Mirador político­

La incógnita electoral­

El año comenzó con el gobierno asediado y la oposición sin líder, lo que provoca una creciente incertidumbre sobre lo que pasará en octubre.­

Sumergido en una crisis sanitaria y económica que agravó por incompetencia, el oficialismo tiene dos cosas a favor: la fidelidad inalterable de amplios sectores empobrecidos y el manejo de los recursos del Estado para financiar el clientelismo.­

Por su parte la oposición carece de fondos públicos para "hacer política" con la excepción de la ciudad de Buenos Aires. No por azar su jefe de gobierno es su candidato natural para las presidenciales.­

Pero tener candidato no resuelve la falta de liderazgo. Juntos por el Cambio es una coalición que oscila entre la incontinencia verbal de Carrió y las sospechas de colaboracionismo de Monzó, Massot o Lousteau. Que no haya podido capitalizar los disparates de la gestión de Fernández y que el peronismo siga siendo competitivo es prueba de su incapacidad para generar una expectativa votable por la mayoría del padrón.­

La oposición no tiene un conductor que corporice una propuesta antipopulista, de cambio real, para salir de la miseria que aumenta a velocidad crucero. Por eso se encuentra todavía anclada al pasado de dos maneras. Una, al pretender convertirse en un populismo de rostro humano, peronismo un poco más prolijo, por ejemplo, Rodríguez Larreta. Otra, intercambiando agravios con el oficialismo.­

Pero para ir a la campaña con posibilidad de triunfo debería dejar atrás el pasado en todas sus variantes, porque el problema no es la "grieta", sino la falta de futuro y precisamente futuro es lo que los políticos "venden" cuando están en la búsqueda de votos. Ese sería el rol de JxC, ya que está claro que el kirchnerismo es el pasado. No en vano invoca como un mantra la vuelta a paraísos artificiales del peronismo que nunca existieron. Su líder adhiere al proyecto "entrista" de la izquierda en el PJ que fracasó de manera sangrienta en los 70 y la Cámpora es un remedo descafeínado de la juventud peronista que atrasa medio siglo. Miran el futuro por el espejo retrovisor para crear una mística de opereta. Si a eso no le puede ganar la oposición, algo debe estar haciendo muy mal.­

El gobierno dio dos muestras la semana última de debilidad y desconcierto. La primera fue ante los productores rurales. La segunda, ante las demandas macristas de reapertura de las aulas.­

En ambos casos el presidente, con buen criterio, retrocedió. Resolvió no sumar problemas. Ya tiene muchos: inflación que acelera, caída de ingresos de jubilados y asalariados, baja del consumo, estabilidad cambiaria prendida con alfileres, pobreza, desocupación y recesión. Todo esto en medio de un rebrote de Covid que lo encuentra sin vacunas ni margen para volver a una cuarentena dura.­

En resumen, economía en ruinas, gobierno a la defensiva y oposición sin tiempo para reconfigurarse. Un cuadro sin antecedentes para un año electoral en el que el la crisis sanitaria amenaza con profundizar el desastre macroeconómico.­