Farsa rusa, grotesco argentino

Humberto Tortonese protagoniza una adaptación del clásico de Gorki. En 'Vassa', que debutó en el teatro Regio, encarna a una madre desbordada que, con su marido agonizante, pelea con los hijos por la herencia familiar.

Humberto Tortonese, protagonista de 'Vassa', la pieza del ruso Máximo Gorki en la que interpreta a una madre desbordada que pelea con sus hijos por el control de la herencia familiar, define a esta versión argentina de la pieza escrita en 1910 como ``un grotesco delirante''.

"Hay una película rusa sobre la obra original que es genial, pero esto es otra cosa, una argentinada; esta familia media mamarracha tiene un grotesco que me encanta'', adelanta sobre la puesta dirigida por Felicitas Kamien que debutó esta semana en el teatro Regio (Av. Córdoba 6056).

Después de haber encabezado 'Blum', de Enrique Santos Discépolo, en esa misma sala en 2018, y de un parate obligado por la pandemia, Tortonese regresa a los escenarios en la piel de una mujer intempestiva, de carácter fuerte, que intenta mantener el statu quo familiar mientras su marido agoniza en su casa.

Si bien Gorki concibió 'Vassa Zheleznova' en 1910 y una vez consumada la revolución rusa la reescribió por completo, en la versión de Kamien, Walter Jakob y Agustín Mendizahrzu no hay referencias geográficas sino pistas reconocibles para el público local: crisis financiera, inflación y estallido social.

Lo único que se mantuvo de la pieza original es el carácter avasallante de la protagonista, una mujer que ``crió una caterva de inútiles a los que pretende controlar y proteger: Yo -cuenta Tortonese- cuando vi ese carácter de mierda pensé en esas mujeres fuertes pero medio odiadas también, hasta por sus propios hijos, que terminan siendo unos anulados''.

Acompañado por Horacio Marassi, Anabella Bacigalupo, Javier Pedersoli, Mariano Sayavedra, Andrea Nussembaum, Darío Levy, Viviana Vázquez, Rita Gonzalez y Diego Báez, Tortonese estelariza `Vassa' de jueves a domingo a las 20.

-¿Cómo llegó a la obra?

-Me la acercó Eva Halac a finales del año pasado, cuando yo estaba desbordado de todo después de dos años de pandemia, con la radio, tratando de darle vida a un proyecto propio de un espacio cultural. Y en el medio de ese caos dije: "Dejame que la lea". Me acuerdo que en ese momento todavía no estaba para dar el sí porque el teatro lleva un desgaste emocional, físico, y nunca sabes qué va a pasar.

 

COMO ANTES

-¿Los años de pandemia modificaron su mirada respecto del trabajo?

-Es que por eso dejé la radio. Al principio dije: ``Voy a poder con todo'', pero como diría Mirtha ``ya no tengo 20 años, ¡carajo, mierda!'' Empecé a preguntarme por qué pretender que la vida siga siendo igual que cuando era joven. Bah, ni siquiera, porque cuando era más joven intentaba trabajar menos: disfrutaba de la vida y trabajaba los fines de semana, de lo que me gustaba. Pero a medida que fui creciendo empecé a trabajar cada vez más. Ojo, yo disfruto de mis trabajos, pero ahora necesité un cambio, dejar de agarrar todo pero trayendo cosas nuevas porque, como geminiano que soy, las necesito.

-¿Y qué le pasó con `Vassa'?

-Esta obra me daba algo distinto, volver a hacer teatro, que uno a veces se queja de ensayar todos los días, la función, los nervios, pero después tiene esa adrenalina de estar todos los días con un público distinto que no sabés cómo va reaccionar. Así que volví a leer el texto y dije ``bueno, sí''. Las cosas a veces no hay que pensarlas mucho.

-¿Qué encontró en esta obra?

-Me gustó esa familia. Hay una película rusa sobre la obra que es genial pero esto es otra cosa, una argentinada, esta familia media mamarracha que ella sostiene; tiene un grotesco que me encanta.

-¿Es la primera madre que te toca interpretar?

-En teatro sí. Es una mujer con un carácter de mierda que a su vez tiene que luchar por un montón de cosas. Es de esas mujeres fuertes pero medio odiadas hasta por sus hijos. Si ves la serie `Succession' (disponible en HBO Max), con ese padre que anula a los hijos y no los deja avanzar, Vassa es parecida: les da una mensualidad y los convierte en inútiles. Mientras tanto, su marido se muere y sus hijos van a querer heredar y desarmar la estructura. Si eso pasa, ella pierde el poder, y si pierde el poder, pierde su razón de vivir: manejar al otro.

-¿Cuál cree que es la virtud de la obra, en la que no hay referencias geográficas ni temporales, para resultar universal y reconocible?

-Acá había más texto y lo fuimos sacando, más explicaciones, pero a mí me gusta que sea más delirante que explicativa. A veces es mejor que cada uno saque sus propias conclusiones. Y todo lo que pasa en la obra, en la Argentina se vivió y esto es como un país que no sabés bien cuál es, ni en qué momento está, pero hay un estallido social, siempre está el precio del dólar dando vueltas y nosotros estamos siempre al límite. Entonces está bien no irse a Rusia e poder identificarse acá, que sea algo más local para que resulte más popular.