La difícil tarea de ser periodista en Cuba

Camila Acosta ejerce la profesión en Cubanet, un portal que da cuenta de las restricciones a la libertad de expresión en la isla. El periodismo independiente en el país caribeño es testigo de las complicaciones que viven quienes se oponen al régimencastrista. Allí el Decreto-Ley 370 pretende extender la censura a las redes sociales, sancionando a los ciudadanos y a periodistas independientes por sus criterios críticos al gobierno.

Camila Acosta tiene sólo 26 años, pero pese a su juventud es una de las caras más visibles del periodismo independiente en Cuba. Junto a otros profesionales trabajan en el sitio web de noticias Cubanet, un portal que difunden las actividades que realiza el régimen cubano y las acciones contra la libertad de expresión en la isla.
Esto ha provocado que en reiteradas oportunidades Acosta fuera detenida, multada y 6 veces ha sido desalojada de su apartamento en un intento de intimidarla para que guardara silencio en sus investigaciones, en que cuestiona las versiones locales sobre impactó del covid-19 en la isla.
Actualmente, la joven periodista está finalizando el primer diplomado sobre Libertad de Expresión desarrollado por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en alianza con la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Para conocer un poco más de la realidad de su país, La Prensa la entrevistó a través de WhatsApp, una de las pocas formas de conexión libre con que cuentan para difundir su historia.
 
- ¿Cómo se vive la censura en Cuba post Fidel Castro?
-Por más de 60 años ha habido censura en el país. Lo que ha variado es el contexto. En los últimos años hemos visto un proceso de legalización de la censura, con leyes, decretos o Decretos-Ley muy ambiguos pero que pretenden eso: censurar. Así existe, por ejemplo, el Decreto-Ley 370, que pretende extender la censura a las redes sociales, sancionando a los ciudadanos y fundamentalmente a periodistas independientes por sus criterios críticos al gobierno en redes sociales o por simplemente compartir una noticia que al régimen no le convenga. Se trata de una adaptación a los nuevos tiempos. Con la llegada de internet al país y su cada vez mayor extensión al régimen le es más difícil controlar los criterios adversos. La desinformación y manipulación de la realidad por muchos años fueron de sus principales armas, pues ahora poco a poco solo les va quedando infundir miedo, para así sostenerse en el poder. Internet está contrarrestando cada vez más eso, además de que está mostrando al mundo la verdadera realidad cubana, esa que tergiversan los medios oficialistas.
Debido a esa fuerza, la Seguridad del Estado cubana ha arreciado la represión contra la prensa independiente. Hace poco salió de prisión Roberto Jesús Quiñones, quien cumplió una condena de un año de cárcel por un delito fabricado, pero el trasfondo era su trabajo como periodista independiente. Lo que vemos ahora es que el gobierno se trata de cuidar más ante la opinión pública cubana e internacional, y para ello lo que les queda son las campañas de desprestigio personal a esos periodistas independientes o activistas de derechos humanos. Quiñones logró algo, y fue unir a la prensa independiente, evidenciar la represión y las violaciones a la libertad de expresión en Cuba. Ello, unido a varias campañas internas, por ejemplo, contra el Decreto-Ley 370, también conocido como Ley Azote, ha puesto el foco de atención sobre la prensa independiente en el país. Ello para bien nuestro pues varias organizaciones internacionales se han pronunciado al respecto, denunciando al régimen cubano.
 
-¿Cuán difícil es ser periodista independiente en Cuba?
-Ser periodista independiente en Cuba te convierte en un blanco de ataque constante de la dictadura. No solo afecta nuestra seguridad física y sicológica sino la de nuestros familiares y amigos. Uno de los fundamentos que alega la dictadura cubana a su favor es que en el país no se asesinan periodistas, a diferencia de otros países como México o Colombia. La diferencia está en que, en Cuba, el ataque a la prensa independiente es una política de Estado. No nos asesinan porque su estrategia es otra, saben que la imagen es muy importante, por lo tanto, lo que hacen es trabajar en el desgaste físico y psicológico para hacernos desistir de nuestro trabajo u optar por el exilio. Se trata de irnos matando en vida: más efectivo y pueden manipular mejor la opinión pública.
Cómo lo hacen: Con condenas a prisión por delitos comunes, siempre fabricados por la Seguridad del Estado, sin garantías del debido proceso pues en Cuba hasta los tribunales, los abogados y los jueces responden al gobierno. Nos arrestan en la vía pública sin orden judicial, no nos leen nuestros derechos o nos permiten avisar de nuestro paradero, es decir, nos secuestran; nos interrogan por varias horas, siempre amenazando, chantajeando... los agentes de la Seguridad del Estado son maestros en la tortura psicológica. Varias horas o noches en un calabozo, sin comer o bañarse, o varias horas de interrogatorios hacen cuestionarse a cualquiera si vale la pena tanto sacrificio. En prisión, estamos aún más expuestos a los atropellos e incluso golpizas o atentados de reclusos enviados por la Seguridad del Estado con ese fin. En uno de mis interrogatorios con el represor Alejandro (nombre que no es real, este es solo un pseudónimo) me dijo: ``Y cuando salgas de aquí voy a llamar a mis colegas de la Isla de la Juventud para que visiten a tus abuelos, sabemos que ellos están delicados de salud y lo que les suceda de ahora en adelante será culpa tuya''. Mis abuelos tienen casi 80 años y tienen varias enfermedades propias de la edad. Si algún día llegan a un hospital, aunque el motivo no sea grave, sé que puedo esperar lo peor. Quizás hasta usen eso para hacerme desistir, como ya les han hecho a miles de cubanos: o abandonas el país o tu abuelo, madre, padre..., en el hospital, no saldrá de esta con vida. El vínculo con periodistas en el exilio ha aumentado con el internet. Yo, por ejemplo, colaboro con colegas de Radio y TV Martí, siempre que necesitan saber de la situación de Cuba. Ellos también nos ayudan dándonos visibilidad cuando padecemos algún hostigamiento.
 
DETENCION
-Hace poco te detuvieron por unas horas, ¿podrías contarme qué motivos adujeron las autoridades?
-Esto sucedió el viernes 31 de julio de 2020. Estaba en el Parque Central de La Habana, esperando a unos amigos. Estaba incluso cumpliendo las normas de distanciamiento social y el uso de la mascarilla sanitaria. Se me acercaron dos oficiales de la policía, una vestida de uniforme y otra de civil. Me pidieron el carné de identidad y me dijeron que era una inspección de rutina. Por supuesto, sabía que no era así. Si algo aprendes es que nada de eso es casualidad, antes de hacer periodismo ni siquiera sabía lo que era estar en una estación policial. Sabiendo esto, que no sería casualidad, comienzo a transmitir en vivo desde mi perfil de Facebook. El CI parece que lo pidieron para cerciorarse de que era yo la persona que buscaban, luego me pidieron el teléfono y me negué, fue entonces que me condujeron para la patrulla policial y luego a la estación. De camino a la patrulla, veo al represor Alejandro, el encargado de reprimirme, y entonces me doy cuenta de que estaba en lo cierto, no era casualidad. En ningún momento me dijeron el motivo, ni me leyeron mis derechos ni me dieron derecho a una llamada telefónica para avisar de mi paradero. La paranoia es constante, nos obligan a eso. Si alguien se queda demasiado tiempo mirándonos es de la Seguridad. Por teléfono apenas hablo porque me lo tienen pinchado. De hecho, mi teléfono está apagado y lejos de mí porque la Seguridad me estaba localizando de esa manera para amenazar a todo el que me rentaba vivienda y así dejarme en la calle. Y para nada de eso tenemos otra solución que no sea la denuncia en los medios de prensa y en organizaciones internacionales, lo que significa que la impunidad de los criminales y sicarios es lo que impera.
 
-¿Cuán difícil es hacer periodismo de investigación y sin contar con ningún tipo de respaldo legal?
-El periodismo independiente en general no cuenta con respaldo legal ninguno. Si bien el artículo 54 y 55 de la nueva Constitución de la República, de 2019, reconoce la libertad de pensamiento, conciencia, prensa y expresión, en el artículo 55 lo limita al especificar que "los medios fundamentales de comunicación social, en cualquiera de sus manifestaciones y soportes, son de propiedad socialista de todo el pueblo o de las organizaciones políticas, sociales y de masas; y no pueden ser objeto de otro tipo de propiedad".
De tal manera, aunque aún no existe una ley que lo complemente, se ha cerrado la puerta al reconocimiento de los medios y periodistas independientes, ambos han sido criminalizados. Asimismo, como todas las instituciones responden al Estado, ninguna puede dar declaraciones a la prensa independiente. Este nivel de secretismo lo sufren incluso los periodistas oficialistas, quienes muchas veces deben solicitar información formalmente, con cartas firmadas por el medio de prensa. Y, además, debemos tener presente que las estadísticas o informaciones oficiales la mayoría de las veces están tergiversadas. Por ejemplo, se ha alertado que las cifras de infecciones de coronavirus están muy por debajo de las reales. En casos como estos, dependemos de fuentes anónimas y buen posicionadas en altas esferas para dar con la verdad de los asuntos. Pero es muy difícil hallar personas con esa valentía, el miedo y el oportunismo prima en todo.
 
-¿Te afectó en algo ser mujer e intentar ejercer tu profesión?
-Te respondo con dos anécdotas de interrogatorios. Una es que, al principio, cuando los oficiales de la Seguridad del Estado intentaban aún hacerme "entrar en razón", me decían que era muy joven y bonita como para desperdiciar mi juventud, mi vida... que pensara en mis hijos, en mí que a ellos les pudiera pasar un día. En otra ocasión, el represor Alejandro me dijo: te vamos a llevar a prisión, pero no directamente a la cárcel porque las cárceles están muy llenas. No, tú lo que llevas es trabajo correccional sin internamiento, y en lo que más hace falta, limpiando calles. También son mayormente mujeres las que son obligadas a desnudarse cuando están detenidas. A muy pocos hombres les ha sucedido. Es su forma de humillarnos.
 
APERTURA
-Luego del gobierno de Fidel Castro se habló de cierta apertura al mundo, ¿fue así? ¿cómo lo ves?
-En comparación con los años de Fidel, que todo estaba más centralizado y controlado, sí, ha habido cierta apertura. Antes de 2013 los cubanos debían pedir permiso al gobierno para viajar al extranjero. Con Raúl Castro se permitió en trabajo por cuenta propia, es decir, medianamente privado (porque no existe garantía de que en algún momento el gobierno no pueda expropiar tu negocio, como ha sucedido en múltiples ocasiones), como bares, restaurantes, cafeterías... También se ha legalizado la compra y venta de viviendas, autos.
La importación de productos y recientemente también la exportación de privados o de productos de producción privada. Pero todo ello se ha debido a la necesidad de diversificar la economía ante las constantes crisis económicas. Aun así, el cubano sigue expuesto a expropiaciones y violaciones de sus derechos sin garantías judiciales. Es además un rojo del gobierno pues la ley tributaria establece que si una persona, con la importación de productos y recientemente también la exportación de privados o de productos de producción privada. Pero todo ello se ha debido a la necesidad de diversificar la economía ante las constantes crisis económicas.
 
-En los últimos meses se habló sobre los médicos cubanos que viajaron a distintos países aquejados por el covid19, ¿cómo percibís esa asistencia y la controversia que surgió entorno a la prestación económica en dólares que recibió el régimen?
-Primero, es cierto que el servicio de los médicos cubanos que el régimen exporta se trata de trabajo esclavo. Hace poco en Bolivia se daban datos sobre el salario que percibían estos en comparación con lo que pagaba el gobierno por el servicio de ellos. Al final, el régimen cubano, como intermediario, se quedaba con más de 70 por ciento de los salarios de esos médicos. Y así ocurre en todos los países en los que se hallan estos profesionales cubanos de la salud. Con el coronavirus ha sido igual, exportación de trabajo esclavo. Para el régimen cubano era algo urgente esta entrada de dólares ya que había paralizado uno de sus renglones fundamentales: el turismo. Ya en Venezuela han fallecido al menos 4, según las cifras oficiales. También se ha utilizado esto para hacer campaña a favor de la nominación de los médicos cubanos al Premio Nobel de La Paz. Lo otro es que estos médicos son utilizados además para llevar el adoctrinamiento ideológico a otras regiones, o para camuflar el espionaje. De los datos ofrecidos por el gobierno de Jeanine Añez sacamos además que menos de la mitad de los profesionales supuestamente de la salud que había en ese país eran realmente médicos o especialistas del gremio. ¿Qué sucedía con el resto? Militares, agentes de la Seguridad Cubana, espías que controlaban a los médicos. A Italia estos médicos llegaron con la imagen de Fidel y el Che Guevara. Y están los médicos, pero también los maestros que han llevado también a cumplir misiones similares, de adoctrinamiento. Los médicos cubanos son también víctimas de este sistema. Te puedo asegurar que la mayoría van a esas misiones por cuestiones económicas. Es muy difícil que el incentivo sea la mera solidaridad humana a tus hijos le faltan zapatos para ir a la escuela o no tienen qué comer o vestir. Tengo una amiga, especialista en estomatología, que se vio obligada a ir a Venezuela, pasando hambre por dos años, porque en Cuba vivía en una casa de madera que se estaba derrumbando. Vivía con su madre y su hija, pero era el único sustento de su familia. Su salario en Cuba no le alcanzaría, ni en 10 años, para mejorar su situación de vivienda. En dos años en Venezuela, al menos pudo comprarse una modesta casa, y ahorrar para subsistir modestamente unos dos años más. Cuando se le acabe el dinero tendrá que volverse a sacrificar ella y su familia, e ir nuevamente de misión.
 
-¿Se habla algo allá de sobre la estadía de Cristina Kirchner y de su hija?
-Acá en Cuba no se supo nada. Yo lo supe por los medios extranjeros. Ese tipo de cosas se manejan como secretos de Estado. Apenas se supo algo, por ejemplo, cuando Hugo Chávez se estaba atendiendo su enfermedad acá, o cuando Maduro ha venido a La Habana a "pedir consejos". Se sabe, pero solo eso, sin muchos detalles.
 
-¿Cuáles son tus sueños para el futuro del periodismo en Cuba?
-Un país libre, con democracia, Libertad de Opinión y Expresión, donde se promueva la tolerancia, el respeto al derecho ajeno, donde convivimos los cubanos de diferentes ideologías o maneras de pensar, donde el periodismo sea un servicio de bien público, fiscalizador del poder, y no que esté al servicio del poder y, por tanto, en detrimento del bien público.
Un periodismo que sea capaz de manifestar que el presidente es un corrupto, y de acceder a esas pruebas sin más trabas que las mundialmente normales, y que por ello no enfrente la prisión o la muerte. LIBERTAD, esa ese el mayor anhelo de los cubanos en todos los ámbitos.