Páginas de la historia

Alois Alzheimer, el primer médico que detectó la enfermedad

 

 

 

"La gloria, suele acariciar a los que no la buscan"

 

 

Cada 21 de septiembre se celebra el Día de la lucha contra el Alzheimer. Año 1906, es decir, hace más de 100 años en la ciudad alemana de Tübingen, se celebraba un congreso de psiquiatría. Un médico alemán, de 41 años, alto, elegante y desconocido prácticamente, pidió la palabra. Se notaba a pesar de que trataba de ocultarlo, un dolor. Pero su dolor no se ocultaba. El dolor físico lastima claro, pero él espiritual desgarra. Comenzó su ponencia diciendo: ``perdón a ustedes por esta referencia personal. Hace 4 años que he perdido a mi esposa, Cecilia de 38 años, la única mujer que ame en mi vida, me ha dejado tres hijos pequeños y el recuerdo emocionado de lo que fue hasta los 30 años. Los últimos ocho ya era otra mujer. Su memoria que era privilegiada la fue perdiendo, al igual que su orientación, su capacidad hasta para aprender cosas simples, era doctora en filosofía, recibida con medalla de oro. Su dulzura se tornó en agresividad y depresión. Su dinamismo en apatía. Posteriormente le fue costando caminar e incluso tiempo después expresarse. No poseo el nombre de la enfermedad, pero con mi propia desgracia personal creo poder afirmar, que podría identificar la enfermedad que tenía mi mujer, en otros seres humanos''.

Este médico se llamaba Alois Alzahimer. El mal que afecta a millones de personas en el planeta lleva su nombre. Había estudiado antes las enfermedades mentales relacionadas con la arterosclerosis y la vejez.

En una autopsia practicada meses antes de ese congreso en pacientes con severa demencia, el gran médico, descubrió graves anomalías en el tejido cerebral. Este mal que suele aparecer después de los 60 años, aunque también puede aparecer en otras edades, se popularizó con la muerte de la afamada actriz Rita Hayworth, que falleció a los 65 años con la apariencia de una mujer de 90 años.

Un rasgo de auténtica modestia se dio cuando le propusieron asociar su nombre a la enfermedad. Cuando un profesor se lo dijo en la academia de medicina de Berlín, el propio descubridor de la misma enfermedad pronunció un discurso y se opuso firmemente a que le colocaran su apellido al citado mal. Argumentó al negarse, que si bien él había detectado que no era la demencia senil la que provocaba los síntomas, no había podido descubrir todavía las reales causas de la enfermedad.

Sostenía: "En la larga escalera que nos llevará a encontrar el porqué se origina esta enfermedad he aportado solo el primer peldaño. Ustedes saben, que la Cruz de Hierro es la máxima condecoración que otorga Alemania. Si yo encontrara una Cruz de Hierro extraviada y la colocase en mi solapa, sentiría que estoy apropiándome de algo que no me corresponde".

Hermosas y humildes palabras de un grande de la ciencia y la dignidad, y por eso quise traerles hoy la figura de este insigne científico.

Hoy y en razón de justicia esa enfermedad es conocida como mal de Alzehimer. No mata rápidamente, pero abre serias heridas, heridas espirituales que duelen a quien la padece y hacen doler a sus seres queridos. Y cierro con un aforismo que le ataña el doctor Alzehimer, un espíritu superior que sobrepasó su propia sombra: ``La modestia de los grandes, confirma su grandeza''.