Acuarelas porteñas­

Misteriosa Buenos Aires­

­Los misterios de la ciudad son inescrutables, como reflejan los famosos relatos históricos ficcionales que integran la gran obra de Manuel Mujica Laínez, porteño de pura cepa. Tanto que su ascendencia se emparenta nada menos que con el fundador Juan de Garay. Pero, pese a rozar en varios cuentos el realismo, es la realidad misma la convocante al presente continuo de nuestra urbana existencia. 

Algunos enigmas cotidianos, se extienden pertinaces por las calles porteñas. Uno de ellos es el destino de las paradas del colectivo de la línea 61/2 en el tramo que abarca la avenida Pueyrredón, desde Córdoba hasta Santa Fe. Convengamos que ya motiva interrogantes un micro que cambia su numeración para realizar el recorrido de Once a Constitución y viceversa. ¿Cuál es el motivo de tan antojadiza decisión? ¿Obedece a alguna normativa municipal bipolar? ¿Disminuye la cotización de acuerdo a las calles que atraviesa? ¿El sistema dual mejora la calidad del servicio? Nada indica que las razones invocadas tengan asidero. Pero el interrogante es aún mayor cuando se trata de abordar las unidades en el trazado citado precedentemente. 

Si usted está en Mansilla, quizá tenga que recorrer bajo el sol abrasador o el frío inclemente, hasta más allá de la ignota San Luis o Viamonte para lograr que alguno de los buses se detenga displicentemente. Y mejor no preguntar referencias en negocios, transeúntes u otros choferes. Nadie tiene idea de dónde están las paradas. 

Incluso, con el tiempo, se comienza a sospechar que tienen cierta capacidad ambulante, y se desplazan sigilosamente todos los días, en direcciones opuestas. Ante el desconcierto, muchos optan por un oportuno taxi, u otro colectivo menos misterioso. 

Cabe consignar que el fenómeno de las paradas fantasmales se extiende a otras líneas. Pero abandonemos las curiosas y variadas circunstancias que nos provee el transporte público, y pasemos al tránsito peatonal. 

Desde mediados de la cuarentena, al amparo tal vez de los cambios de fase, volvieron las multitudinarias manifestaciones piqueteras. La ciudad se vio nuevamente asediada por calles cortadas, tránsito que se desvía inopinadamente, grupos a veces reducidos, que impiden desplazarse normalmente. 

Sin embargo, antes de la llegada del nuevo año, misteriosamente las agrupaciones que producen diversidad de estados alterados cotidianos, comenzaron a respetar la normativa de la Legislatura de ocupar un solo carril en las avenidas. Ordenados y formados a derecha o izquierda (¿será por opción ideológica?), recorren Belgrano, Corrientes o 9 de Julio hasta llegar al centro de las protestas. La legislación está vigente desde hace varios años, pero los acuerdos alcanzados parecen que finalmente han logrado plasmarse. 

¿Los atributos de la elegante ex ministra Carolina Stanley, no serían suficientes para conformar a los Menéndez, Pitrolas o Alderetes de ocasión? ¿O el reemplazo por el experto en fideos Daniel Arroyo permitió cerrar la caja de Pandora del accionar piquetero, a cambio de la apertura de otras cajas? Nueva intriga a investigar. 

Y para concluir con las vicisitudes cotidianas del ciudadano de a pie, sería necesario saber dónde se ha extraviado el último plan de reparación de veredas. Prácticamente, es imposible caminar sin encontrar algún tropiezo por el ejido de la ciudad. A diario se ven laboriosos obreros municipales y distintas empresas, afanarse en componendas, que tal vez topos noctámbulos se encargan de reabrir con misteriosa insistencia.­

 

N. del R.: Gracias al abundante aporte de lectores para la continuidad inminente de `La ruta de los corsarios'.­