Siete días de política

Fernández parece el protagonista de “Casa Tomada” de Cortázar

Va entregando áreas de poder al kirchnerismo que se expande por el organigrama oficial. Esta vez le tocó a Guillermo Nielsen abandonar su lugar en YPF que ocupará un operador de la vice.

En 1947 Julio Cortázar publicó un cuento memorable, “Casa Tomada”, en el que el protagonista vive con su hermana en una casa de muchas habitaciones. Un día oyen ruidos en un sector y, por temor a los intrusos, lo clausuran. El hecho se repite y los hermanos van cediendo cuartos. Terminan huyendo de la casa y dejándola en mano de ocupantes que en última instancia no se sabe si son reales o imaginarios.

Esta inquietante ficción es una metáfora perfecta de la transformación del gobierno que está en pleno desarrollo: un proceso de enajenación progresiva. O puesto en términos caros al oficialismo: una expropiación.

Alberto Fernández comenzó con un equipo mixto en el que muchas áreas estaban en manos de operadores de la vicepresidenta. En tan sólo un año estos han ido multiplicándose, mientras él perdía lugares clave en el organigrama del Estado.

Perdió, por ejemplo, la Anses y la Secretaría de Energía a manos de funcionarios que responden a Cristina Kirchner. La semana pasada ocurrió otro tanto con la dirección de YPF, que abandonó Guillermo Nielsen para ocupar un cargo diplomático de relevancia prácticamente nula.

Más allá de las tenues justificaciones del funcionario que anunció su retiro con un lacónico tweet, las versiones más coherentes estuvieron relacionadas con su tarea en la petrolera estatal: renegociar una deuda asfixiante.

YPF se deterioró al ritmo del país en los últimos 20 años. Hoy su valor de mercado es menor a los 1.500 millones de dólares.

Cristina Kirchner pagó unos 4 mil millones por el 51% en 2012 y generó una deuda judicial por esa operación de unos 3 mil millones. En aquel momento el ingenioso conductor de la “recuperación de la soberanía energética”, Axel Kicillof, prometió que la reestatización no iba a costar nada (sic) y que los españoles dueños de la compañía iban a tener que pagar por el daño ambiental (otra vez sic).

La deuda actual de la empresa varía según la fuente entre los 6,6 y los 6,2 miles de millones de US$. Más que cuatriplica su valor.

En marzo vencen 400 millones de ese pasivo que es lo que Nielsen negociaba. Es reconocido como experto en finanzas y participó de la renegociación de la deuda durante el gobierno de Néstor Kirchner. Fue reemplazado por un político santacruceño cuyo rasgo más sobresaliente es su adhesión incondicional a la familia Kirchner.

El enroque generó una fuerte caída de la acciones de la compañía, al tiempo de que ganaban fuerzas los trascendidos sobre un default. Trascendió que el Banco Central no iba a entregar dólares a Nielsen para pagar lo comprometido en un eventual acuerdo y que la idea de Economía era la de una negociación dura que involucrase a toda la deuda, hasta la de más largo plazo, sin pagos por al menos dos años. Algo parecido al entendimiento alcanzado por Martín Guzmán con los fondos de inversión sobre la deuda global.

Guzmán desmintió que se estuviera pensando en la estatización del 49% de YPF y los acreedores hicieron saber por canales informales que confían en un acuerdo, pero los dólares no están. Las reservas del Central siguen en terapia intensiva a pesar del “veranito” cambiario.

El control de YPF en manos de la vicepresidenta extendió el pesimismo sobre el futuro económico inmediato, tema central de la videoconferencia entre Kristalina Georgieva del FMI y Alberto Fernández. Al finalizar ambas partes difundieron opiniones edulcoradas sobre lo tratado en el encuentro virtual, pero sin indicación alguna sobre cuándo podría cerrarse el acuerdo sobre la deuda que sigue en suspenso desde el año pasado.

En el organismo ven con preocupación tanto la evolución de las variables macro -el déficit de 2020 fue de 8,5%, la inflación está acelerándose- como la creciente influencia “K” en áreas clave. También le atribuyen a ese sector del gobierno la intención de no firmar un acuerdo este año por razones electorales. En síntesis, el retroceso político del presidente causa más preocupación en Washington que en Buenos Aires.

Ese retroceso es producto del doble desgaste que le ocasionaron la pandemia y el colapso económico consecuencia de su respuesta a la pandemia. Y en ninguno de los dos terrenos mejoró su respuesta. En materia sanitaria ahora por lo menos las promesas no las hace en persona pero su gobierno aseguró que en una semana tendrá más de cuatro millones de vacunas disponibles, aunque no hay información creíble que respalde esa promesa. El ministro Ginés González García se negó a ir a la Congreso a explicar públicamente la evolución del stock de vacunas y los planes de inmunización masiva.

Se supo en cambio que el oficialismo juega con la idea de armar una campaña de “concientización” sobre el virus en cuatro mil villas de todo el país que estaría a cargo de 150 mil piqueteros. Un funeral de Maradona multiplicado en forma exponencial. En este marco de desconcierto no parece ilógico que la Casa Rosada vaya siendo ocupada paulatinamente por extraños al presidente.