EL RINCON DE LOS SENSATOS

El gran desafío: definir a los argentinos

POR H. PABLO CURUTCHET *

El gran desafío actual es intentar definir al argentino.Todas las propuestas ofrecen cierta coherencia. Puede  sintetizarse como más sentimental que intelectual, muy emotivo y extrovertido, con cierta tristeza emocional y  nostalgia. Melancólico con disconformidad por lo perdido sin saber de qué se trata. Generoso, pero poco  previsor, con poca preocupación por el ahorro, tal vez por su crónica inflación. Individualista con difíciles logros  colectivos pero importantes éxitos individuales en deporte, ciencia, arte, paz... Según Borges, “uno por uno somos  magníficos pero todos juntos un desastre”.
 Las virtudes del argentino como adaptación y creatividad para la supervivencia,  dominio de la improvisación, cultivar la amistad y el calor humano con esmerada solidaridad pueden ser un  obstáculo para planificar y ser parte de un equipo. Es más personalista que institucional canalizando su  participación a través de un líder, empoderándolo por su idolatría y no por su analítica decisión.

Poniendo su  sentimiento por encima de la responsabilidad es más fácil convencerlo tocando sus fibras íntimas siendo los  personajes emocionantes y seductores mucho más exitosos, no por su capacidad o excelencia sino porque al conmoverlos con emoción y persuasión intentan convertirlos en súbditos.

Con el conocido ”no te metás” eluden  la acción para enfrentar una decisión. Es como la maniobra de la verónica cuando el torero al levantar la capa  evita el enfrentamiento para que el problema lo tome otro. Se debe a un gran escepticismo, miedo al  compromiso y gran desconfianza a su entorno, conduciéndose socialmente a los codazos.

Les cuesta la  humildad y con fama de vanidosos son proclives a la ostentación, preocupándose más por su aspecto exterior.  La apariencia con falsas ostentaciones es más que la realidad. Fue creando una “clase media” con un  estereotipo de individuos en serie, con similitud en los modismos, vestimenta y lenguaje, con el “vos” argentino  invencible a la gramática, características que implican vulgaridad y fácil identificación. Según Ortega y Gasset,  “un individuo entregado a una imagen no a la realidad habitando en un personaje que se cree ser, desconfiando  de su propia apariencia y repitiendo los mismos errores”.

Con tendencia al conflicto configuran una conducta  anómica con una frecuente inestabilidad institucional facilitando la cultura de la corrupción. Desde siempre su  conducta cívico-social tuvo un irracional vaivén intermitente y bipolar pasando de un exitismo injustificado a un  derrotismo absoluto, oscilando entre alegres ilusiones y angustiantes decepciones.

HISTORIA IRRACIONAL

Sin pretender analizar la compleja interrelación entre herencia y ambiente para la determinación del  comportamiento humano individual y colectivo es necesario encontrar la razón por la cual esta comunidad se  comporta históricamente tan irracional que puede subsistir con los mismos errores hasta el presente.

Cierta vez un reconocido ídolo futbolista nacional al preguntarle por la razón de conflictos importantes en  el área de su actividad contestó con la respuesta más clara y profunda que he escuchado:  “Estamos como estamos porque somos como somos”. El también representó lo peor y lo mejor de los  argentinos. Con un gol expuso el engaño y la picardía que los caracteriza y con el otro la belleza, creatividad y  genialidad que también poseen.  

Lo importante es poder detectar el comienzo de esa imbricación genético-ambiental. Siguiendo a Luis García  Fanlo, “el interrogante es cuándo surge el germen de nuestra argentinidad, es decir el modo que nos  identificamos y nos identifican como argentinos y saber no qué se ve cuando se nos ve, sino porque somos como somos”.

Sintetizando, existen tres instancias históricas que pueden haber incidido en ese desarrollo. Su inicio a fines del  siglo XV al comienzo de la civilización de nuestro territorio impregnado por la cruza entre el conquistador español y las mujeres de las tribus indígenas nómadas apareciendo el mestizo, el mulato, el zambo y el gaucho.  Hacia fines del siglo XVII Buenos Aires y su puerto tenía 5.000 habitantes, el 10% de Lima capital del Virreinato.  En un ambiente corrupto la fuente de ingreso era el contrabando y el mérito no existía. Los cargos se  compraban o se adquirían por amiguísimo o parentesco y un juicio podía durar décadas sin resolverse.  Cualquier comparación con la actualidad no es imaginación.

La segunda instancia fue antes del 25 de mayo, el  despertar como nación intentó construir una adecuada identidad nacional pero con intransigente diferencia conceptual sobre el futuro desarrollo socioeconómico del país: encarnizado antagonismo entre “peninsulares  saavedristas” contra “criollos morenistas”, unitarios y federales, porteño y provinciano, el “gaucho bueno” de  Martin Fierro contra el “gaucho malo” de Juan Moreira, nacionalistas y liberales originando una grieta que, con  variables, persiste hasta nuestros días.

La tercera fue la masiva inmigración europea de fines del siglo XIX con el fin de modernizar y mejorar la raza con una concepción tanto sarmientista  como alberdinista de poblar, alfabetizar y educar cualitativamente el país para formar individuos que actúen  con principios morales y obediencia ciudadana en un orden social disciplinado, con el mérito como  competencia y capacidad para el pensamiento crítico.

En 70 años de corrientes inmigratorias el pensamiento  europeo fue infiltrando todo tipo de personalidad nacional con usos, ropas y lenguas exóticas, invadiendo lo  que podría haber sido la original argentinidad. Según M.Rojas,en 1914 el 70% de la clase  trabajadora era de origen extranjero y más de dos tercios de industriales activos habían nacido fuera del país .  Ante esta amenaza social y económica el nativo en su lucha por la subsistencia extrajo de su ADN la llamada  “viveza criolla”, según Julio Mafud como mecanismo de defensa. Usaba la risa y la cachada como camuflaje  para protegerse ridiculizando los valores morales que se pretendía salvaguardar, con una dinámica siempre  basada en el anonimato. Los hijos de esos inmigrantes, como estrategia, aprendieron rápidamente el  manipuleo de esa viveza. Ser vivos era la mejor manera de acriollarse.
Desde entonces esa conducta se fue  perpetuando hasta el presente y es ejercida con matices en todos los niveles de la sociedad, afectando  severamente su credibilidad.  

LA ENFERMEDAD

La hipótesis, basada en el comportamiento histórico, es admitir que los argentinos arraigan una enfermedad que produce tal incoherencia que afecta seriamente su comportamiento socio-cultural. Como médico creo que  si para una enfermedad no existe un diagnóstico etiológico conociendo su origen y su causa, existe poca  posibilidad de encontrar un tratamiento efectivo para su curación.

Hasta ahora las versiones sobre nuestra  realidad histórica no ofrecen más que una descripción muy clara de los signos y síntomas de esta enfermedad  pero la búsqueda de la etiología que debe ser el objetivo de este análisis ha sido siempre relegado y  reemplazado por espejismos históricos sesgados, describiendo lo que pasó pero no por qué pasó. Todos los  acontecimientos históricos del país no fueron la causa sino la consecuencia del errante comportamiento  demostrado.

Este fue tan erróneo, bipolar, circular y confrontativo que condujo a cometer siempre los mismos  errores conformando un país totalmente contradictorio y con muy poca credibilidad desde su nacimiento.

La  pérdida del crédito económico es muy seria, pero mucho más grave es la pérdida del crédito institucional. Esto  puede iniciar la disolución democrática de un país.

Frente a la severa crisis actual y ante los futuros plebiscitos  nacionales y en la búsqueda de un enfoque honesto, calificado, innovador y alternativo, creo necesario acudir a  los resortes más calificados del pensamiento nacional. Siguiendo la original iniciativa del académico Dr  Fortunato Benaim y otros académicos nacionales creando desde 2012 los “Encuentros Académicos” propongo  convocar a todas las academias nacionales que puedan tener injerencia en el tema para que seleccionen y  designen especialistas interesados (historiadores, sociólogos, filósofos, antropólogos, etólogos, psicólogos,  periodistas,etc.) para en tiempo prudencial intentar definir dicha etiología.

Si esto fuera muy ambicioso, la  publicación del enfoque individual de sus especializadas opiniones ofrecería un aporte fundamental definiendo estrategias para comenzar a revertir la severa patología. Si esto tampoco fuera posible entonces nunca se  podrá entender cómo y por qué un país con tanto potencial ha tenido y tiene un camino tan retorcido, debido únicamente a sus habitantes. Parafraseando a Emilio  Ocampo, “uno puede ignorar la realidad pero no la responsabilidad y las consecuencias por ignorarlas”.

* Médico. Profesor consulto de Cirugia Hospital de Clinicas, ex Presidente de la Academia Argentina de Cirugía y de la Asociación Argentina de Cirugía.