El grupo de la muerte de los poderosos

Levanten la mano todos aquellos que estaban seguros de que Alemania y España discutirían mano a mano el liderazgo del Grupo E de Qatar 2022. Es verdad: se ven muchas palmas alzadas. Se antoja lógico. Si se pidiera que repitan el gesto los que apostaban por Japón en el primer lugar, el panorama sería otro. Nadie en su sano juicio habría imaginado tamaño desenlace. Porque ningún fanático de este deporte imprevisiblemente atractivo que es el fútbol estaba en condiciones de predecir que esos equipos y Costa Rica integraban el insólito grupo de la muerte de los poderosos.

En algún momento de la frenética tercera jornada de la zona E hasta se dio una insólita combinación de resultados que dejaba al margen de la competición a españoles y alemanes. Sí, Japón y Costa Rica estaban accediendo a los octavos de final. Increíble, pero real. 

Las huestes de Luis Enrique brindaron algunos de los pasajes más atractivos que se vieron en los estadios del exótico país que alberga esta edición de la Copa el Mundo. Estaban ganándole a los asiáticos y le hacían un guiño más que cómplice a Alemania, que debía vencer a los centroamericanos para seguir en carrera. El escenario no hacía más que confirmar las presunciones de todos los autodeclarados sabios de este deporte.

La ventaja española desapareció a los seis minutos del segundo tiempo. Japón, ordenado, disciplinado, rápido para el contraataque y letal cuando se decide a pisar el área rival, revirtió el marcador. Los alemanes, por su parte, se habían distanciado muy temprano de los ticos, quienes, a fuerza de una ambición sorprendente y favorecidos por la inaudita decisión del DT de los europeos, Hans-Dieter Flick, de sumar más gente en ataque y desproteger su retaguardia, se pusieron 2-1. El suspenso se hacía angustiante.

La victoria transitoria de las dos cenicientas de la zona llegó a provocar un escenario casi absurdo: Japón y Costa Rica estaban dejando fuera de carrera a dos de las selecciones que integran el selecto grupo de ocho campeones del mundo. 

La escuadra que tiene en el arco al eterno Keylor Navas -y que había sido apabullada por España con un estruendo 7-0 en el debut- estaba consiguiendo una clasificación inesperada. Y su verdugo corría la misma suerte que los húngaros en 1982, cuando después de haber goleado 10-1 a El Salvador fueron testigos del acceso a la segunda ronda de Bélgica y Argentina. 

Flick modificó tantas veces el patrón de ataque en su duelo con los costarricenses que terminó encontrando la fórmula que necesitaba. Kai Havertz entró en escena y marcó dos tantos. Alemania no estaba perdida. Claro, dependía de que España, que parecía no estar tan incómoda con la derrota, se decidiera a igualar con Japón. Eso no pasó. Y pese al triunfo por 4-2 sobre los ticos, todo fue decepción. No una decepción cualquiera, sino una que se repite después del fracaso de 2018.  

Alemania imitó las pésimas campañas de Italia, campeón en 2006 que no sorteó las primeras fases de 2010 y 2014. Los ganadores del título de 2014 ya llevan dos frustraciones idénticas y consecutivas. Quizás a esta altura estén suplicando que el mal que aqueja a los azzurri no se apodere totalmente de ellos, pues eso significaría que ni siquiera podrían estar en las ediciones mundialistas de 2026 y 2030. Por suerte, el fútbol no siguen patrones establecidos.

Japón finalizó en la cima y con todos los honores. España lo escoltó y, tal vez, no debe estar tan apesadumbrada por la pérdida del invicto, ya que evitó encontrarse con Croacia en los octavos de final y se las verá con Marruecos, un adversario que, en los cálculos previos, infunde menos temor. Alemania se fue envuelta en la pena, una vez más. Y Costa Rica se despidió con el dolor de no haber podido terminar de darle forma a un milagro inesperado.

Levanten las manos los que están sorprendidos con este incréible Grupo E de Qatar 2022. Sí, ahora son muchos, una multitud. Todos fueron testigos del inaudito cierre del grupo de la muerte de las poderosos.