Una pieza teatral rescata las figuras de Virginia Woolf y Victoria Ocampo, y el vínculo que las mantuvo unidas

Cuando las mujeres hablan de mujeres

Se vieron sólo en tres ocasiones, pero la coincidencia en la manera de ver el mundo femenino hizo que su espíritu de lucha se retroalimentara mutuamente. La autora Irene Chikiar Bauer rescató esa relación para llevarla al escenario.

A veces, en el eterno fluir del tiempo, las circunstancias se repiten quién sabe si por pura coincidencia o por simple causalidad. La reflexión apunta al estreno de una obra teatral, "Virginia y Victoria", de Irene Chikiar Bauer, sobre dos personajes de la cultura, la escritora inglesa Virginia Woolf y la mecenas de las artes Victoria Ocampo. El teatro Payró (domingos a las 17) fue elegido como lugar de representación de un momento de la vida de estas referentes culturales.

Llamativamente el Payró, asentado en San Martín 766, comparte el circulo áulico geográfico de la autora de "Testimonios", Victoria Ocampo, que nació allí nomás, en Viamonte y San Martín, en 1890. La casa colonial sería vecina de la mítica revista Sur, creada por Victoria y convertida en editorial en 1933 (Viamonte 494). Sólo la iglesia y el convento de las Catalinas permanecen en nuestros días como mudos testigos.

Sur (1931) nacería, según su autora, para ser "una revista de los que han venido a América, de los que piensan en América y de los que son de América. De los que tienen la voluntad de comprendernos y que nos ayudan tanto a comprendernos a nosotros mismos". Puente literario y filosófico entre culturas, Sur se convirtió en un valioso canal de comunicación más allá de las fronteras, trayendo textos y figuras internacionales a través de las páginas de la revista y luego de las publicaciones de la editorial. La América de habla española se acercaba a la vieja Europa y a la novel Estados Unidos antes que ellos descubrieran qué pasaba en el mundo de las ideas de la América Hispana.

ENCUENTRO

Así como promovió autores nuestros: Borges, Bioy, Alejandra Pizarnik, Sábato o Silvina Ocampo; "la Gioconda de la Pampa" (nombre que le dio Ortega y Gasset) también lo hizo con escritores extranjeros como Lawrence, Heidegger, Genet, Nabokov y tantos otros. Esta escritora inglesa Virginia Woolf, considerada pionera del feminismo ("El cuarto propio") y una verdadera outsider, capaz de escribir "Orlando" o "Mrs Dalloway", provocó la inmediata admiración de Victoria Ocampo y acentuó una actitud comprometida hacia la mujer. Ese es uno de los temas que se abordan en "Virginia y Victoria".
Años después del encuentro con la escritora inglesa, Victoria publica un ensayo, "La mujer y su expresión" (1936), en el que reflexiona acerca de la marginación de las mujeres y de la necesidad de configurar una escritura femenina propia, difícil de conseguir por la falta de una educación formal, de libertades y una tradición literaria femenina.

Consciente de la necesidad de cambiar la situación de la mujer en el mundo, Victoria Ocampo funda la Unión Argentina de Mujeres (junto con Susana Larguía y su amiga María Rosa Oliver), que sistematiza la lucha por los derechos civiles de la mujer.

DERECHOS

Como la misma autora lo anuncia, el propósito de "Virginia y Victoria" es acercar al teatro lo que Victoria Ocampo y Virginia Woolf escribieron sobre el mundo de la literatura, la amistad y los derechos de la mujer, ya en sus cartas, ya en sus obras.

Referente incuestionable de la cultura argentina en tanto concientización y difusión del pensamiento filosófico y literario universal, la autora de "Testimonios" asumió también un modelo de acción en cuanto al reconocimiento y defensa de los derechos de las mujeres. Y su admirada Virginia Woolf, destacada escritora inglesa, tuvo un papel importante en el reconocimiento de un mundo femenino del que Victoria formaba parte actuando con independencia.

A la manera de las tradicionales crónicas inglesas o las "Causeries" (Charlas) de Lucio V. Mansilla, las conversaciones entre las escritoras reconstruyen un mundo en que se codea la necesidad de escribir como una afirmación de la propia identidad y las tensiones de una sociedad en que la mujer intenta un empoderamiento hacia un todavía lejano espacio de libertad.

Atrás quedó el primer encuentro, cuando en 1934 un amigo de Victoria, Aldous Huxley ("Un mundo feliz"), la invitó a una muestra del fotógrafo Man Ray en Bedford Square, donde conoció a Virginia Woolf. Ni Man Ray imaginaba que alguna vez una obra suya ("El violín de Ingres") iba a ser rematada por 12 millones de dólares, ni la escritora inglesa se visualizaba como ícono del feminismo por su ensayo "El cuarto propio", donde subrayaba la necesidad de independencia de la mujer a través de la creación, marcando la importancia de tener una habitación y un dinero propio, condiciones básicas para poder crear en paz.

DIFUSION

La relación entre ambas mujeres mantuvo una chispa a lo largo del tiempo a pesar de haberse visto sólo en tres ocasiones. El encuentro unió a una escritora consagrada (Woolf) y una mecenas que en ese momento luchaba contra los que veían en su revista Sur la excesiva presencia literaria extranjera. La admiración de Victoria Ocampo se manifestaría en la traducción y publicación de las obras de la inglesa y así el descubrimiento de su producción ("Orlando", "Un cuarto propio", "Tres guineas") por el público hispano parlante se convertiría en un acierto editorial.

En "Virginia y Victoria" la puesta revaloriza la intimidad de un encuentro atemporal entre ambas mujeres, en que la sola presencia a la hora del té en un espacio mínimo y cálido apoya el intercambio de ideas, los recuerdos y también las desinteligencias casi infantiles (anécdota con Gisele Freund) o snobismos ingenuos que aluden al mundo de ciertas amistades de Virginia Woolf (Sackville West), poco frecuentadas por una personal Ocampo, más volcada a descubrir valores desconocidos y profundos.

¿Quién hubiera podido imaginar a Victoria Ocampo intentando interesar, por ejemplo, a representantes de la cultura audiovisual de 1930 con la presencia del director de "El Acorazado Potemkin", a quien conociera y comenzara a admirar en Nueva York? Y sin embargo esto ocurrió cuando volvió a Buenos Aires, luego de conocer a Sergio Eisenstein y desear que filmara en su país.

Victoria será al principio para Virginia "la muy madura y rica, con perlas en las orejas" y quien habla con ella sobre "la Estancia, las grandes habitaciones blancas, los cactus, las gardenias, la riqueza y opulencia de Sudamérica". Luego se convertirá en "la baronesa Okampo, la señora de las Pampas y las mariposas", mariposas que sabiendo los gustos excéntricos de Virginia, Victoria le envía en una caja que la Woolf conservará hasta su trágico final. Como en algún momento escribe Victoria, "ella existía inmensamente para mí, y yo para ella fui una sombra lejana en un país exótico creado por su fantasía".

Idas y venidas en el tiempo, lecturas de cartas poco conocidas entre las escritoras desarrollan una historia que transcurre en ese living cálido junto a una solitaria ventana (acierto más que escenográfico), apertura no sólo al exterior sino al caleidoscopio del mundo interior.

Gloria Morgan como Virginia Woolf y Malvina Ocampo más cercana a Victoria Ocampo, elegantemente vestidas por Alejandra Fantilli, son las figuras de esta representación, parte de una historia que la memoria teje y desteje a lo largo del tiempo.