Recuerdos de la caída del Muro de Berlín

Por Pedro Cornelio von Eyken (*) y Mariela Katrin Ferrón (**)­

­­Esta es una evocación conjunta de la caída del Muro de Berlín. Los dos autores, el entonces cónsul adjunto de Argentina en Hamburgo y una alumna de escuela primaria en Moscú, cuyo padre cumplía funciones en la embajada argentina en esa ciudad, vivieron ese momento de la historia alemana y europea de maneras diferentes y con edades distintas. Entre 2012 y 2016, ambos autores cumplieron funciones en la misma Dirección de Europa de la Cancillería argentina.­

Hace casi 33 años, el 9 de noviembre de 1989, se derribaba el Muro que había dividido la capital alemana durante 28 años. El Muro no solo dividía una ciudad. Simbólicamente también dividía al mundo bipolar con dos referentes de gran peso, Estados Unidos y la Unión Soviética. Su caída posibilitó nada menos que la reunificación alemana, la desaparición de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría.­

El autor estaba en Hamburgo, su primer destino en el exterior, desde diciembre del 86. Ya había visitado las dos partes de Berlin más de una vez. El contraste era notable entre ambas partes de la ciudad, en varios aspectos. En Berlín Oriental era de rigor visitar el Pergamon Museum. Hamburgo se halla a 290 km de Berlín, distancia que por entonces se recorría en poco más de tres horas de automóvil. Durante el trayecto germano-oriental la velocidad máxima era de 100 km/h pero en el resto de Alemania el carril izquierdo de las autopistas no tiene límite de velocidad. La chatura, el color gris que imperaba del lado oriental, el atraso tecnológico y la seguridad de que los extranjeros, especialmente los diplomáticos occidentales, eran cuidadosamente observados, eran algunos de los contrastes visibles al cruzar al sector oriental.­

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EL PROCESO DE LA CAIDA­

La emocionante vivencia del momento se compartía en toda Alemania. Enseguida empezaron a llegar a Hamburgo los alemanes orientales, en tren o en sus autos Trabant con motor de dos tiempos. Se distinguían de lejos por su ropa y compraban todo lo que podían con los 150 marcos que la República Federal les entregaba al cruzar la frontera. Conviene recordar un poco el proceso que desembocó en la caída.­

Después de la guerra Alemania quedó dividida en cuatro zonas de ocupación, estadounidense, francesa, británica y soviética. Berlín quedó en la zona soviética pero como era la capital se decidió que también se dividiría en cuatro áreas. Pronto se hizo evidente que la Unión Soviética tenía ideas muy diferentes a las demás acerca de cómo debería funcionar su sección.­

En 1949, Alemania se convirtió en dos países separados: la República Federal (RFA), occidental, seguía el modelo capitalista (EE.UU., RU y Francia). La República Democrática (RDA), oriental, en el área Soviética, tenía un sistema de partido único y economía planificada. En la RFA había libertad de movimiento, la gente podría expresar libremente sus opiniones y la economía prosperó enseguida. La RDA tenía reglas más estrictas para el comportamiento de la gente y la STASI, policía secreta, lo supervisaba todo.­

A medida que pasaban los años, miles de personas al día escapaban del Este hacia el Oeste. Medio millón de personas pasaban cada día y podían comparar las condiciones de vida de ambos lados. De 1949 a 1961, unas 2,7 millones de personas abandonaron la RDA y Berlín Oriental. La mayoría era gente joven menor de 25 años. Solo en 1960, unas 200.000 personas se mudaron al Oeste. En 1961 las autoridades comunistas ordenaron la construcción de un muro que dividiera el este y el oeste para evitar ese drenaje en un solo sentido. Medía 155 kilómetros, tenía ocho pasos fronterizos y estaba muy custodiado.­

En marzo de 1985 Mijaíl Gorbachov se convirtió en secretario general del Partido Comunista de la URSSP y propuso varias reformas. Eliminó represión estalinista y dio libertades a los rusos. Pero en la RDA Erich Honecker se oponía a esos cambios. En octubre de 1989 Gorbachov visitó Berlín Este e instó a Honecker a reformar. Dos días más tarde, 70.000 personas se reunieron en el centro de Leipzig y cantaban "¡Somos el pueblo!". Lo repitieron una semana después, ya eran cerca de 100.000. Rápidamente las protestas se ampliaron al resto de la RDA. Honecker renunció el 18 de octubre y se exilió en Chile. Fue reemplazado por Egon Krenz. El 4 de noviembre se manifestaron miles en Alexanderplatz, ya no había marcha atrás. El 9 de noviembre Guenter Schabowski, portavoz de la RDA, anunció el inminente cese de restricciones para el día siguiente pero miles de personas fueron ese mismo día hacia el Muro para exigir a los guardias que abrieran las puertas del paso de Bornholmer. Lo oficiales cedieron, el Muro fue atravesado y poco después derribado con furia por alemanes sedientos de libertad.­

El 3 de octubre de 1990, luego de once meses de intensas negociaciones de los líderes de las cuatro potencias ocupantes y el Canciller Federal de la RFA, Helmut Kohl, mentor de Angela Merkel, se concretó la reunificación del país. Desde entonces, esa fecha es el Día Nacional de Alemania. El autor fue testigo de todo ese proceso. Los costos económicos de la reunificación y asimilación de la ex RDA a la RFA fueron siderales. La consecuencia geopolítico-militar más importante fue que la Alemania unificada pasó a ser miembro pleno de la OTAN y que años después los ex satélites de Moscú en Europa Oriental se sumaron a esa alianza. Las consecuencias de esa ampliación se observan desde febrero último en la guerra de Ucrania.­

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TRANSFORMACIONES Y VIVENCIAS­

A medida que transcurrían los días, se visualizaban intensamente las transformaciones en toda la Alemania como en Moscú, especialmente en el Colegio internacional alemán "Friedrich-Joseph Haass", punto de partida y espacio en el cual la autora vivenciaría y recordaría, hasta el día de hoy, como una de las experiencias inolvidables, más desafiantes y enriquecedoras de toda su vida.­

Era costumbre esperar, con su padre y su perra Katya, todas las mañanas el ómnibus que la transportaba a dicho instituto. Ambos se refugiaban del viento en una cabina de teléfono, ubicada en la parada del bus. Observaban desde allí, a su mascota que jugueteaba entre la nieve nacarada, con su pelaje largo y rubio. Entre la oscuridad matinal y la iluminación de los faroles, proyectaban una bella imagen de postal soviética, de inviernos largos y gélidos, con temperaturas de hasta 35 grados bajo cero.­

En aquellas esperas, jamás se imaginó que un día llegaría a la escuela y presenciaría uno de los acontecimientos históricos más interesantes e importantes de la reunificación alemana. La noticia se dio en el hall central del colegio. Los profesores dieron el anuncio a todos los alumnos de "cambiarse de colegio y abrazar cálidamente a los nuevos compañeros". Fue allí, el inicio de una etapa, que podría tranquilamente compararse con películas como "Goodbye Lenin". Los nuevos amigos, que también hablaban alemán, usaban otros términos para decir "Kuhl!"; en lunfardo sería algo como "qué copado!".­

Sus compañeros nuevos, de vestimenta para ella un poco rara, no se sentaban a su lado y la miraban con cierta distancia. Ella quería que se acercaran pero la observaban con recaudo. Recorriendo su mirada por el pupitre notaba que tenían lápices un poco toscos, reglas de madera en lugar de las de "Hello Kitty", cartucheras de lata, y los colores no eran de neón o las gomas de borrar "no olían" a frutilla. Las mochilas, donde guardaban los cuadernos de tapa dura, eran de colores opacos, la mayoría eran negras o marrones, con hebillas anchas.­

El contraste cultural fue enorme para la autora. Aún lo cuenta y lo recuerda con mucho cariño y cierta gracia, porque de alguna forma, los alumnos de la República Federal (RFA) por un lado, y los alumnos de la República Democrática (RDA) por otro, entablarían un lazo de amistad que reflejaría la transformación, el contraste y el choque cultural en la "Deutsche Schule". Para ella fue una etapa muy especial en su vida, porque sin darse cuenta, vivenciaría uno de los acontecimientos históricos más interesantes e importantes de la historia alemana.­

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(*) Doctor en ciencias políticas y diplomático retirado.­

(**) Licenciada en relaciones internacionales y funcionaria de la Cancillería Argentina.­