El nucazo de Guerra

El baúl de los recuerdos. Boca se quedó con el Superclásico del Apertura ´96 gracias a un agónico gol del uruguayo. Fue un cabezazo, pero terminó inmortalizado en la memoria popular como un golpe con la parte posterior de la testa que definió un duelo imposible de olvidar.

 

"Cabeceé, no me pegó en la nuca. En la historia quedó como que me pegó en la nuca... Pero no fue así”. Por más que siempre intentó desmitificar la cuestión, Hugo Romeo Guerra no consiguió eliminar del imaginario popular la idea de que un nucazo suyo definió a favor de Boca el Superclásico del Apertura de 1996. Sea como fuere, el impacto en la testa del uruguayo le dio al equipo que dirigía Carlos Salvador Bilardo un agónico triunfo por 3-2 sobre River en un partido inolvidable.

El destino le reservó a Guerra el papel de héroe ese 29 de septiembre del ´96. Fue la jornada de gloria de ese delantero alto y espigado cuya vida se apagó prematuramente a los 52 años, el 11 de mayo de 2018, por un infarto. Había llegado a la Argentina de la mano de su compatriota Gregorio Pérez, quien buscaba un delantero que pudiera asegurarle goles a Gimnasia y Esgrima La Plata. Muy rápido entabló una excelente sociedad con Guillermo Barros Schelotto. Le fue muy bien en el Lobo. También en Huracán. Pero ese gol a River a los 43 minutos del segundo tiempo en un durísimo partido en la Bombonera lo marcó eternamente.

Cuando Boca y River se encontraron por la 6ª del certamen las dudas se apoderaban del equipo del Narigón. Pese a contar con un plantel repleto de figuras, el técnico no encontraba una formación confiable. Los millonarios también contaban con una envidiable constelación de estrellas en los primeros tiempos bajo las órdenes de Ramón Díaz y empezaban a disfrutar lo que acabó siendo un ciclo brillante, con la entonces reciente obtención de la Copa Libertadores de ese año como punto de partida. Peleaban la punta con Independiente, mientras los xeneizes corrían de muy atrás, en la mitad de la tabla.

No habían tenido tiempo siquiera de terminar de acomodarse en la cancha cuando Roberto Pompei se despachó con un zurdazo desde fuera del área inatajable para Germán Burgos. Un tempranero golazo que obligó a las huestes del Pelado a jugar todas sus fichas en ataque para equilibrar el marcador. Así, el visitante procuró llevarse por delante a su adversario. Gambeteaba el Burrito Ariel Ortega, imponía su clase Enzo Francescoli, metía miedo con su siempre amenazante presencia el chileno Marcelo Salas…

Boca trataba de aguantar el asedio. No pudo sostener la ventaja demasiado tiempo, pues el Matador Salas -el mismo al que insólitamente Bilardo le bajó el pulgar cuando parecía listo para vestirse de azul y oro- empató luego de que el Burrito a pura habilidad le abriera el camino hacia el gol. Los de Bilardo soportaron lo que restaba del primer tiempo, pero más allá de la igualdad transitoria, en el juego habían sido superados por su rival.

Entonces, el Narigón mandó a la cancha a Gabriel Cedrés en reemplazo de un apagado Diego Latorre. El uruguayo, que se había mudado poco antes de Núñez a la Ribera, asumió la misión de mostrarles el rumbo a sus compañeros. Y poco después de su ingreso, envió un centro que se encontró con la mano extendida del paraguayo Celso Ayala que le permitió, desde el punto penal, vulnerar al Mono Burgos con un remate fuerte y al medio del arco para establecer un 2-1 que confirmaba que Boca era otro equipo.

Pasaban los minutos y a los millonarios les costaba nivelar el marcador. En el trámite eran mejores y habían forzado a Carlos Fernando Navarro Montoya a algunas buenas atajadas para mantener arriba a Boca. De tanto insistir, River se topó con el empate cuando Hernán Díaz depositó el centro al medio del área para que Juan Pablo Sorín -sí, los dos laterales se fueron al frente- pusiera el 2-2 con un certero cabezazo.

El Pelado pensó, tal vez, que el partido estaba cerrado. El punto le servía y entonces decidió la salida de Salas y el ingreso de Guillermo Rivarola para defenderse con más gente. El 2-2 se intuía inalterable. El reloj parecía ser un aliado de River.

Faltaba muy poco para el final cuando se produjo una infracción sobre la izquierda, cerca de la mitad de la cancha. Bilardo mandó a todo el mundo al área, como si intuyera que del cielo podía llover el gol de la victoria. Peleando con la retaguardia millonaria estaban Fernando Cáceres y Néstor Fabbri. También Guerra, marcado de cerca por Ayala. Partió el derechazo de Mauricio Pineda, muy alto, en dirección al punto penal. El uruguayo se elevó arqueándose de espaldas y cabeceó, o le dio con la nuca para la mitología futbolera. La pelota terminó dentro del arco del Mono. Boca 3-River 2. Todo por obra y gracia del nucazo inmortal de Guerra.

LA SINTESIS

Boca 3 - River 2

Boca: Carlos Fernando Navarro Montoya; Nelson Vivas, Fernando Cáceres, Néstor Fabbri, Mauricio Pineda; Julio César Toresani, Diego Cagna, Roberto Pompei, Diego Latorre; Hugo Romeo Guerra, Sebastián Pascual Rambert. DT: Carlos Bilardo.

River: Germán Burgos; Hernán Díaz, Celso Ayala, Eduardo Berizzo, Juan Pablo Sorín; Roberto Monserrat, Leonardo Astrada, Sergio Berti, Ariel Ortega; Enzo Francescoli, Marcelo Salas. DT: Ramón Díaz.

Incidencias

Primer tiempo: 4m gol de Pompei (B); 20m gol de Salas (R); 38m Silvio Carrario por Rambert (B). Segundo tiempo: Néstor Cedrés por Latorre (B); 14m gol de Cedrés (B), de penal; 15m Pablo Trobbiani por Pompei (B); 26m Marcelo Gallardo por Salas (R); 26m Guillermo Rivarola por Berti (R); 28m gol de Sorín (R); 35m Marcelo Escudero por Monserrat (R); 43m gol de Guerra (B).

Cancha: Boca. Arbitro: Daniel Giménez. Fecha: 29 de septiembre de 1996.