Por Virginia González *
Este será, pues, otro emulador artículo sobre la figura de Domingo Faustino Sarmiento en el mes que lo recuerda (por esa pulsión necrológica que nos caracteriza), cuando el país desborda de actividades en su nombre y en el de la educación. Aunque en este caso haremos mención a una de las múltiples instituciones que se han creado para recordarlo, el
En las postrimerías del año 1910 se había dado el primer atisbo de consolidar en Buenos Aires una institución que resguardara las colecciones que habían pertenecido al hombre más heteróclito de la decimonónica latinoamérica. Fue de la mano de su nieto y albaceas Augusto Belin Sarmiento que se inició aquella intención y que propició la sanción de la Ley 8109 por medio de la cual Augusto confeccionó el conocido `relicario de Sarmiento', una suerte de inventario razonado donde se explicaba no solo la naturaleza de las piezas, que donaría al Estado Nacional, sino que además contaba pormenores íntimos de aquellas y cuál era la relación con el difunto dueño original.
Fue a partir de aquella Ley que se intentó establecer el Museo Histórico Sarmiento en el edificio de la calle Sarmiento 1251 (hoy Casa de San Juan y morada sarmientina luego de terminada la presidencia del mismo en el año 1874). Pero lamentablemente aquel intento demoró en concretarse unos veintiocho años, cuando en 1938 Ricardo Levene, en el año del quincuagésimo aniversario del personaje histórico mencionado, decidió darle un lugar definitivo a aquella colección olvidada en algún cuarto polvoroso del Museo Histórico Nacional.
CUESTION CAPITAL
¿Y por qué un edificio que había sido Municipalidad del pueblo de Belgrano, donde había sesionado el Congreso Nacional y que había sido escenario de la Federalización de Buenos Aires en el año 1880, sería un lugar adecuado para el establecimiento de un museo con aquella temática? A quienes trabajamos aquí
Es por ello que traigo aquí este tema denominado `cuestión capital', en la cual Sarmiento tuvo posturas contrapuestas. Por un lado, aquella expresada en `Facundo' (1845), donde le auguraba una función primordial. "Buenos Aires está llamada a ser un día la ciudad más gigantesca de ambas Américas''. Una segunda, plasmada en su obra `Argirópolis' (1850), cuando sugirió que la sede de la capital estuviese en la isla Martín García. A su vez, en artículos posteriores manifestó: "No tenemos capital; y si no la tenemos no es porque el asedio fuese una iniquidad superflua.
Pero estando en su propia gestión presidencial, Sarmiento sintió la necesidad de aclarar las contradicciones respecto a su postura. Es en ese sentido que aquel escritor combativo era antagónico del hombre de gobierno. Esta confesión se encuentra en los manuscritos de un libro que nunca llegó a publicarse, titulado `La capital fue, es y será Buenos Aires', y que se encuentra hoy expuesto en las salas de nuestro museo.
VAIVENES
En los hechos, la `cuestión capital' culminó con la federalización del municipio de la ciudad de Buenos Aires, el 20 de septiembre de 1880, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, cuando el Senado Nacional aprobó, luego de trece sesiones de acalorados debates, la Ley 1029 en el edificio de la Municipalidad de Belgrano y que hoy aloja al Museo Histórico Sarmiento.
Es entonces este edificio sarmientino decimonónico, un testimonio involuntario de aquellos vaivenes intelectuales de nuestro recordado hombre de la generación del '37, en el cual hoy intentamos desde esta postura rupturista de una museología crítica mostrar esos claroscuros que nos posibilitan acercarlo a un nosotros y no considerarlo tan lejano e inalcanzable que sólo habilitaría la veneración irreflexiva.