía, Pirovano, Santojanni, Álvarez, Fernández, Clínicas y Durand, así como en distintas comunas de la Ciudad. La última de ellas fue inaugurada en la Comuna 15.
En sus inicios, "Abre tus Brazos" impulsaba los talleres "Abuelitas y Abuelitos", en los que los adultos mayores arreglaban ropa y juguetes que luego se donaban a niños y niñas de distintos barrios. Posteriormente, se sumaron los proyectos "Jóvenes voluntarios" y "Por un alimento", además de la recolección de donaciones para los damnificados por las inundaciones que devastaron Santa Fe en 2003. Estas inciativas demostraron que el tren solidario iniciado por Valeria se extendía por el interior del país y llegaba a las comunidades más necesitadas.
Actualmente, la organización colabora con escuelas rurales en distintas provincias del país, enviando ropa, juguetes, instrumentos musicales, alimentos, útiles escolares y tecnología, además de desarrollar diversos talleres. En la Ciudad, continúan con sus Plazas Blandas, bibliotecas y espacios lúdicos.
En medio de este viaje solidario que Valeria disfrutaba plenamente, el cáncer regresó con crudeza. Falleció a los 29 años, pero su legado sigue vivo a través de la obra que, desde entonces, lidera su madre. Esta iniciativa se sostiene íntegramente gracias a donaciones privadas.
Valeria nació en el barrio de Almagro, donde vivió hasta su partida. Desde pequeña, solía visitar la Plaza Almagro junto a su madre y su hermana. Estudió en el colegio Inmaculada, fue profesora en el Club Almagro, donde también realizaba tareas solidarias en favor de la asociación.
Hoy, Graciela logró que en la Plaza Almagro, al lado de la calesita que su hija visitaba, se plantara un árbol en su homenaje, como símbolo de vida y reflejo de su espíritu solidario.