Más claro imposible, Kristalina

 

 

Más allá de la retórica de ocasión, el mensaje presidencial al Congreso tuvo dos objetivos: anunciar la postergación sin fecha de un acuerdo por la deuda con el FMI y lanzar una virtual intervención del Poder Judicial para aliviar la situación de los procesados por corrupción de los gobiernos “K”.

El primero está ligado a la novedad de que el gobierno querellará al ex presidente Mauricio Macri por administración fraudulenta a raíz del préstamo de 55 mil millones de dólares otorgado por el Fondo a la Argentina en 2018.

El destinatario real de esa jugada es el Fondo antes que Macri. Una causa penal en trámite representa un impedimento para asumir cualquier compromiso de pago. La excusa ideal para no someterse al ajuste del gasto público que exigirá el Fondo en plena campaña.

El ministro de Economía Martín Guzmán anunció varias veces un acuerdo con el organismo para después ir dilatando el plazo. Quien decide en este terreno es Cristina Kirchner, que no quiere ningún acuerdo. Se hizo su voluntad. El impacto en la economía será negativo, pero la prioridad es la campaña.

Fernández aseguró explícitamente que “la deuda merece ser revisada”, que no va a haber “ningún  ajuste que recaiga sobre las espaldas del pueblo” y que “el único apuro del gobierno es poner de pie la producción”. Más claro imposible, Kristalina.

El segundo objetivo del discurso fue lanzar una virtual intervención al Poder Judicial que viene de condenar a doce años de prisión a Lázaro Báez. Un misil que cayó muy cerca de la jefa política del presidente.

En este punto los habituales ataques a jueces y fiscales fueron lo de menos. La embestida no se limitó a lo verbal. Propuso sacar de la cancha a la Corte Suprema con la creación de Tribunal Federal de Garantías y reclamó la sanción de los proyectos sobre Ministerio Público y Fuero Federal paralizados en Diputados. Tan alineado apareció Fernández con la presidenta que hasta pidió un aplauso para su defensor, el doctor Beraldi.

El resto del mensaje tuvo párrafos que parecieron provenir de alguna galaxia lejana. Por ejemplo, los que enfatizaban la igualdad, mientras se vacuna a los amigos del poder. También el que hablaba de una supuesta recuperación económica en marcha. Si eso fuera cierto el Congreso habría estado rodeado de un millón de votantes ovacionando al presidente que, sin embargo, parece cada vez más sólo. Habló también de la reactivación de la producción de energía y del papel clave de YPF, empresa que está en quiebra virtual. Reivindicó, además, para frenar la inflación todas las medidas policiales que ya fracasaron infinidad de veces llevando al país a los actuales niveles de pobreza.

También fue llamativa su furia antiopositora. En ese aspecto inauguró un nuevo teorema, el Teorema de Alberto, que podría ser enunciado así: “Las críticas al gobierno precedente son directamente proporcionales a la magnitud del fracaso del gobierno que las formula”.