Entre las sombras de dos genios

Carlos Gamerro explica el origen y el proceso de escritura de "Cardenio". La novela imagina la creación de la pieza perdida de William Shakespeare y John Fletcher que estaba basada en un episodio del "Quijote". Una especial preocupación por el lenguaje fue clave para reconstruir la época.

A cuatro siglos de la muerte conjunta de Shakespeare y Cervantes, la ocasión no podía haber sido más propicia para Carlos Gamerro. Ocurre que su última novela, Cardenio (Edhasa, 296 páginas), imagina el proceso de creación de la homónima pieza perdida que el Cisne de Avon compuso en 1613 junto con John Fletcher (1579-1625), discreto aunque prolífico dramaturgo isabelino, y que se inspiró en una de las muchas historias que componen la primera parte del Quijote.

Consultado por La Prensa, Gamerro (Buenos Aires, 1962) habló de la escritura de esa novela casi teatral hecha a base de diálogos, que primero escribió en un inglés "neoisabelino" o "neojacobino" y después trasladó a un español "neocervantino", y de su inalterable fascinación por la obra Shakesperiana, a la que sigue estudiando con el mismo fervor del primer día.

-¿Cuál fue el punto de partida de Cardenio?

-Puedo recordar el momento: estaba leyendo por segunda vez el Quijote, esta vez una lectura guiada en la Facultad. Era una edición un poquito mejor, con notas de Martín de Riquer. Y al llegar al episodio de Cardenio y Luscinda encuentro una nota que decía: "Sobre este episodio estaba basada la obra perdida de Shakespeare, Cardenio". Y en ese momento sentí como un deslumbramiento. Dije: "Shakespeare leyó el Quijote. Shakespeare escribió una obra basada en el Quijote y esa obra se perdió. Qué misterio, qué enigma. Qué fascinante que los dos más grandes autores de la lengua inglesa y española hayan tenido este contacto".

-Al reconstruir aquel Londres de comienzos del XVII, ¿tuvo una preocupación especial por documentarse o fue más bien una recreación a partir de la lengua y el estilo?

-Sí, claro que me documenté, pero descubrí que los libros históricos sobre la vida en Londres en tiempos de Shakespeare, aparte de ser bastante aburridos, no me dejaban demasiado. Creo que casi toda la información sobre cómo vivían, cómo pensaban, cómo se vestían la encontré en las obras de la época, mayormente en el teatro, y a veces en otra clase de textos. No podría haber escrito Cardenio sin Internet, salvo que me hubiera mudado a Londres. En Internet encontré por ejemplo panfletos de la época sobre estafadores, timadores y qué lenguaje usaban. Esa información de primera mano en el lenguaje de la época, es lo que más me sirvió.

Trabajando de esta manera tenía las dos cosas en una. Tenía lo fáctico y la información y tenía la lengua y el estilo. No sólo qué fumaban o cómo fumaban sino cómo hablaban del tabaco, qué expresiones usaban. Algo importante en una novela como ésta en la que no hay narrador, que está construida por montaje a partir de las voces de la época. No hay una voz moderna ni una mirada posterior sobre la época.

-Intentar una novela que combine entre sus personajes a Shakespeare y Cervantes parece el sueño de todo escritor, pero también plantea enormes desafíos. ¿Cómo los resolvió?

-Lo que me permitió entrar en la novela y lidiar con las sombras terribles de Cervantes y Shakespeare es que los protagonistas no son ellos sino Fletcher, que era un autor del montón, que parecía ser buen tipo, y yo en la novela enfatizo más su bondad que su talento (leí muchas obras y comprobé que no lo tenía). Entonces mi punto de vista ya no es Cervantes ni Shakespeare sino Fletcher hablando con Shakespeare o leyendo a Cervantes. Para ser Cervantes o para ser Shakespeare como escritor hay que ser un genio. En cambio para ser una persona que lee a Cervantes o que habla con Shakespeare, no hay que ser tan genial, se puede ser Fletcher.

DUOS Y TRIOS

-Todo el tiempo la novela está aludiendo a la amistad y a la colaboración creativa entre dos (o tres) personas. De ese modo nace la pieza Cardenio, de la que se ofrecen algunos pasajes. ¿Cómo imaginó esos fragmentos hipotéticos de una obra perdida?

-Yo siempre tuve como santo patrón y mártir a Pierre Menard. Hay quien no entiende o le parece una tontería o no sabe de qué se está hablando en ese cuento de Borges, pero a mí me pareció claro desde un principio. Uno lee el Quijote y lo primero que siente es querer escribir esa novela. "¿Pero ya está escrita? ¿Qué hago?". Bueno, Pierre Menard se propuso escribirla de nuevo, igual, idéntica, y ahí está su genialidad. Yo busqué algo más posible, más acorde a mis capacidades. Ya que una obra de Shakespeare se había perdido y esa obra se basaba en el Quijote, me dije que no iba a escribir la obra de Shakespeare (y de Fletcher) sino la historia que rodea a esa obra. Por lo tanto es mí Cardenio.
Incluyo, sí, fragmentos imaginarios de la obra, pero no los escribí. Lo que hice fue leer muchísimas obras olvidadas de la época. Cada tanto aparecía algún diálogo o monólogo que sería compatible con el Cardenio, y entonces, reemplazando una palabra por otra, retocando, cortando, pude, sin perder el sabor del lenguaje de la época, producir fragmentos que podían tomarse como del Cardenio. Por eso la primera versión la tuve que escribir en inglés. No podía pasar directamente al español: la fui reescribiendo cuando ya tenía una primera versión en inglés.