Espectáculos
El Colón recordó con dos eventos al innovador músico francés

A cien años de la muerte de Erik Satie


Satie: ‘Vejaciones’ (del viernes 14 al sábado 15), con múltiples pianistas. ‘Sócrates’ (el sábado 29), con Constanza Díaz Falú, soprano; Marcos Montes, narrador, y Fernanda Morello, piano. En el Centro de Experimentación del Teatro Colón.



Caracterizado por su desapego a las tradiciones, su libertad formal y expresiva y su impronta satírica, juguetona (nunca escribió óperas, cuartetos ni sinfonías), Erik Satie fue un compositor si se quiere heterogéneo, no encasillable estilísticamente, porque tuvo también una mirada hacia el medioevo, se lo ha sindicado como precursor del minimalismo y escribió además lo que podríamos denominar música seria.

El autor del vanguardista ballet ‘Parade’, tal vez su obra más célebre (con puesta de Cocteau, coreografía de Diaghilev y Massine, escenografía y vestuario de Picasso), había nacido en 1866 en Honfleur (Normandía), y falleció en París en 1925, centenario que el Colón evocó en estos días en su repleto Centro de Experimentación con jornadas dedicadas a dos de sus trabajos por cierto muy originales.

VEJACIONES

En este sendero, bien puede decirse que ‘Vejaciones’ (‘Vexations’) es una extraña composición (si se quiere anticipatoria de John Cage, Philip Glass y compañía), en la que una célula melódico-rítmica de dieciocho notas se reitera con variaciones tonales durante ochocientas cuarenta veces seguidas. Si bien Satie no indicó instrumento alguno, siempre se supuso que su destino más apropiado era el teclado. Algunos musicólogos han señalado que esta pieza debía ser entendida principalmente como burlona, mientras que otros críticos destacaron su carácter esencialmente místico. También se la ha llamado “música horizontal”. El título es enigmático. La única indicación que contiene la partitura, por añadidura, es “très lent”.

El propio Cage impulsó su primera audición, recién en 1963, en Nueva York, y en nuestro país, debido a sus obvias dificultades, nunca se había ejecutado. Haciendo honor a sus funciones, la división experimental del Colón abordó este trabajo ciclópeo agregando proyecciones de video, con el concurso de más de sesenta pianistas, que se alternaron cada diez minutos. Se trató de una verdadera maratón o carrera de postas, un agotador “tour de force” que se extendió de manera ininterrumpida por casi veinticuatro horas, con coordinación artística de Emanuel Fernández y Rodrigo de Caso.

SOCRATES

La segunda velada incluyó, en cambio, el estreno argentino de ‘Sócrates’ (‘Socrate’, 1919), una creación divorciada de toda la producción anterior de Satie. Inspirada por su mecenas, la princesa de Polignac (dueña de las máquinas de coser Singer), se trata también de una extraña composición, basada en ‘Symposium’ y ‘Fedro’, de Platón. Con traducción francesa de Victor Coussin, este retorno a la antigüedad clásica apunta, a plasmar páginas blancas y puras, según palabras del propio gran innovador e ícono inconformista galo.

En mérito a su duración no demasiado extensa, el concierto se integró asimismo con el solemne y reflexivo Epitafio de Seikilos (siglo I a.c.), para voz solista (cantado en griego), la deliciosa ‘Gymnopédie N° 1’ (1888), pieza tan conocida de Satie; ‘In a landscape’ (1948), de Cage, y la poética y por momentos brusca ‘Oda a una urna griega’, para piano y narrador (1950), de George Antheil (Keats: “la belleza que vive eternamente esculpida en el silencioso mármol de una urna griega”).

‘Sócrates’, ejecutada al final, se divide en tres partes, de las cuales sobresalen las dos iniciales, especialmente la del encantador paseo a orillas del río Ilissius, con sus acordes transparentes y sus atmósferas idílicas. La tercera, descriptiva de la muerte, se torna más larga. Toda la elaboración, en su contexto, exhibe una línea cantada que no pasa del recitativo declamatorio, y el piano se circunscribe sólo a comentar o apoyar el relato, con tañidos lentos incluso en ostinati, sin ir más allá. Esto es, que la depuración de la exposición, su rítmica lineal, la tesitura vocal por lo general en el sector medio la vuelven en ‘Mort de Socrate’ particularmente monótona, casi como una letanía dialogada (¿habrá sido quizás el efecto buscado?).

LA INTERPRETACION

En lo que hace a los intérpretes, cabe apuntar que Marcos Montes fue un narrador de sugestivos detalles y preclara locución, Fernanda Morello lució toque neto y diáfano y esmerada comunicatividad, y la soprano Constanza Díaz Falú reveló excelente dicción, ponderable fraseo, pleno de sutilezas y adhesión estilística. Con acertados vestuario de Matías Mene Moyano e iluminación de Ana Roy, el montaje, diseñado por Fernández en un ámbito enmarcado por parrilla, paredes y columnas negras, con un potente aro blanco de fondo, resultó atractivo visualmente y en sus reposados movimientos. Lo último: no hubo programas de mano. Un ahorro.

Calificación: Muy bueno

FOTO: GENTILEZA JUANJO BRUZZA