Los misterios de la ciudad son inescrutables, como reflejan los famosos relatos históricos ficcionales que integran la gran obra de Manuel Mujica Laínez, porteño de pura cepa. Tanto que su ascendencia se emparenta nada menos que con el fundador Juan de Garay. Pero, pese a rozar en varios cuentos el realismo, es la realidad misma la convocante al presente continuo de nuestra urbana existencia.
Algunos enigmas cotidianos, se extienden pertinaces por las calles porteñas.
Si usted está en Mansilla, quizá tenga que recorrer bajo el sol abrasador o el frío inclemente, hasta más allá de la ignota San Luis o Viamonte para lograr que alguno de los buses se detenga displicentemente. Y mejor no preguntar referencias en negocios, transeúntes u otros choferes.
Cabe consignar que el fenómeno de
Desde mediados de la cuarentena, al amparo tal vez de los cambios de fase, volvieron las multitudinarias manifestaciones piqueteras. La ciudad se vio nuevamente asediada por calles cortadas, tránsito que se desvía inopinadamente, grupos a veces reducidos, que impiden desplazarse normalmente.
Sin embargo, antes de la llegada del nuevo año, misteriosamente las agrupaciones que producen diversidad de estados alterados cotidianos, comenzaron a respetar la normativa de la Legislatura de ocupar un solo carril en las avenidas. Ordenados y formados a derecha o izquierda (¿será por opción ideológica?), recorren Belgrano, Corrientes o 9 de Julio hasta llegar al centro de las protestas. La legislación está vigente desde hace varios años, pero los acuerdos alcanzados parecen que finalmente han logrado plasmarse.
¿Los atributos de la elegante ex ministra Carolina Stanley, no serían suficientes para conformar a los Menéndez, Pitrolas o Alderetes de ocasión? ¿O el reemplazo por el experto en fideos Daniel Arroyo permitió cerrar la
Y para concluir con las vicisitudes cotidianas del ciudadano de a pie, sería necesario saber dónde se ha extraviado el último plan de reparación de veredas. Prácticamente, es imposible caminar sin encontrar algún tropiezo por el ejido de la ciudad. A diario se ven laboriosos obreros municipales y distintas empresas, afanarse en componendas, que tal vez topos noctámbulos se encargan de reabrir con misteriosa insistencia.