La Mirada Global

Restauraron las dos Coreas sus comunicaciones

Hacía ya más de un año que las dos Coreas estaban prácticamente incomunicadas. Sin canales abiertos de comunicación. Y, técnicamente, aún enfrentadas. En estado de guerra, entonces. El 27 de julio, no obstante, esa situación cambió. Y las comunicaciones, de pronto, se reestablecieron. Para el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, esto es claramente un importante paso adelante.

Particularmente cuando se trata de Corea del Norte, un Estado sin par, absolutamente peculiar, que vive aislado del resto del mundo y que está efectivamente en manos de sus altos jefes militares, que lo conducen con un muy curioso Jefe de Estado, a la manera de mascarón de proa: Kim Jong-un.

 

El anuncio mencionado, y no por casualidad, se hizo el día mismo del aniversario del fin de la llamada Guerra de Corea, librada en su momento entre ambos Estados, desde 1950 a 1953.

Lo acontecido es una consecuencia lógica del esfuerzo internacional por tratar de acercar a ambas partes que comenzara en el 2018 -como resultado del buen espíritu generado en toda la península de Corea por la realización de los Juegos Olímpicos de Pyongyang- con un entonces muy publicitado encuentro entre los dos líderes coreanos, que fuera realizado en Singapur.

Los dos mencionados Jefes de Estado, el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y su par norcoreano, el patológico jovencito, Kim Jong-un, hicieron simultáneamente los consiguientes anuncios tranquilizadores a la comunidad internacional toda, que los recibió, naturalmente, con una reacción de comprensible beneplácito.

La nueva noticia, sin embargo, nos trae inevitablemente a la memoria el enorme fiasco ocurrido en febrero de 2019, en Hanoi, en la reunión realizada entonces entre Donald Trump y Kim Jong-un, que, más allá de los bombos y platillos, terminó efectivamente en nada.

Lo cierto es que, a lo largo de los últimos meses, la relación entre ambas Coreas parece haber transcurrido en un marco de cordialidad, realismo y prudencia, todo lo cual de alguna manera anticipaba el lento restablecimiento de la normalidad.

Lo ocurrido ahora debe tenerse como un primer resultado tangible del esfuerzo por recuperar y mantener la normalidad en las relaciones de los dos Estados que hoy cobijan a las dos mitades de una misma nación que han estado por demasiado tiempo separadas por la política y por dos sistemas socioeconómicos diferentes que han generado, en Corea del Sur, una realidad que luce sumamente exitosa y moderna y, en Corea del Norte otra, muy distinta, que quedara empantanada, hasta ahora al menos, muy tozudamente, en el pasado.

La decisión recíproca de restablecer las comunicaciones tras meses de reuniones discretas y reservadas pareciera formar parte de un esfuerzo de acercamiento bien coordinado, bastante más amplio, que se pusiera en marcha,­

lentamente, a partir del pasado mes de abril.

Los dos países anuncian ahora, que además, reedificarán una oficina de enlace arrogantemente demolida, casi con furia, por Corea del Norte hace tan sólo unos meses. Ella estaba en su momento emplazada en Panmunjom.

El nuevo esfuerzo de reconciliación parece bastante evidente. No obstante, la rara patología que define al régimen norcoreano obliga a ser cautos al tiempo de interpretar o anticipar sus posibilidades reales de éxito.

Es posible también que lo que está ocurriendo tenga eventualmente que ver con la búsqueda de una nueva oportunidad de diálogo directo entre Washington y Pyongyang. Lo que supondría disposición a renegociar compromisos o alternativas en materia de armas nucleares y de capacidad misilística, contra el rápido levantamiento o la disminución sustancial de las sanciones económicas norteamericanas hoy vigentes.

Corea del Norte tiene, cabe recordar, sus fronteras geográficas­

herméticamente cerradas para tratar de combatir la expansión del coronavirus. La pandemia de esa manera, parece haber generado una ventana geopolítica de oportunidad en el camino que requiere la construcción de una paz duradera.