​Mirador político

Explícita toma de distancia




Cristina Kirchner tomó claramente distancia ayer de la gestión de Alberto Fernández. Lo hizo con un extenso mensaje escrito en un estilo apenas oblicuo.

Su irrupción es un dato de primer magnitud por al menos tres razones. Primero, porque es el sostén de un presidente que carece de votos propios. Segundo, porque reconoce la existencia de una crisis económica `agobiante' y sin horizonte. Y tercero, porque justifica el haber elegido a Alberto Fernández como presidente por su experiencia junto a Néstor Kirchner y por tener `diálogo con los distintos sectores'.

Se autoperdonó. Fue una clara absolución de posición: los antecedentes lo avalaban, la gestión ya es asunto de él. Querían un gobierno de diálogo; ahí lo tienen.

El diálogo no es un mérito para la vicepresidenta. El sector empresario que, según ella, la criticaba durante su gestión por no ser oído terminó `agrediendo' a Fernández en el coloquio de Idea. Un reproche a dos puntas. Fernández se prestó a confraternizar con el `enemigo' y terminó burlado. Ratificó de esa manera la necesidad de confrontar con los poderes de hecho que la acusaron de sectaria y autocrática durante sus ocho años en el poder. Pero el de Idea no fue el único error de Fernández. También armó mal su gabinete. Hay `funcionarios que no funcionan' y tanto aciertos como `desaciertos', de acuerdo con el diagnóstico de su vice. No es sólo una víctima como fue ella de una conspiración de los oscuros poderes corporativos; comete errores no forzados.

El punto central del mensaje es de todas manera el vinculado con la autonomía del presidente. Rechazó el argumento de un Fernández `títere' manejado por ella y sostuvo que es `imposible' que no sea el presidente el que toma las decisiones de gobierno. Sobre los ministros, secretarios y subsecretarios designados por su influencia, los militantes de la Cámpora en el PAMI y la Anses no hizo ninguna referencia.

Para que su mensaje no fuera entendido como una mera crítica falta de propuestas, la vice hizo un diagnóstico. Opinó que la crisis es producto de el presunto `bimonetarismo' de la economía nativa. Curiosa teoría, porque el problema no es que Argentina tenga dos monedas, sino que por el abuso de emisión se quedó sin ninguna.

Pero sus reflexiones no terminaron allí. Para salir de la crisis plantea la necesidad de un acuerdo de todos los sectores, iniciativa realmente sorprendente. ¿Incluirá también a los empresarios y al macrismo? En resumen, su carta autoexculpatoria es una mala noticia para Alberto Fernández: no hubo ni hay cheque en blanco. La crisis llegó demasiado lejos.