LA ENSEÑANZA ARTISTICA ES UN MEDIO IDEAL PARA INTEGRAR, VALORAR LO PROPIO Y FOMENTAR LA PAZ

Arte, cultura y educación (II)

POR ANA LUCIA FREGA *

El ámbito de los lenguajes del Arte es, cada día, más y más considerado por los pensadores contemporáneos de la educación de todo el mundo, muchos de ellos implicándose en reflexiones como las que se formularon en la primera parte de esta nota, y que comparten preocupación y dolor ante tanta estimulación de lo peor en contenido y en forma.

Muéstrase el arte como medio valioso de creación, así como es evidente su acción efectiva en el desarrollo de variadas facultades del ser humano, por lo que se constituye en un posible estimulador de aprendizajes específicos y comunes -a la vez- a diferentes accionares de la persona humana.

Educación por el Arte y para el Arte son, entonces, metas pedagógicas que, utilizando los mismos materiales, permiten experiencias didácticas focalizadas (para el Arte) o de amplio espectro formativo (por el Arte).
En los difíciles momentos que vive el país -y por ende la escuela- a los que hice referencia, me ha parecido oportuno poner algunos ejemplos concretos y básicos de contenidos y acciones que, en el marco de las funciones de Arte en la educación general de ese educar por y para el arte, nuestra área puede atender, desde la diversidad de sus lenguajes de expresión.

ACERCA DE LA PAZ

La capacidad del Arte para generar acciones de integración en el equilibrio individual/grupal son muchas, variadas y enriquecedoras.

Preparar, utilizando materiales varios como recortes de diarios o de telas, una serie de títeres de guante, de varillas o según alguna otra técnica, es artesanía accesible que brinda la posibilidad de varias acciones de integración social. Si bien cada niño construye su propio títere (acción individual, en la que se desarrollan destrezas motoras y se ejercita el gusto por la combinación de formas y colores), la obra individual terminada puede ser la motivación para, por ejemplo, cantar una canción por parte de algunos niños, mientras otros escenifican una narración o pequeña obra teatral, escrita por los mismos alumnos.

Naturalmente, los temas pueden referirse a las situaciones que ocupan a la comunidad en estos momentos, construyendo ideas de superación de los mismos, evitando la estimulación de rencores y generando propuestas constructivas de soluciones para los desafíos, a partir de intercambios de posibilidades entre alumnos y docentes.

Enseñar a construir y a querer lo hecho con las propias manos, aún en su sencillez, en vez de esperar el objeto regalado, fortalece la autoestima como ya he dicho, al descubrir que el esfuerzo individual o asociado con otros permite alcanzar la meta elegida.

En ejemplos interesantes para nivel de aula, y con foco en la educación para la paz, la Unesco ha concretado varias publicaciones en los últimos años, con lo que deseo señalar que el tema tiene relieve, que no nos ocupa solamente a los argentinos, que existen posibilidades comprobadas de desenvolvimiento de las capacidades individuales y grupales.

La sugerencia más arriba anotada, el uso del títere en la escuela, no es por cierto novedosa. Pero, quizás y como diría la inefable Mafalda, también en esto deberíamos volver a los clásicos.

Recuerdo acciones de mis tiempos de docente de música en inicial cuando -en equipo con la maestra jardinera y la docentes de artes visuales- escenificamos la canción de María Elena Walsh "La vaca estudiosa": los niños pintaron los telones para el teatrito; construyeron títeres que después manipularon; cantaron la canción; dialogaron con los intérpretes. El texto, que enaltece el interés y el amor por el estudio y la escuela, en su transcurrir metafórico de aceptación de la diferencia (la vaca entre los niños es símbolo de la diversidad que se acepta, del derecho que se reconoce, incluso a los mayores) significa un aporte o experiencia directamente conectada con una preparación para la paz.

Si esta "puesta en escena titiritera" es llevada a un hogar o residencia de ancianos, por ejemplo y tampoco es ésta una acción novedosa en nuestra historia de la educación, se promueve el ejercicio de la "donación" o regalo de lo que sabemos y podemos hacer, además de constituirse en un gesto de integración barrial, de acercamiento a la familia, de apoyo a la tercera edad, de solidaridad; todo lo cual es decir respeto humano. De cada uno hacia sí mismo y hacia los demás.

Si pienso en todo lo hasta aquí descripto, la única "novedad" es seguir haciéndolo, no bajar los brazos, no criticar lo que no se tiene. La "novedad" está constituida por el seguir confiando en la acción valiosa de la educación y, en el desenvolvimiento de ella, en los pequeños gestos, esos que construyen los hábitos. Buscar este tipo de soluciones parece poner poco al alcance de quienes no ocupamos el poder, pero son la savia que alimenta el alma de cada uno de nosotros, en nuestra modestia, que es nuestra fortaleza.

EN MATERIA DE UNIDAD

Caminando por la calle, tiempo atrás, vi y participé en el desfile de la banda de Granaderos: tocaban la Marcha de San Lorenzo y el público en las calles, espontáneamente, se unía en el canto de sus estrofas. ¿Por qué? Parece que ese retorno a haceres de aquella infancia, a ese cantar en la escuela, se sentía como una necesidad de participar, de estar unidos en algo que se conoce y puede hacerse con espontaneidad. Generó, este hecho, las reflexiones que siguen.

Desde el punto de vista educativo, esta canción es uno de los temas que se constituyeron, durante décadas, en excusa didáctica para rendir honores a San Martín; para recordar la gesta del 3 de febrero de 1813; para hablar de unidad nacional; para dibujar el acontecimiento; para teatralizar situaciones.

Hace tiempo que sabemos que el sentido de Patria se construye. Sabemos que la noción de pertenencia es adquirida, ya que no se hereda. Nuestro generoso país, que fue diseñado en el respeto y protección de las diversidades culturales de sus inmigrantes, necesitó sin embargo cultivar la unidad. Generar el uso de un mismo idioma, por ejemplo. Aunar voluntades alrededor de una bandera. Por todo esto, es grave error -quizás generado por ignorancia- modificar sustantivamente como se ha hecho, las canciones que como la que me ocupa se han instalado en la memoria popular, facilitando su canto en familia favoreciendo las conexiones intergeneracionales.

Lo hizo y lo sigue haciendo, entre otras actividades educativas, con el cultivo de las manifestaciones artísticas en las que el pueblo de las diversas regiones de nuestro rico país ha sabido expresarse.

Si se observa la alfarería por ejemplo -y se la practica en el entorno escolar aún en sus técnicas más simples- se aprenden los rasgos comunes y los diferenciados de las artesanías propias del Altiplano y de aquellas que caracterizan nuestra zona noreste, diferencias y similitudes que pueden aplicarse al análisis de fotografías de cacharros y ollas, sus decoraciones y colores naturales, su utilidad y uso, así como la armonía y la proporción de sus formas y la tersura de las texturas. Conocemos a nuestra gente, aprendemos nuestras riquezas y las valoramos: nos sentimos poco a poco, nuevamente orgullosos de ser argentinos al saber algo más acerca de qué y cómo somos.

Si extrapolamos esta observación hacia todo el país y todos los tiempos, la noción de semejanza y unidad de logros se potencia. Esto, sin desmedro del acercamiento a las naciones vecinas, a los pueblos hermanos, con los que coincidimos en idioma, en muchas de nuestras tradiciones, de los que también nos diferenciamos respetuosamente.

La función de los lenguajes propios de la expresión artística es en estos temas de formación para la paz y la unidad, una posibilidad muy importante que el sistema educativo argentino debe recuperar y desarrollar. Volver a leer las "Fuentes para la transformación educativa: área educación artística", en los tres documentos que las constituyen sería ejercicio útil para encontrar temas, actividades y bibliografía para este significativo aspecto del hoy nacional: trabajar para la paz y la unidad de nuestro país.

CONCLUSIONES

Estas reflexiones tan simples, tan cotidianas, me ayudan a terminar así:

* el arte es una dimensión natural y propia del ser humano, que no debe escatimarse a nuestros alumnos;
* la cultura se construye, desde el comienzo de la vida en la familia, hasta la labor de la escuela y de todos los agentes que conscientemente participan de esta noble e importante tarea;

* la educación debe recuperar el respeto y el lugar que nuestros antepasados le confirieron, no cejando en los deberes de ayudar a los sujetos de la educación a desarrollarse en plenitud, negándose a reduccionismos empobrecedores, que no respetan la posibilidad de desarrollo espiritual que -sabemos- es dimensión real de crecimiento deseable para nuestra población.

Sé del desafío enorme que todo esto significa, hoy y aquí. Sé que hay confusión, desvalorización. Sé de la cobardía de muchos que no se animan a denunciar el bastardeo de la misión que queremos y sabemos cómo cumplir.

Sé que la televisión de aire está cumpliendo una función deletérea, implantando nociones de seudo elitismo para justificar el deseo evidente de sumergir a los individuos en una nueva barbarie. No nos merecemos esto. No la República Argentina, con su pasado/presente de riqueza, de diversidad, de respeto, de belleza, de ideas, de arte, de cultura.

Este mensaje es para que nos animemos. Hoy hay que ser fuerte. ¿Que nos piden canciones chabacanas, gestos procaces, imágenes vulgares? ¿Que se escudan en ser "actual", o en la "moda", en lo "joven", o en que los chicos "no quieren"?

Nos están mintiendo, buscan que seamos irredentos ignorantes que, por falta de ideas y de técnicas, no sepamos salir de lo básicamente primitivo nunca y por ningún motivo.

La tierra de Spilimbergo y de Berni; la de Ginastera y Piazzola; la de Sábato y Borges; la de Ferri y Boca; no puede permitir que sus futuras generaciones sean formadas desde esa torpe acción manipuladora.
Desde el arte, educando y formando otra cultura, podemos ayudar para que los más gocen de tanta riqueza como nosotros, la gente del arte, hemos aprendido a hacer y a gustar.

* Profesora especializada en la educación musical, Doctora en Música y miembro de número de la Académica Nacional de Educación de Argentina.