Mirador político

Estrategia equivocada

En los últimos días se conoció una encuesta de la consultora Management & Fit con un dato clave: si hoy se realizaran elecciones, más de la mitad votaría contra el gobierno: el 50,7%. Sólo el 36% repetiría su voto de hace un año a favor del kirchnerismo.­

El desgaste sin precedentes de la figura presidencial en apenas 10 meses fue gatillado por el mal manejo de la economía antes y durante la pandemia. Los errores precipitaron una fuerte crisis cambiaria e índices macroeconómicos excepcionalmente negativos en materia de nivel de actividad, empleo y pobreza, entre otros.­

Alberto Fernández no fue, sin embargo, sólo golpeado por el dólar. Sufre una crisis de liderazgo que impactó sobre las expectativas. El 67% de los consultados cree que la actual situación económica es peor que la del año pasado. Pero lo desalentador para el presidente no es la comparación, sino que el 60% cree que el año próximo estará peor. Esto es consecuencia de una suma de factores: pifia el diagnóstico y tiene un poder recortado que su vicepresidenta le ha recordado inoportunamente.­

El año que viene es electoral y ese 60% de pesimismo es el embrión del voto castigo. Fernández lo sabe y sabe también que ya comenzó la cuenta regresiva para intentar revertir el escenario en medio de condiciones adversas de las que es en gran medida responsable. Esto no se arregla con alquimia electoral ni eliminando las PASO.­

Otra persona que lo sabe es su mandante, Cristina Kirchner, que lanzó una "blitzkrieg" para influir sobre la justicia en tres frentes: 1) con el nombramiento de jueces afines, 2) con el desplazamiento del actual procurador general de la Nación y 3) con la reforma de la ley con la que se nombrará su sucesor.­

Como no cuenta en el Senado con la mayoría de dos tercios exigida por la norma actual, quiere que la designación se haga con un número menor. Si cambia a su gusto al jefe de los fiscales, se repetirá un episodio similar al de la Oficina Anticorrupción: las causas penales que la inquietan pasarán a inquietarla menos.­

La súbita premura de la vicepresidenta es la muestra de escepticismo sobre el porvenir de Fernández que tal vez más lo daña. Si su gran electora no cree en él, qué esperar de los compradores de dólares.­

El recelo de estos últimos se funda en buena medida en el despiste del gobierno. El viernes pasado hubo llamadas a banqueros y operadores del dólar contado con liquidación para suspender ese tipo de transacciones. La semana anterior el ministro Martín Guzmán había hecho lo contrario: reducir el `parking' para estimularlas.­

A estas idas y vueltas que provocarían el escarnio general a un gobierno no peronista, se suman otros efectos perjudiciales del desmanejo cambiario como la incipiente escasez de insumos y de repuestos cotizados en dólares y la inflación en los alimentos. El Gobierno se vanagloria de poner millones de multas a los comerciantes, pero eso no frena los precios. Tampoco frenará el voto castigo. Si quiere evitar una derrota electoral, el gradualismo demostró hasta aquí ser una estrategia equivocada. Debería probar otra.­