Campeón, de la mano del Narigón

El baúl de los recuerdos. Carlos Salvador Bilardo armó un Estudiantes inolvidable que se quedó con el título en el Metropolitano de 1982. La consagración de ese equipo que contaba con un lujoso mediocampo catapultó al técnico a la conducción de la Selección argentina.

Paseado triunfalmente en andas, Carlos Salvador Bilardo anunciaba que el título tenía un claro destinatario: Osvaldo Zubeldía. Su antiguo maestro había fallecido apenas un año antes, en enero de 1982, y el técnico sintió que en el regreso a la gloria de Estudiantes se debía honrar al hombre que en 1967 había instalado al Pincha en lo más alto del fútbol argentino para luego hacerlo festejar en América y el mundo. El Narigón disfrutaba de ese momento especial que sentía como una reivindicación de la identidad albirroja. Su éxito fue tan contundente que lo llevó, sin escalas, a dirigir a la Selección argentina.

El Mundial de España acababa de terminar sumiendo en una profunda decepción al ambiente futbolero local pues, a pesar del exitismo previo, el Seleccionado se había despedido del cetro de campeón obtenido en 1978. Peor la pasaba el país, que arrastraba la inmensa pena de la rendición argentina en la absurda guerra en las Islas Malvinas con la que irresponsablemente el gobierno militar había intentado ganarse el respaldo popular.  La pelota había comenzado a recorrer las canchas muy poco después de esos dos hechos. Por eso, el Metropolitano de ese año recibió el nombre de Campeonato de Primera División Soberanía Nacional 1982.

Arrancó liderando Vélez, con un lujoso plantel que incluía, entre otros, al goleador Carlos Bianchi, al talentoso y a la vez sacrificado Carlos Ischia y a Norberto Alonso, el ídolo de River que encontró cobijo en Liniers cuando le bajaron el pulgar en Núñez. Después tomó la posta Independiente, que había incorporado a Claudio Marangoni para conformar un espectacular mediocampo con Maranga, Ricardo Giusti, Jorge Burruchaga y Ricardo Bochini, quien no jugó demasiado en ese certamen. Estudiantes no aparecía en los planes de nadie, pero a fuerza de triunfos y grandes actuaciones se transformó en un protagonista estelar.

El Pincha llegó a la cima de la tabla en la 20ª fecha y no la abandonó jamás. Libró una pareja lucha con el Rojo, el único que resultó capaz de seguirle el paso. Bilardo le había dado forma a un equipo que combinaba fortaleza defensiva, despliegue y juego. Mucho juego. El Narigón terminó juntando en la mitad de la cancha a dos exquisitos como Alejandro Sabella, Marcelo Trobbiani  y a José Daniel Ponce -sí, tres creativos- con Miguel Angel Russo, el encargado de correr y sacrificarse para recuperar la pelota.

Las campañas de Estudiantes e Independiente parecían calcadas. Ganaba uno y lo imitaba el otro. Lo mismo pasaba con los empates. Casi no perdían. De hecho, apenas cayeron en tres oportunidades a lo largo de 36 partidos. Es cierto que los de Avellaneda tenían mayor poderío ofensivo -tuvieron en Carlos Morete al goleador del año-, pero la retaguardia de los platenses era poco menos que invulnerable.  

Faltando una jornada para el cierre, con un punto de ventaja para Estudiantes, Independiente venció 3-1 a Talleres. Los pincharratas debían vérselas con Vélez en la cancha de 1 y 57. El primer tiempo finalizó 0-0. En el entretiempo una bomba de estruendo estalló en el vestuario visitante. El DT del Fortín, el Toto Juan Carlos Lorenzo, dispuso que su equipo no saliera a jugar el complemento. La AFA decidió que el partido continuara dos semanas más tarde. Los de Bilardo consiguieron un valioso triunfo por 1-0 con un gol del Tata José Luis Brown.  En esa época no se descontaban puntos. Es más, a los de Liniers les aplicaron una multa mayor por negarse a salir a la cancha que la que recibió Estudiantes por la inconducta de su hinchada.

Ese resultado fue clave para la definición, que se produjo el 14 de febrero de 1983. Faltando menos de diez minutos para el final de su duelo con Racing en Córdoba, el Rojo se topó con un gol del Pato Roberto Gasparini que decretó un incómodo empate en dos tantos. Debía esperar un milagro para que el título no viajara a La Plata.

Y se trataba justamente de una posibilidad muy remota, pues Estudiantes llevaba 12 partidos sin derrotas. Su solidez era abrumadora y resaltaba tan nítidamente como el fútbol que brotaba de los pies del trío Sabella-Ponce-Trobbiani. El rival era un irregular Talleres, también en La Docta. Le costó mucho al equipo de Bilardo en el primer tiempo. Pese a su dominio, se mostró nervioso, atado e incapaz de superar al elenco cordobés dirigido por Daniel Willington.

En los 45 minutos finales se le despejó el camino hacia el título cuando Pachorra Sabella recibió una falta en el área y el Tata Brown venció con un fuerte remate desde los doce pasos a Angel David Comizzo, que en el primer tiempo había reemplazado al lesionado Héctor Chocolate Baley. Un rato después, Trobbiani le marcó el camino del gol a Hugo Gottardi, un temible definidor, que aseguró el triunfo.

Cuando el árbitro Jorge Romero marcó el cierre del partido, Estudiantes se entregó a un enloquecido festejo que había esperado durante mucho tiempo. Y en el medio de la vuelta olímpica, Bilardo se acordó de Zubeldía. El Narigón, siguiendo los pasos de su mentor, había hecho feliz a la porción pincharrata de La Plata con un equipo inolvidable.

LA SINTESIS

Talleres 0 - Estudiantes 2

Talleres: Héctor Baley; Sandro Festa, Luis Galván, Miguel Angel Oviedo, Daniel Riquelme; Néstor Lucco, Daniel Bustos, Ariel Moreno; Carlos Guerini, José Omar Reinaldi, Sergio Daniel Coleoni. DT: Daniel Willington.

Estudiantes: Juan Carlos Delménico; Julián Camino, José Luis Brown, Angel Landucci, Abel Ernesto Herrera; José Daniel Ponce, Miguel Angel Russo, Alejandro Sabella, Marcelo Trobbiani; Hugo Gottardi, Guillermo Trama. DT: Carlos Salvador Bilardo.

Incidencias

Primer tiempo: 35m Angel David Comizzo por Baley (T). Segundo tiempo: Claudio Gugnali por Herrera (E); 8m gol de Brown (E), de penal; 17m Miguel Angel Lemme por Sabella (E); 23m expulsado Lucco (T); 23m Pablo Taborda por A. Moreno (T); 24m gol de Gottardi (E).

Cancha: Estadio Chateau Carreras (local Talleres). Arbitro: Jorge Romero. Fecha: 14 de febrero de 1983.