"Estos parches permiten ganar tiempo pero no solucionan la situación cambiaria"

La brecha cambiaria genera distorsiones en la economía y alimenta el proceso inflacionario, advierte el economista Sergio Chouza. ¿Podrá el Gobierno evitar la devaluación? Es clave el prometido refuerzo de las reservas del Banco Central.

En tiempos difíciles es difícil tener escuderos. De toda la amplia gama de economistas con exposición mediática, buena parte de ellos de extracción liberal, tan sólo Sergio Chouza, un heterodoxo, ha sostenido el esfuerzo de defender la política económica del kirchnerismo. La postura, sobra decirlo, le ha valido el embiste frontal de sus colegas.

Pese a su clara identificación con la programática K, Chouza, director de la consultora Sarandí, sabe tomar distancia para analizar los fenómenos actuales con cierta perspectiva. La asunción de Sergio Massa como ministro de Economía y el paquete de medidas lanzado es una buena oportunidad para sondear su opinión y contarle las costillas al proyecto.

Por estas horas una de las preguntas que se impone es si el Gobierno logrará reforzar las reservas del Banco Central y, sobre todo, si Massa podrá evitar realizar una devaluación cuyo fin sería achicar la brecha, pero que se traspasaría con violencia a los precios. El punto de equilibrio es delicado, tal vez insostenible.

RESERVAS

-El drenaje de las reservas del Banco Central es constante. ¿Cree que el ministro Sergio Massa logrará conseguir los u$s 5.000 millones que prometió?

-Las posibilidades son altas. Por un lado un mecanismo de puente financiero por parte de las cerealeras exportadoras no es difícil pensarlo, así perfeccionado como está con esa modalidad de adelanto, que ni siquiera pasaría por el MULC, tendría sólo impacto sobre las reservas brutas por la vía de los encajes de los depósitos en dólares de las cerealeras. Lo veo probable. También la aceleración de la llegada de dólares por parte de organismos multilaterales. Lo que pasa es que son parches que te permiten pasar este último mes de alta estacionalidad de pagos pero que no solucionan la situación de insostenibilidad de la dinámica cambiaria. Hoy esa insostenibilidad está dada por la brecha cambiaria que genera distorsiones múltiples y una posición financiera a partir de la cual el sector privado siempre tiene incentivos a dolarizarse y a tratar de arbitrar esa brecha. Sobre todo los que tienen operaciones de comercio exterior. Con lo cual bienvenido sea que con los parches estos, generando el puente de liquidez en dólares para pasar agosto vamos a salir de un riesgo de escenario disruptivo, de una nueva corrida y que se precipiten las variables.

-Los meses cálidos que se aproximan exigen menos importación de combustible. ¿Eso le dará un margen a la nueva gestión?

-Eso es así y la verdad es que también cerca de fin de año es esperable que, aunque no tengan nuevos incentivos o no consigan nada en negociaciones con el sector público, el campo y buena parte de los arrendatarios ya tengan que liquidar alrededor de u$s 6.000 millones. Hay distintos cálculos pero uno diría que esa cifra es el diferencial entre lo que se cosechó en este año y lo que se había liquidado el año pasado. Hoy se explican por el efecto de la brecha y las expectativas de devaluación. El sector primario necesita comprar implementos, insumos, renovar maquinaria, y naturalmente hacia fin de año necesitan unos pesos. Uno tiene que pensar también que va a estar más restringido el crédito para el sector, las líneas de los bancos públicos y también el financiamiento de los bancos del mercado por el aumento de la tasa de interés. Para hacerse de esos pesos tendrán que liquidar.

-El incentivo del denominado dólar soja parece no haber servido de mucho. ¿Usted afirma que los productores van a tener que liquidar por necesidad?

-Claro. No todos, seguramente, pero sí van a acelerar respecto de estos meses que se mantuvieron en mínimos muy anómalos productos de las condiciones financieras imperantes. El dólar soja como incentivo superador en el contexto de brecha definitivamente no funcionó. El problema de fondo es que con esta situación cambiaria se puede dar un aliciente de un porcentaje, pero la brecha es tan elevada entre el dólar MEP y el dólar oficial, y eso hay que sumarle la segmentación que hacen los impuestos particularmente en soja, trigo y maíz, y así la brecha se va bastante arriba del ciento por ciento. Queda claro que por la vía del mercado, siempre que no sea estrictamente necesario para abastecerse de pesos para renovar lo mínimo indispensable para poder cultivar de cara al ciclo próximo, la liquidación se va a mantener en niveles muy bajos.

DEVALUACION

-¿Piensa que con esta brecha cambiaria el Gobierno logrará gambetear la devaluación?

-Parece haber una decisión política de estirarlo lo más posible, de no ceder, de no dar el brazo a torcer al respecto. Creo que el mecanismo de cerrar la brecha subiendo el piso es el peor que se puede elegir. Si hubiera una valoración de que esto no aguanta más, de que la macro está rota y hay que recomponer mínimamente los precios relativos, habría que animarse a dar un salto en el cual empezar a validar mecanismos para salir del cepo y salir por la positiva. Es decir que de a poco se empiece a reducir el techo. Porque por fuera del pánico y de las restricciones es difícil pensar que una cotización de equilibrio se parezca a los dólares financieros o al dólar informal.

-Generaría, además, un complicado efecto multiplicador sobre los precios.

-Eso sí, esa es la razón por la cual el Gobierno no toma la decisión y la vino postergando desde el día 1 hasta acá. Lo que pasa es que llegamos a un punto en el cual habría que preguntarse, en un año en el cual cerraremos con un 90% de inflación, ¿al final no tuvimos igual el efecto sobre los precios? Eso hay que preguntarse. Porque la brecha alimenta la dinámica inflacionaria también. Es expectativa de devaluación. Uno puede decir que muchos precios se fijan siguiendo al dólar oficial, pero este mecanismo de cepo no parece ser un ancla. No es por ideologizar la discusión, pero no es lo mismo que en 2015. En 2015, con una nominalidad viajando al 26% en aquel entonces, era otra la discusión sobre si los precios de la economía estaban atados al contado con liqui o al MEP, o al dólar oficial. No es la misma discusión que con una nominalidad que va a ser del 85 o 90% a fin de año. No tiene sentido pensar que la gran mayoría de los precios de la economía están preceados al dólar oficial si se cierra el año con un 85% de inflación. Si el dólar oficial este año se va a mover en la zona del 50%, ¿cómo se explica el otro 35% extra?

-¿Piensa que en una segunda etapa se arme un programa más clásico antiinflacionario para empezar a bajar este proceso?

-No lo sé porque no sé qué grado audacia va a tener el Gobierno para hacer esas transformaciones que son más costosas. En el sentido de que tiene riesgos asociados. Cuando se anuncia un programa de prudencia fiscal y monetaria eso no tiene riesgos, va a ser valorado positivamente. Pero si quieren hacer algo más agresivo, no sé. La única forma de salir de esto es con un plan de estabilización sino habría que pensar mecanismos a diez años vista para salir de una inflación del 90%. Con un plan de estabilización como fue el Plan Real en Brasil o como fue la normalización después de la alta inflación en Israel, puede ser. Salieron con planes, eso está estudiado. Son planes más de shock que el gradualismo. Con la política que vino aplicando Cambiemos en su última etapa y este gobierno en toda su gestión, reducir niveles del 90% de inflación con gradualismo parece muy difícil, puede llevar una década. ¿Qué es el gradualismo? Son las buenas intenciones de vamos a ordenar la macro, vamos a generar una convergencia fiscal y un orden monetario, vamos a equilibrar la cuenta del sector externo y la dinámica de reservas, y de a poquito así, generando mayor confianza los precios relativos se van normalizando solos. Eso desde el argumento es interesante, lo que pasa es que después viene un shock externo y te lo parte al medio; viene una tensión política y te lo parte también; gana otro gobierno y te lo parte. Eso descansa sobre una serie de supuestos que nunca se cumplen. Le pasó a Guzmán.

ACTIVIDAD

-¿El sendero de prudencia fiscal puede tener algún efecto recesivo en la economía?

-Me parece que la tensión sobre la actividad hoy está más vinculada a las distorsiones financieras, en particular a la de la brecha cambiaria, que a la voluntad del Ejecutivo de expandir o a su prudencia a la hora de restringir el gasto. Porque hoy el riesgo más grande es que la volatilidad retrase tomas de decisiones en el sector privado y planes de inversión más que lo que se puede promover en términos de actividad con el esfuerzo presupuestario del sector público. De hecho, si se ven los números de actividad de los últimos meses el año está empardado. Hasta el último indicador, que fue el de mayo, está 0,5% arriba. Ni 1% arriba respecto de diciembre. Estamos en una dinámica de serruchito: un mes para arriba y otro mes para abajo. Y estamos prácticamente a la par. Eso se dio en un contexto de gasto público fuertemente expansivo, el de la primera parte del año. El gasto público subió 11,6% por arriba de la inflación. Ahí nos damos cuenta de que en este contexto financiero y cambiario tener una política fiscal bien expansiva no estimuló los niveles de actividad en forma suficiente.

-En la semana salió el dato de Industria y Construcción. El primer sector siguió creciendo pero el segundo cayó con respecto a junio. ¿Es una señal del freno de la obra pública?

-Puede ser. Tiene sentido que se empiece a ralentizar un poco eso y que se posterguen algunos planes en el sector privado por la mayor rigidez de las condiciones financieras. Se ejecutó en junio un aumento de la tasa de interés. Siempre igualmente es bastante reacio a hacer una sobre interpretación de los indicadores en el minuto a minuto o el mes a mes. El hecho de que bajara la Construcción pero subiera la Industria deja en claro que no es un patrón. En general suelen ir de la mano. En lo general, a nivel de actividad, donde industria y construcción son dos de los principales motores, está habiendo una ralentización. Pero esto no significa entrar en un ciclo recesivo, pero ya las velocidades de furor del 2021 no existen más. Creo que el Gobierno hoy firma seguir parejo, en una zona de neutralidad y que no se desplome. No son malos niveles de actividad. La industria tocó máximos desde 2017. Si se frena en estos niveles no está mal.

-¿Qué valorización hace del canje de bonos?

-Eso es muy bueno. Ahí hicieron lo que tenían que hacer. Tenían una base del sector público en el orden del 55%, así que 30% restante lo explican bancos, instituciones e inversores calificados. La verdad es que esto recorta enormemente los vencimientos del próximo trimestre, que quedan despejados sin riesgos de no poder rollear. Ahora obviamente hay que subir un poquito más la vara porque para que cierre el programa financiero se necesita un rolleo promedio en la zona del 150% y ahora estamos en 120% promedio en lo que va del año. Igualmente esta es una excelente señal. Es la demostración de que si dan un caramelo que es tentador, el mercado lo agarra. No es que ahora van a ir automáticamente y de forma descontrolada a correr a la brecha como si no hubiera mañana. Les dieron un papel que es recontra codiciado porque brinda cobertura contra todo. Y no les suma en la posesión de moneda extranjera. Esa es la salida como para no tener contratiempos en el programa financiero de corto.