Rusia celebró su primera boda real desde que la revolución de 1917 derrocó a la monarquía Romanov

Rebecca Bettarini se convirtió a la religión ortodoxa y fue rebautizada como la princesa Victoria tras el enlace con Jorge Romanov, descendiente del zar Alejandro II.

 

El gran duque Jorge de Rusia, considerado el heredero del último zar (*) de Rusia, se casó este viernes (1 de octubre) en San Petersburgo en presencia de varios invitados de la realeza de Europa. El gran duque, de 40 años, se casó con la italiana Rebecca Bettarini, de 39 años, en una brillante ceremonia en la catedral de San Isaac, en el corazón de la antigua capital imperial.

Más de 1.500 personas asistieron a la boda, entre ellas el ex rey Simeón II de Bulgaria y su esposa la reina Margarita. La lista de invitados incluyó, además, representantes de las familias reales de Portugal, Georgia, Egipto, Albania, Bulgaria, Bélgica y pretendientes a las coronas de Francia e Italia.

El gran duque Jorge Romanov, descendiente del zar Alejandro II, conoció su prometida en Bruselas, donde ambos trabajan para instituciones europeas. Rebecca Bettarini, hija de un diplomático, se convirtió a la religión ortodoxa y fue rebautizada como Victoria Romanovna. Instalado en Moscú desde hace tres años, cerca del Kremlin, el gran duque afirma consagrarse a proyectos caritativos. 

Es la primera boda real desde que la revolución bolchevique de 1917 derrocó a la monarquía Romanov, con miembros de la realeza y la nobleza llegados desde toda Europa para la fastuosa ceremonia.

El gran duque Jorge Mikhailovich Romanov y la italiana Rebecca Virginia Bettarini, se casaron en la catedral de San Isaac en la antigua capital imperial de San Petersburgo.

Cientos de invitados extranjeros viajaron a la segunda ciudad de Rusia para la ceremonia cristiana ortodoxa, entre ellos el ex rey Simeón II de Bulgaria y su esposa la reina Margarita y el ex rey Fuad II de Egipto.

En la extensa lista de asistentes reales también se encontraban la princesa Lea de Bélgica, los duques de Braganza y su hijo el príncipe de Beira (Portugal), el príncipe Leka y la princesa Elia de Albania y el príncipe Irakli Bagration de Georgia, los príncipes Felipe e Isabelle de liechtenstein, así como el príncipe Rodolfo y la princesa Tilsim de Liechtenstein y los duques de Anjou, de la casa real francesa.

Otros representantes de familias reales europeas que asistieron a la boda fueron el príncipe Emanuel Filiberto de Saboya y su esposa Clotilde, los duques de Aosta, la princesa heredera Miriam de Bulgaria y su hijo mayor Boris, el príncipe Mohammed Ali y la princesa Noal Zaher de Egipto, los príncipes David e Irina Bagration-Mukhransky de Georgia, el príncipe Wenzel de Liechtenstein y la princesa Désiree de Prusia.

La lista de invitados también incluía otros nombres prominentes como el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, y Konstantin Malofeyev, un monárquico y multimillonario cercano al Kremlin, además de la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova.

Antes de la boda, Romanov dijo que la pareja decidió casarse en San Petersburgo porque era el primer lugar del país donde la familia regresó a principios de la década de 1990. La pareja se mudó a Rusia hace tres años, instalándose primero en los suburbios de Moscú antes de trasladarse al centro de la ciudad junto al Kremlin.

El gran duque Romanov, de 40 años, ahora trabaja en varios proyectos de caridad y dijo que cree que la realeza europea y rusa podrían ayudar a Moscú y Occidente a reparar los lazos que se desgastan: “Creo que podemos ser embajadores de buena voluntad”, dijo en una entrevista.

Sin embargo, el portavoz del presidente Vladimir Putin el viernes vertió agua fría sobre la idea de que un Romanov se convierta en un actor en la vida política rusa: “El presidente no planea felicitar a los recién casados”, dijo Dmitry Peskov a los periodistas. “Este matrimonio no pertenece a nuestra agenda de ninguna manera”.

(*) Zar: del ruso tsar y con origen en el latín caesar (por Julio César), es el título que se otorgaba al emperador de Rusia y al soberano de Bulgaria y de Serbia. Este título nobiliario no supone un rango imperial, sino que se trata del equivalente a la voz eslava krol (“rey”).