Siete días de política

Un desgaste y una pérdida de poder inéditos en sólo un año

Fernández no sólo tiene la economía intervenida por CFK; debió retroceder con el toque de queda por temor al rechazo masivo. En marzo había encerrado a todo el país sin consultar a nadie.

La candidatura de Alberto Fernández funcionó electoralmente, pero en apenas un año su poder se ha deteriorado de una manera sin precedentes ante el de Cristina Kirchner y el de la sociedad. La pandemia y la economía le han producido un desgaste cada vez más ostensible. Esto no es culpa de la "herencia", sino resultado de su errática gestión.­

A cuatro meses de asumir se encontró con la amenaza de un virus desconocido que disparó un pánico general y resolvió aprovechar la situación para fortalecer su ausencia de liderazgo. Estimuló el temor, encerró a la población, paralizó la economía y desde el Estado se convirtió en el gran proveedor de fondos a base de emisión monetaria. Prolongó la situación todo lo posible al precio de un desastre. Hubo decenas de miles muertos y la economía colapsó.­

Nueve meses más tarde el covid volvió a llamar a la puerta, pero esta vez Fernández no pudo ordenar siquiera un encierro "part time" de la población. Se corrió del escenario y dejó que los gobernadores fueran los que pusieran la cara por las medidas a adoptar. Se corrió literalmente: dejó que su "decisión" fuera anunciada por el jefe de Gabinete.­

En marzo daba clases magistrales con Power Point y Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta de escoltas. Estaba en su momento de mayor aceptación por parte de una sociedad intimidada. Pero esa sociedad ya probó la medicina y no quiere repetirla. Por eso lo hizo retroceder como ocurrió, salvando las distancias, con el asalto a Vicentin.­

Es el costo de la falta de política sanitaria y del aventurerismo. Es un límite a su poder que no se atrevió a transgredir por temor al rechazo, a la desobediencia y a eventuales episodios de descontrol.­

Es el reconocimiento, además, de que aun cuando cuente con la benevolencia de los factores de poder, del establishment político, sindical, mediático y económico ya no puede hacer cualquier cosa.­

Fernández podría atribuir sus errores en el manejo de la pandemia, entre otras razones, a que se encontró con un desafío desconocido. Pero se equivoca con la economía tomando medidas probadamente perniciosas, porque debe seguir las instrucciones de su vice que quedaron claras en el acto de La Plata hace menos de un mes.­

En ese marco Cristina Kirchner anunció, entre otras cosas, que el sistema de salud debía ser reformado en plena pandemia.­

Los directivos de las empresas de medicina prepaga se vieron venir el hachazo. Recaudan 800 mil millones de pesos y el Gobierno está a la busca de cajas. Para agregarles estrés, el jefe del Estado decidió autorizarles un aumento del 7% un día y desautorizárselo al siguiente.­

El presidente de la cámara empresaria del sector, Claudio Belocopitt, se quejó y deslizó que el kirchnerismo jugaba con la "fantasía" de crear un sistema único de salud para "tener el poder completo" y fue llamado a la Casa Rosada. No lo dijo públicamente pero no pocos de sus colegas creen que el oficialismo los quiere fundir como parte de una estrategia para adueñarse del negocio.­

En la Casa de Gobierno, Fernández le dijo a Belocopitt (según el empresario) que no pensaba estatizar el sistema de salud. Pero al día siguiente aseguró que había que intervenir en el sistema de prepagas porque "nadie controla nada".­

A esta altura no sorprende que Fernández diga una cosa un día y más tarde la contraria. Menos a Belocopitt que, según trascendió, apenas salió de Balcarce 50 se comunicó con el director de otra empresa líder del sector para recomendarle que consiguiese un contacto urgente con Cristina Kirchner, porque es la que va a definir lo que hará el Gobierno.­

El problema de fondo no es cómo se ve la credibilidad del Presidente, sino sus condicionamientos. Prohíbe las importaciones de maíz, se enfrenta con los productores agropecuarios, congela tarifas, vuelve a los buques regasificadores, pisa el dólar y fija precios que no reflejan costos para proteger supuestamente "la mesa de los argentinos" en un "revival" de las políticas de Cristina Kirchner-Axel Kicillof que fracasaron en la década pasada. Su fracaso fue tan inexcusable que pavimentaron el camino de Mauricio Macri al poder.­

¿Por qué aplicar una receta que falló? Porque el objetivo es llegar hasta octubre como sea, es decir, con la economía congelada. Porque CFK teme una inflación que se está acelerando y que impacta cada vez más fuerte en el precio de los alimentos. Por eso las medidas no son de corto, sino de cortísimo plazo. Por eso se cortan exportaciones que pueden proveer dólares a un gobierno que los necesita con urgencia y se importa gas que se puede producir localmente. Esa es la lógica económica/electoral que está en los genes del kirchnerismo y que Fernández convalida.