Misterio en una playa desolada

Siempre empuja todo

Por Salvador Biedma
Eterna Cadencia Editora. 96 páginas

Salvador Biedma (Buenos Aires, 1979) sale airoso del exigente desafío que se propuso en Siempre empuja todo: contar una historia simple, despojado de recursos. La medida de esa ambición queda clara al considerar que todo transcurre en un balneario desolado, fuera de temporada, con un puñado de habitantes y un hombre maduro que llegó para descansar, y cuyos desplazamientos son lentos y doloridos. Con esos pocos ingredientes el autor construye un relato moroso, pero que mantiene en vilo al lector con su misterio.

El protagonista es Rubén Cejas, quien había planeado pasar un tiempo con su hijo que vive en Europa, y al que ve poco, pero que a último momento desistió del programa. Hospedado en un modesto hotelito -apenas una habitación alquilada en una casa-, Rubén, que es viudo y está jubilado, dedica sus días a caminar hasta la playa, leer e intercambiar unas pocas palabras con algunos habitantes del lugar con los que se cruza, mientras lucha por vencer un bloqueo que le impide escribir y por aceptar los dolores de la edad.

El entorno apacible y el ritmo cansino de esos días contrasta con el inesperado deseo que siente por una joven, que lo obsesiona, y con la violencia latente que despunta en los breves diálogos que sostiene con los lugareños.

El autor abre hilos argumentales, juega con la sospecha que generan algunas de esas personas que habitan el balneario, y con la memoria vacilante de Rubén, en la que de pronto comienzan a irrumpir recuerdos de una vida que parece ajena.

Como rayos que iluminan las sombras de un paisaje, algunos hechos despiertan en su mente imágenes que no sabe si son recuerdos, deseos reprimidos o viejos sueños. En ese límite brumoso entre la realidad y la fantasía, Biedma encuentra la fórmula para sostener la intriga hasta el final en esta historia de soledades y frustraciones.