El rincón de los sensatos

Discutir con la vicepresidente

Desde casi siempre, pero de manera especial durante los últimos días, hemos tenido que oir las variaciones sobre un mismo tema que nos endilga la Vicepresidente de la Nación.

Digo oír y no escuchar porque semejante reiteración de argumentos apenas diferenciados por la improvisación, como circo de campo, abruma al punto de distraer la atención que significaría escuchar.

Lawfare, atentado, asociación ilícita gubernamental, persecución, víctima, son algunas de las figuras de una película reiterada hasta el deterioro. Y así como nadie definió a la asociación ilícita para robar al Estado como propia del Gobierno, sino como a la confluencia delincuencial de un grupo concreto de dirigentes y funcionarios que acordaron quedarse con lo ajeno; la Vicepresidente insiste en lo primero intentando salvarse. Así también se tergiversan sin explicación posturas que nos llevaron al borde del escándalo internacional como la insuflada mentira de la nunca probada contaminación de Botnia que, sostienen nuestros vecinos uruguayos, se inventó a modo de venganza por no haber logrado el porcentaje de "participación" económica que anhelaba la avaricia de Néstor Kirchner.

Política de oídos sordos, convencidos de la capacidad de horadar las inteligencias por vía de la reiteración.

Porque, mientras cada día está más claro que Cristina Fernández no va a escapar de ser condenada a pesar de los artificios de la procesalitis de sus abogados, más claro está también que seguirá negando la verdad hasta que ``la absuelva la historia''.

La maniobra es bien visible; pero lo importante sería saber hasta qué punto la institucionalidad del país va a ser vulnerada si acata este comportamiento patológico. Que de eso se trata.

Efectivamente, hoy el futuro de nuestra patria se juega alrededor de la más compleja de las categorías psiquiátricas clásicas, como es la de las personalidades psicopáticas. En síntesis: ¿puede alguien imaginar que se logre modificar la personalidad psicopática de un violador o de un cleptómano? Universalmente conocido, mismo desde la literatura, es el hecho de que aún después de largas internaciones con pretensión terapéutica los enfermos indefectiblemente recaen.

Por eso es ilusorio que se pueda discutir -dicho en su mejor acepción, como intercambio de ideas disidentes- con quien presente una personalidad psicopática que necesita del permanente conflicto, como la de la Vicepresidente. Ella va a repetir hasta el infinito sus argumentos nunca probados porque, tanto en lo personal como en lo general, está psiquiátricamente configurada para no aceptar alternativas. No vale la pena perder el tiempo.
Lo malo es que detrás de ese disparate sin arreglo se encolumna buena parte de la dirigencia política oficialista. Y todavía un poco de los votantes.