Otra aventura de detectives

El periodista

Por Mariano Hamilton y Alejandro Marinelli
Planeta. 261 páginas

Hasta transformarse en algo así como un género de culto, el policial tuvo primero que soportar el desprecio, ser considerado un rubro menor dentro de la literatura. Pero bastó que algunos escritores contemporáneos confesaran su pasión por él, y que además se lanzaran a escribir historias, a construir relatos sobre los hombros de un detective casi siempre bohemio, solitario, algo marginal, para que entonces pasara a ser visto con otros ojos.

De esta camada, hija de plumas como las de Manuel Vázquez Montalbán -padre del investigador privado Pepe Carvalho- es El periodista, tercer libro escrito a cuatro manos por los periodistas Mariano Hamilton y Alejandro Marinelli. El argumento sigue a pie juntillas el manual de estilo: capítulos cortos, personajes variados, vorágine, acción permanente. Los hechos se suceden en un martilleo constante. La táctica surte efecto: el lector sentirá de manera inevitable el impulso de ir por más.

En una novela de tantas alternativas cambiantes -que hasta se da el lujo de tener como personajes a Perón, Rucci y Lanusse en los albores de los años "70- pueden quedar algunas puntas sueltas, desprolijidades que la misma fantasía sabrá maquillar, algo así como licencias poéticas que se dan los autores para que todo llegue, finalmente, a buen puerto.

En este caso, también, queda por preguntarse cómo es que se logra escribir ficción compartida, cómo se amalgaman los puntos de vista que divergen. Es de suponer que una historia ligera se vuelve mucho más ardua ejecutada de a dos. Y que, claramente, Borges-Bioy Casares es una dupla que rompió el molde.

Así y todo el detective Roque Centurión cumple su cometido literario. Pese a ser tan igual -bebedor, solitario, aventurero, pasional- a tantos otros investigadores privados que la literatura argentina ha echado a rodar por las calles de Buenos Aires.