Intrigas en torno a Lewis Carroll

Entrevista a Guillermo Martínez sobre su nueva novela, ganadora del premio Nadal. El autor explica cómo dio con la historia real que está en la base de "Los crímenes de Alicia", donde retoma los personajes y el escenario de "Crímenes imperceptibles". Y cuenta que escribir esta obra le significó un novedoso desafío.

El escritor Guillermo Martínez sostiene que un elemento propio de la época contemporánea es que "las teorías no se imponen necesariamente por su grado de veracidad sino por su atractivo estético", un asunto que se aborda en Los crímenes de Alicia, novela que marca su regreso al policial clásico y a su ya célebre profesor de lógica Arthur Seldom.

Martínez (Bahía Blanca, 1962), quien estudió matemáticas y lógica antes de dedicarse a la literatura, y antes de incursionar en el tradicional relato de enigma, donde el peso está centrado en la deducción, se lamenta en una entrevista con La Prensa de que "hoy las seudociencias tienen más adeptos que las ciencias duras" y de que "vivimos algo así como un retorno de los brujos en una cantidad de cuestiones".

Una posible explicación a este fenómeno es, para el autor, que se valoran "elementos de orden estético", "del atractivo", y también que hay argumentos que "conectan con ciertas necesidades humanas, que permiten hacer enunciados más dramáticos, más generales", mientras que "la ciencia tiene que ir hacia cuestiones más pequeñas, más precisas".

La idea de que "a la gente le gusta creer más allá de la verdad" está presente en la novela y, de hecho, el protagonista se nos presenta como el autor de dos libros, uno titulado precisamente Estética de los razonamientos, y el otro sobre la prolongación filosófica de los teoremas de Gödel.

En Los crímenes de Alicia, una novela ambientada en Oxford en 1994 que es una suerte de secuela de Crímenes imperceptibles (2003), llevada al cine por el director español Alex de la Iglesia, hay una serie de misteriosos asesinatos inspirados en el clásico de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas. Los asesinatos buscan impedir la publicación de los diarios privados de Carroll y, sobre todo, de unas páginas que habían sido arrancadas y cuyo hallazgo amenaza con cambiar todo lo que se sabe sobre el escritor británico.

En la entrevista, Martínez cuenta que tropezó con la historia por azar, hace unos diez años, cuando le encargaron un prólogo para un libro de Carroll que se titula Lógica sin pena.

"Recuerdo que empecé a buscar material para escribir y di con el prólogo de Borges a un libro de Ediciones de la Flor que reúne gran parte de sus novelas, algunas cartas y detalles biográficos. Y, en otros materiales que reuní, encontré ese dato que me pareció fascinante. Las páginas arrancadas de los diarios íntimos de Carroll, y sobre todo un papel que encuentra la dramaturga Karoline Leach, donde está guardado lo esencial de lo que había en esas páginas".

"Eso fue lo que me decidió a escribir la novela", confía. "Me pareció que allí había una novela posible", dice. "Imaginé toda una novela construida a partir de una sola frase".

Si no lo concretó de inmediato fue porque tenía otro trabajo entre manos que finalmente decidió interrumpir. "Hace tres años decidí dejar de lado ese proyecto, una novela larga que estaba escribiendo, para dedicarme a escribir esta otra", expresa.

Martínez, que no sale de su asombro por el éxito que está cosechando el libro, que acaba de ganar la 75» edición del Premio Nadal, el más antiguo de España, y que va por su tercera reimpresión en pocas semanas, explica que su intención fue hacer una novela sobre Carroll donde se mostraran varias facetas de su vida, pero no todo.

"Quería que se viera el dilema que significa tratar de contar la vida de una persona", explica. "Carroll tuvo en su vida muchas vidas a su vez. A pesar de haber sido un matemático, interesado en la ciencia, llegó por ejemplo a creer que a través de la fotografía podía captar fantasmas. Un vínculo con el ocultismo, con el esoterismo, que también tuvo Conan Doyle".

Dos enigmas, entonces, se van develando en la novela. Uno es la serie de crímenes inspirados en el clásico infantil y el otro, la vida del propio Carroll, sobre la que se expresan múltiples voces, con interpretaciones discordantes. Hay, en el medio, lo que el autor llama "el plano Pierre Menard" de la novela, en alusión al personaje creado por Borges que se proponía reescribir el Quijote, pero en el siglo XX, un objetivo que plantea cómo las mismas frases pueden tener un sentido distinto para un contemporáneo. "Es la idea de cómo una época, por el simple paso del tiempo, puede leer lo idéntico de una manera totalmente opuesta. O cómo lo idéntico se puede convertir en lo opuesto", señala Martínez.

Sobre si ésta es una época de pensamiento débil, el autor responde: "Yo creo que se suplantó la capacidad crítica por ciertas verdades muy fuertes, que se sostienen a rajatabla, y en grupos cerrados, gracias a las redes sociales, que se vuelven inmunes a toda crítica. Porque están rodeados, encapsulados, por gente que piensa igual. Si una persona está dispuesta a creer algo, cualquier indicio lo tomará como confirmación de su teoría".

En la novela, el protagonista, cerebral, desdeña en ese sentido a la religión. Y lo propio hace Martínez. "La religión es el ejemplo número uno, el más antiguo y el más persistente. No sólo postula la idea de que vamos a volver, sino que lo vamos a hacer en nuestro propio cuerpo", dice, para luego matizar que "también en la historia de la ciencia se ha dado esto. Teorías que empiezan a rodearse de excepciones para ser salvadas".

Aunque lleva escritas seis novelas, dos libros de cuentos y cuatro ensayos, Martínez comenta que esta última obra significó para él "un desafío nuevo: incorporar una gran masa de información".

"Es la primera vez que me documento específicamente para escribir una novela. Se podría decir que Crímenes imperceptibles la escribí con 20 años de estudios matemáticos por detrás. Pero era un bagaje al que yo podía acudir para lo que precisara y no lo percibí tanto como en este caso. Yo sabía muy poco de la vida de Carroll y en poco tiempo me dediqué a documentarme".

Dice que tardó tres años en escribirla porque requirió mucha investigación. "Quería que toda la parte que tuviera que ver con Carroll fuera muy precisa. Entonces estuve chequeando, leyendo muchas biografías, libros sobre la historia de la fotografía, y toda una cantidad de otras cuestiones que aparecen en la novela", enumera. También dice haber consultado archivos y "los diarios enteros de Carroll, que son unos nueve volúmenes". Un trabajo riguroso del que se siente orgulloso.

El autor, que trata de escribir todas las mañanas, dice dedicar las tardes a "leer libros que estén cerca de lo que estoy escribiendo. Que me acompañen, de algún modo. Libros afines, diría".

"En este caso leí todas esas biografías. En algún momento también tuve una charla con Alberto Manguel y él me recomendó una cantidad de libros que también tomaban personajes laterales de la vida de Alicia. Pero no llegué a leer tantos de esos porque tenía más o menos claro lo que quería hacer y quería dedicarme a eso. Sí leí novelas policiales, por ejemplo, mientras escribía. Para volver a tener la atmósfera del policial".

Martínez confiesa que le gustaría hacer una novela más con los mismos personajes, completar una trilogía. "Retomar los personajes unos años más tarde, como al final de la vida de Seldom", dice. Pero es algo que planea para más adelante, y siempre que "encuentre un tema, una línea teórica que me interese".

Por lo pronto, entre sus planes más inmediatos hay una novela. "Me gustan mucho los relatos sobre escritores. De hecho, escribí una novela que se llama La mujer del maestro, que es algo así como una variación de una nouvelle de Henry James que se llama La lección del maestro. Y ahora quisiera escribir una novela que fuera como una versión contemporánea de un relato de James", anticipa. "El suyo se titula "La próxima vez" y el mío se va a llamar "La última vez". Ya estoy empezando esa novela, que espero que sea breve, como de intriga literaria. No habrá muertos".