La falsedad de la acusación a Pío XII

Adhiero a la carta del lector Nobre Leite (NR; Publicada en la edición de papel del viernes 29), con respecto a la acusación que se hace al Papa Pío XII, de guardar silencio ante la persecución de los judíos por parte del nazismo. La cosa comenzó con la obra de teatro “El Vicario” del alemán Rolf Hochhut,  la cual echó a rodar esa falsa imputación. De ella, lo menos que puede decirse, es que su autor intenta derivar las culpas de su país hacia el Vaticano. Hay acusaciones más graves contra esa obra: que fue parte de un plan de la KGB para enlodar al Vaticano. Así lo ha dicho el general Ian Pacepa, nada menos que Jefe del Servicio Secreto de Rumania, durante la dictadura comunista de Ceausescu.

La falsedad de lo sostenido en esa obra es ostensible. Vayan dos de tantos ejemplos de la conducta papal. El 2 de junio de 1943, Pío XII dijo en la Radio Vaticana:

“…cualquiera que haga una distinción entre los judíos  y el resto de la humanidad está siendo infiel a Dios”.  

En septiembre de ese mismo año, el jefe de la Gestapo en Roma, Hebert Kappler, exigió a la colectividad judía en esa ciudad la entrega de 50 kg de oro so pena de acabar con ella. Los hebreos consiguieron sólo 35 kg Los 15 restantes los aportó el Vaticano, por expresas instrucciones de Pío XII.

Por otra parte, muchísimos judíos italianos hallaron refugio en iglesias y monasterios católicos. Puedo agregar, a título personal, que como abogado – hace unos cuantos años - me cupo atender a un industrial italiano radicado en nuestro país. Era de origen judío y había pasado la guerra escondido en una iglesia. Ello había motivado su sincera conversión al catolicismo, luego de la guerra.

 Cierro estas precisiones con lo dicho en 1958 en las Naciones Unidas por la entonces primer ministro israelí, Golda Meir, con motivo del fallecimiento de Pío XII. Afirmó en esa oportunidad:

“Cuando el martirio y el miedo asolaron a nuestro pueblo en la década del terror nazi, el Papa Pío XII alzó su voz en defensa de las víctimas. La vida  de nuestra época se vio enriquecida por esa voz, que habló de grandes verdades morales por encima del tumulto del conflicto diario. Estamos llorando a un gran siervo de la paz”.

Daniel Zolezzi