Otra vez tropezó con la misma piedra

Otra vez, Alemania tropezó en la primera fase de un Mundial. Otra vez, se quedó afuera como producto de una tarea decepcionante que estuvo marcada por los bajos rendimientos de sus futbolistas, especialmente en el ataque donde tuvo una marcada falta de recambio. Y con muchas dudas en una defensa que nunca dio seguridad.

El 4-2 ante Costa Rica, en el cierre del Grupo E, quedará apenas como una estadística olvidable para una pobre campaña de un equipo que nunca pudo despegar. Encima, la victoria de Japón 2-1 sobre España terminó de sepultar las pocas chances de avanzar a octavos de final que tenía antes del pitazo final.

El partido se desarrolló dentro de la lógica. Con los germanos yendo sin parar al ataque. Con Raum y Kimmich prácticamente como delanteros, subiendo al mismo tiempo. Más la habilidad de Musiala, a pesar de lo embarullado que es cuando tiene que resolver y de lo desviada que tiene la puntería cuando se encuentra de frente al arco. Con Gnabry mucho más participativo y la experiencia de Müller, aunque en una posición incómoda ya que tuvo que hacer las veces de 9 y no está acostumbrado a cumplir esa función. Esto, más la presión de Goretzka y de la línea defensiva hizo que la cancha sea un plano inclinado hacia al arco de Navas.

Sin embargo, el último cuarto de hora de la etapa inicial dejó expuesta la debilidad de los europeos en defensa. Y le dieron la certeza a los Ticos, de que si se animaban podían lastimar.

El segundo tiempo fue una locura. El ritmo del partido fue acelerándose cada vez más a medida que los goles japoneses empezaban a caer. Entonces, Hans Flick quemó las naves y mandó a Füllkrug, Gotze y Havertz a la cancha. Justamente, Havertz puso el 2-2 rápidamente y desde allí hasta el final, chocó contra su falta de definición. Es cierto, anotó dos goles más pero lo hizo cuando ya era tarde y por eso, se va de Qatar con la misma amargura de cuatro años atrás. Y con la misión de reencauzar el camino que parecía despejado de tormentas allá por 2014 cuando todo estaba, aparentemente, bajo control y con gran proyección a futuro. En realidad, no fue tan así.