Economía y liberalismo

Reflexiones en tiempos de pandemia (Entrega Nº 3)

Me propongo diferenciar la economía política propiciada por el liberalismo frente a la deformación del neoliberalismo. Los políticos que se proclaman de "izquierda" han transformado al neoliberalismo en un monstruo de siete cabezas que asecha todos los derechos sociales y económicos conquistados por el Estado de Bienestar. Ello es así porque el liberalismo no goza de buena prensa, incluso antes de que se lo confundiera adrede con el neoliberalismo. Por tanto, defenderlo es remontar una dura cuesta intelectual de prejuicios y desconocimiento.­

Una primera distinción fundamental es que del liberalismo, entendido como una suma de principios superiores filosóficos, políticos, morales y de derechos, se derivan principios de una sana economía política. Para el liberalismo, el hombre no es homo economicus sino primariamente homo en toda su integridad.­

En cambio, el neoliberalismo es un desvío teórico que convierte al hombre en pura res económica, y tiene sus antecedentes en la visión de la acción humana o praxeología, tal como lo defendiera Ludiwg Von Mises. Mises no duda en sostener que "la libertad de que disfrutó la gente en los países democráticos de Occidente durante la época del viejo liberalismo no fue producto de las constituciones, las declaraciones, las declaraciones de derechos del hombre, las leyes o los reglamentos. Mediante tales documentos se aspiraba simplemente a proteger la libertad surgida del funcionamiento de la economía de mercado contra los atropellos de los funcionarios públicos".­

La exageración que contiene esta frase hizo muy sencilla la crítica del complejo mecanismo social del mercado por parte de los enemigos de la Sociedad Abierta. De acuerdo con las tesis de Mises, merece llamarse economicismo a todo corpus teórico de pensamiento que privilegia la libertad económica por sobre la vasta riqueza del orden general de la libertad. Su lema podría ser otra tajante definición de Mises: "no hay más libertad que la que engendra la economía de mercado".­

En este marco conceptual, el neoliberalismo se mueve principalmente en el ámbito de la economía y no afecta a los principios liberales clásicos. De allí que dentro del terreno de la economía, y descartado el economicismo a ultranza, introducimos la segunda distinción fundamental: aquella que diferencia una sana economía política del neoliberalismo.­

­

LOS OBJETIVOS­

En los países centrales, el neoliberalismo es una doctrina que persiguió los siguientes objetivos: 1)- Reducir la intervención del Estado en la economía, liberando y desregulando mercados. 2)- Promover la reducción del gasto público y la privatización de empresas del sector público. 3)- Reducir los impuestos para alentar la inversión y el crecimiento.­

Según las críticas habituales, el neoliberalismo fue un movimiento conservador que se resumió en su intento de desmantelar el Estado de Bienestar. Sin embargo, la verdad es que en las naciones desarrolladas todas las fuerzas políticas, incluyendo las de centro derecha, contribuyeron a crear el Estado de Bienestar y que todas vivieron hasta la crisis del petróleo en 1973 una era de prosperidad e igualdad social única en la historia de la humanidad.­

La crisis del petróleo afectó a la economía mundial como no se conocía desde 1930 (tuvo una segunda fase aguda en 1979). El impacto del abrupto incremento de los precios del petróleo produjo una elevación sin precedentes de la tasa de inflación. Bajo la presidencia de Carter, el índice de precios alcanzó el 13,5% anual, un número exorbitante para los estadounidenses (la tasa de descuento de la Reserva Federal llegó a un sideral 21,5%). Este descalabro económico le dejó servida la presidencia a Ronald Reagan, quién asumió en 1981. Cuando se retiró en 1989, el índice de inflación había bajado al 4,8%.­

En Gran Bretaña las cosas no funcionaban mejor: en 1975, el índice de inflación trepó hasta el 24,2% y se mantuvo en dos dígitos incluso con Margaret Thatcher en el poder desde 1979. Al final de su mandato, se había reducido al 7%.­

Menciono estos antecedentes porque se olvida el shock que significó la política de alza de precios de la OPEP. Y que en el mundo se comenzara a hablar de estanflación, es decir, una funesta combinación de estancamiento e inflación elevada. La revolución conservadora que llevaron adelante Thatcher y Reagan produjo indicadores positivos en crecimiento del PBI y reducción del desempleo, siendo artífices de superar la seria crisis planteada por la suba del petróleo. Al lado de estos datos positivos, corresponde mencionar los negativos, básicamente el fuerte aumento de la desigualdad entre los diferentes estratos de la población. Un dato que, con justicia, es el flanco débil expuesto de sus políticas y que dio origen al término neoliberalismo. Pero ello no implica descalificar a la economía política del liberalismo.­

­

SANA ECONOMIA POLITICA­

El liberalismo económico en el siglo XXI, equivalente a una sana economía política, sigue basándose en muy pocos principios básicos, que las naciones que desarrollaron el Estado de Bienestar nunca dejaron de aplicar: Primer principio, la vigencia del Estado de Derecho y la seguridad jurídica de la propiedad y los contratos. Segundo principio, el funcionamiento del mercado como único procedimiento conocido para fijar precios, determinar incentivos y promover la competencia. Póngale el lector todas las regulaciones que desee y verá que por debajo de ellas, el mercado es todavía hoy la clave de la economía occidental. Tercer principio, el mantenimiento a largo plazo y sustentable de tasas reducidas de inflación.­

Esto es todo lo que el liberalismo económico defiende. Sin estos tres pilares no se puede afirmar que existe en un país una economía basada en principios liberales. Ni tampoco podría existir sin ellos el Estado de Bienestar. Por supuesto, a partir de estos tres pilares, se abren distintas combinaciones de economía política. Habrá opciones más proteccionistas y otras más aperturistas. Estarán quienes apliquen tasas impositivas más progresivas. Algunas opciones darán un rol más activo al Estado, como en Europa donde los gobiernos proveen, por ejemplo, sistemas nacionales de salud, administran empresas, etc. Y otros que delegan esas funciones, o servicios o producción, en mayor medida en la actividad privada. En los Estados Unidos existen poderosas agencias federales como la NASA y la inversión del presupuesto en armamentos es cuantiosa. Sin embargo, los fabricantes que aportan bienes al complejo aeroespacial y producen armas son privados, los que les garantiza la máxima capacidad de innovación. Pero cualquiera que sea la combinación, los tres pilares del liberalismo económico estarán siempre presentes.­

Se aprecia, entonces, que al imponerse una visión negativa del neoliberalismo se englobó en la misma zona oscura al tradicional liberalismo económico de Occidente, atacando a la par al liberalismo como corriente de pensamiento y doctrina política que ha traído los mayores beneficios a la humanidad. Como decía Ortega, se logra que todos los gatos sean pardos. Es la misma estrategia descalificadora de la que abusaba el comunismo para desprestigiar a la democracia llamando "democracias populares" a las naciones prisioneras de su yugo.­

El liberalismo político y el económico es una doctrina integral que excede de que se adopten ciertas medidas de gobierno en particular. Privatizar no convierte de por sí en liberal a un político. Si abandonamos el campo restringido de la economía, el liberalismo, la democracia liberal, es una suma de principios y valores bien establecidos. Es la vigencia del Estado de derecho, del respeto a la propiedad privada, de la promoción y protección de los derechos y garantías individuales, de la libertad como expresión esencial del hombre, de igualdad de oportunidades y ante la ley, y de un proceso justo, del pluralismo político y el respeto de las minorías, de la libertad de pensamiento, de la tolerancia y la neutralidad moral ante los actos privados de los hombres y ante las creencias religiosas, de la igualdad de hombres y mujeres, del combate a toda forma de discriminación racial, sexual o de clase, del amparo de la diversidad cultural.­

Históricamente, el liberalismo derrotó a los absolutismos, que sometían a los hombres al arbitrio caprichoso del soberano, y limitó la injerencia del poder público en la esfera privada de los hombres. E incluso proclamó el derecho de resistencia ante las tiranías.­

El venerable liberalismo, incluso el liberalismo económico que resumimos con sus tres principios básicos, alumbró la democracia liberal y la sigue sosteniendo a pesar de quienes lo critican por emparentarlo con el reciente neoliberalismo. Quienes lo hacen, por intencionalidad ideológica o por desidia intelectual, no comprenden que el propio Estado de Bienestar no existiría sin el liberalismo político, sin su visión filosófica y sin los pilares de su vertiente económica. La retórica de los críticos del liberalismo han encontrado en la crítica al neoliberalismo el caballo de Troya para arruinar la concepción liberal de la sociedad. Con ingenuidad, o cuando menos con pasividad, el pensamiento liberal se ha enredado en esta disputa mal planteada y en buena medida, la ha perdido.­

­

POTENCIA DE CAMBIO­

El neoliberalismo surgió como una reacción económica frente a ciertos y determinados excesos del estatismo y debido a la crisis del petróleo que llevó a privilegiar el equilibrio de las variables macroeconómicas por sobre la microeconomía de las personas. Sin embargo, cabe esperar que la sociedad liberal, que contuvo en sí las potencias para transformarse y evolucionar desde la cruda economía manchesteriana a la sociedad más integrada del siglo XX, tenga la potencia de cambio que traen en su seno la libertad y la democracia como bases de organización social, y que ellas aporten soluciones para los complejos problemas que la humanidad afronta en el siglo XXI.­

­

­

* Miembro del Club Político Argentino.­