A 85 años del asesinato en el Senado de Enzo Bordabehere­

El sangriento hecho, que tuvo como principal protagonista a Lisandro de la Torre, conmocionó a la opinión pública, mantuvo en vilo al gobierno de Justo y marcó un antes y un después en los debates parlamentarios.­

"Un atentado sin precedentes en la vida parlamentaria en el país, puso una nota trágica en la reunión efectuada ayer por el Senado", tituló La Prensa en tapa, con grandes letras, aquel miércoles 24 de julio de 1935. Y agregó: "Fue muerto a balazos el senador electo por Santa Fe, doctor Enzo Bordabehere, y resultaron heridos el Ministro de Agricultura, ingeniero Duhau, y el diputado Rafael Mancini".­

El sangriento hecho conmocionó la opinión pública y mantuvo en vilo al gobierno del general Justo quien apeló al silencio y sólo decretó que la bandera nacional esté a media asta, en señal de duelo, el día de la inhumación de los restos del legislador santefecino. También reveló una profunda red de corrupción gubernamental, la dependencia económica con el Reino Unido y las eternas diferencias sociales.­

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"PATRIA SI, COLONIA NO"­

El general Justo, al asumir el Gobierno en 1932, tuvo que afrontar la más grave crisis financiera mundial del Siglo XX, "La Gran Depresión", originada en los Estados Unidos en 1929. Casi todas las potencias mundiales apelaron a las medidas proteccionistas. Las tomadas por Inglaterra afectaron directamente a la Argentina ya que adquiría el 90% de nuestra producción ganadera. El gobierno de Justo no tardó en implementar una batería de reformas para garantizar la estabilidad económica local y regular el comercio exterior. En este contexto se firmó el pacto Roca-Runciman. El polémico tratado fue rubricado en Londres, el 2 de mayo de 1933, por el vicepresidente Julio A. Roca (h) y el ministro de Comercio inglés Walter Runciman. En pocas palabras, dicho convenio -en principio- aseguraba mercado para los productores de nuestro agro a cambio de facilidades para el capital británico invertido en el país. Sin embargo, la letra chica (o la corrupción estatal) terminó favoreciendo a los frigoríficos extranjeros, convirtiéndolos en un verdadero monopolio, y perjudicando a los pequeños productores nacionales. Pese a que la mayoría oficialista en el Congreso lo aprobó, el convenio desató la ira de la oposición (el radicalismo, el Partido Demócrata Progresista y el Comunista) que inició una campaña "antiimperialista". "Patria sí, colonia no" le gritaban al Presidente en cuanta ceremonia pública aparecía.­

El 21 de agosto de 1934, los diputados Noble y Calderón -del Partido Demócrata- denunciaron en la Cámara baja la existencia de fraude en el comercio de carnes. No fue tenido en cuenta. Pocos días después, el 1º de septiembre, el mismo Lisandro de la Torre -que contaba con 67 años- presentó un proyecto de resolución para la creación de la Comisión Investigadora del Comercio de Carnes (compuesta por tres senadores: Serrey, Landaburu y él) para saber cuál era la situación con respecto a la exportación y los precios.­

El escándalo más sensacional del gobierno de Justo había comenzado, y el parlamento argentino viviría el debate más impactante, brillante, violento y trágico de su historia.­

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COMISION INVESTIGADORA­

Dicha Comisión llevó a cabo seis meses de intensa labor que tomó relevancia pública cuando fue encarcelado el presidente del frigorífico Anglo por desacato, y cuando se descubrió, días después, en el vapor Norman Star a punto de zarpar, un cargamento de una veintena de cajones rotulados como "Corned beef" pero que en realidad contenían la documentación comprometedora del frigorífico. El hombre de la calle ya hablaba del escándalo de las carnes

La investigación legislativa presentó dos despachos: El de la mayoría (Serrey y Landaburu) y el de la minoría (De la Torre) mucho más severo, exhaustivo y sin concesiones. En concreto se denunció la existencia de un monopolio de los frigoríficos extranjeros que manejaban el comercio de carnes a su beneficio (además del Anglo, el Swift, Armour, La Blanca, Wilson y Smithfield), su resistencia a presentar documentación, evasión de impuestos, la existencia de ganancias exorbitantes, la diferencia de precios de compra en el país con el de venta en el extranjero y la "vista gorda" del Gobierno.­

En la primera sesión, el 11 de junio (fueron en total 15), De la Torre comenzó a exponer el informe ante la presencia de los ministros de Agricultura, Luis Duhau, y el de Hacienda, Federico Pinedo. "Estamos ante un robo frigorífico organizado que se consumó con la acción extorsiva de un monopolio extranjero y la complicidad de un gobierno que unas veces lo deja hacer y otras lo protege directamente", denunció sin medias tintas.­

El clima de las sesiones se fue enrareciendo a medida que crecían las denuncias de De la Torre y se volvía más violento el trato entre el senador y los ministros. Las galerías se fueron llenando de gente extraña. Los correligionarios aplaudían al santafesino en cada una de sus intervenciones, los oficialistas se ocupaba de agredir al legislador lanzando frases hirientes e injuriosas contra su honra, que muchas veces no escuchaba pero que se enteraba tras la sesión. "Tanto discurso y tan escaso cerebro", se escuchó en alguna oportunidad.­

En la sesión del 21 de junio, por ejemplo, el ministro Pinedo le dijo a De la Torre: "!Ya pagará bien caro todas las afirmaciones que ha hecho!". Otro día, el santafesino lo acusó a Duhau, que era ganadero, de vender sus animales a los frigoríficos con sobreprecio. En varias oportunidades, De la Torre cuando exponían los ministros se ponía a leer una novela.­

El debate se extendía y los ataques aumentaban en intensidad. En reiteradas oportunidades las respuestas de De la Torre eran acalladas por el golpe en los pupitres de los senadores oficialistas o los silbidos de las galerías. Una agitación que no sólo se percibía en el recinto, sino también en los pasillos. "Vos también debes ser un asalariado del ministro... salí a la calle, te voy a c.....a trompadas", le increpó un empleado del senado a otro. (El violento ambiente que se vivió quedó reflejado en el Diario de Sesiones del Senado del mes de septiembre cuando la comisión que investigaba el asesinato brindó sus conclusiones).­

Otro momento tenso fue cuando el ministro Pinedo, molesto por los aplausos que recibía De la Torre, se dio vuelta y mirando al diputado Parodi que también estaba en la galería aplaudiendo, le espetó: "No se complique, usted es diputado, deje que aplaudan esos mulatos". Bordabehere que se encontraba cerca, le respondió a Pinedo: "Mas mulato será usted. ¡Váyase a la p...m...q...l..p...!". (sic, Diario de Sesiones de septiembre). Bordabehere, amigo y discípulo de De la Torre, se encontraba en el recinto como senador electo por Santa Fe del Partido Demócrata, la aprobación de su diploma había sido demorada intencionalmente por el oficialismo en medio del debate por las carnes.­

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LA SESION DEL 23­

La sesión en el Senado del trágico martes 23 de julio, con la presencia de Pinedo y Duhau, comenzó a las 15.35. A esa altura, el debate ya se había convertido en una aguda crítica al Gobierno y en una cuestión personal entre De la Torre y los ministros.­

Según la extensa y minuciosa crónica de La Prensa los hechos se sucedieron de la siguiente manera: De la Torre tomó la palabra para refutar al ministro Duhau quien lo había acusado de ocultar documentos maliciosamente. "Es una mentira", gritó De la Torre. El presidente de la Cámara (Bruchman), a pedido de Duhau, lo invitó a retirar ese término. "¿Cómo se llama lo que no es verdad?", preguntó, entonces, el senador. "Inexacto", contestó Bruchman. Y el ministro Pinedo agregó: "!Se llama De la Torre!". Exaltado, en medio de un ambiente tenso y agitado del recinto, De la Torre le gritó: "¡Usted es tan insolente como cobarde!". Según el cronista de La Prensa, luego De la Torre "agregó una expresión de intención íntima con respecto al doctor Pinedo, mientras la presidencia hacía sonar las campanas de orden". (Los insultos no fueron incluídos en el Diario de Sesiones, por lo tanto sólo hubo diferentes versiones periodísticas. Una asegura que De la Torre le habría dicho "cotudo", el apodo con el que se designaba a los enfermos de bocio o hipertiroidismo. Pero Pinedo, que tenía esa enfermedad, habría entendido "cornudo". Según otra versión, Pinedo habría tratado de `viejo impotente' a De la Torre, quien le habría respondido: `Confesiones de su señora').­

La violenta discusión se acrecentó. "La presidencia no va a permitir que se debata con esas palabras y pide al Senado que tome alguna resolución", manifestó Bruchman e hizo sonar nuevamente la campana de orden. En medio de los gritos de varios senadores, y desde las gradas también, se escucha a Pinedo decir: "Debo contestar las injurias del senador por Santa Fe". El senador Palacios interrumpió: "Correspondería que las cuestiones personales se ventilen fuera del recinto", lo que provocó el aplauso en las galerías.­

Las agresiones se agudizaron, según el cronista de La Prensa, en un ambiente que ya presagiaba lo peor. "Pero si usted es un botarate", le dijo el ministro a De la Torre y dirigiéndose al presidente de la Cámara agregó: "El senador por Santa Fe ha llegado al punto más alto de su histriónica comiquería: insolente y cobarde, me dice..."

En ese momento De la Torre abandonó su banca, y pasando con dificultad por entre ella y la vecina, se aproximó a la fila de bancas de senadores del centro del hemiciclo. Así el legislador, inclinado el busto y parado entre dos pupitres, quedó a muy corta distancia de Pinedo quien al verlo dijo: "...el señor senador por Santa Fe tal vez se atreva a retarme a duelo, pues sabe que yo por mis convicciones no me bato". A lo que De la Torre le gritó: "!Y usted es capaz de no batirse porque es un cobarde!", agregando un insulto que no figura en el Diario de Sesiones pero que, según uno de los biógrafos de De la Torre (Bernardo González Arrilli), sintetizó como "la más brutal agresión verbal imaginable".­

Ante esas provocaciones sin solución de continuidad, el ministro Duhau se incorporó y le aplicó la mano abierta en el rostro a De la Torre, quien trastabilló y cayó de espaldas. El ministro también terminó en el piso.­

"Instantáneamente -narró La Prensa- la presidencia había puesto en funcionamiento todas las campanas de orden y en el recinto el ambiente se tornó amenazante. Los senadores se pararon antes sus bancas y en medio de una confusión difícil de consignar en sus detalles el senador Bordabehere, que estaba en el ala derecha del recinto, descendió dos peldaños, hasta el nivel de los sillones ministeriales y abordó al ministro señor Duhau. Tal actitud del electo senador fue seguida, sin que mediara más que algún segundo, de la agresión armada".­

Fue en ese momento que comenzaron a sentirse los disparos. En total fueron cuatro detonaciones. Hubo pánico, corridas y gritos. No se sabrá nunca si la intención de Bordabehere fue socorrer a De la Torre o atacar a Duhau, pero recibió tres tiros y cayó al piso cubierto de sangre. Los senadores cercanos al suceso palpaban sus cuerpos esperando lo peor. Duhau resultó con una herida de bala en el meñique y con la fractura de dos costillas. El otro lesionado fue el diputado Rafael Mancini con una rozadura de bala en la zona abdominal.­

El agresor que intentó escapar con dirección al cuerpo de taquígrafos fue detenido. Su nombre era Ramón Valdez Cora, de 42 años. Según su expediente policial tenía causas por estafa, defraudación, falsificación de documentos públicos y tentativa de extorsión. Había sido comisario de segunda en La Plata y simpatizante del Partido Conservador. En su declaración a la Justicia, Valdez Cora aseguró que entró al recinto porque conocía a los empleados del Congreso, que disparó porque Bordabehere sacó un arma para matar a los ministros, que no hubo "instigador alguno" y que su accionar fue debido a la "simpatía" que tenía por los funcionarios y las obras del gobierno. Mucho se dijo de su relación como guardaespaldas o "matón a sueldo" del ministro Duhau. El mismo De la Torre, en las sesiones posteriores al trágico hecho, reveló encuentros entre ambos. "Se conoce el nombre del matador -sentenció- pero hace falta conocer el nombre del asesino". El delincuente fue condenado a 20 años de prisión e indultado en 1953.­

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ULTIMOS MOMENTOS DE BORDABEHERE­

Minutos después de haber caído al piso, herido de muerte, Bordabehere fue trasladado a la sala de espera de la presidencia del Senado y de ahí llevado al hospital Ramos Mejía. Ya en la ambulancia, antes de entrar en estado de coma, sus últimas palabras fueron: "Sé que me muero,..¡pobre mi hijo!", según reconstruyó el cronista de La Prensa en diálogo con los médicos que lo acompañaban. En el sanatorio no le lograron parar las hemorragias y falleció a las 17.20. Una de las balas había pasado cerca de la aurícula derecha del corazón.­

En un furgón especial y acompañado por un gran número de personas, cerca de la medianoche, sus restos mortales fueron trasladados a la casa velatoria de la calle Victoria 1780. A las 18 horas del miércoles 24 el féretro fue trasladado por una gran multitud hasta la estación de Retiro desde donde partió a Santa Fe para ser inhumado ante una inmensa multitud.­

Al día siguiente, jueves 25, De la Torre y Pinedo se batieron a duelo en El Palomar. Hubo dos disparos sin resultado alguno. Pinedo apuntó, De la Torre tiró al aire. Duhau también lo retó a duelo, pero De la Torre lo desestimó negándole su condición de caballero. El mismo día, el presidente Justo -quien la noche del trágico suceso no suspendió su concurrencia al Colón a escuchar al tenor Beniamino Gigli- visitó a Duhau en el sanatorio Podestá. Los dos ministros involucrados en el acontecimiento presentaron su renuncia pero fue rechazada por Justo. Dos meses después fueron reemplazados.­

El Senado suspendió el debate por las carnes, no había más que aclarar, y creó una Comisión para establecer las responsabilidades frente al luctuoso hecho. Demostraron que "no era posible fijar responsabilidades de orden parlamentario". Es decir, que nadie era responsable de la presencia del asesino en el recinto. Entre los convocados a declarar estuvo el cronista de La Prensa, Gutiérrez del Castillo, quien transmitió que muchos coincidían en que era normal la presencia de Valdez Cora en el Congreso. Entre otros nuevos escándalos, durante la exposición de las conclusiones de la Comisión se denunció que un funcionario del Gobierno (el secretario privado de Duhau, de apellido Duggan) se había hecho presente en la sala de taquígrafos para "pedir" que figure en el diario de Sesiones que Bordabehere estaba armado en el recinto. De la Torre, deprimido por los acontecimientos y por el asesinato de su amigo, se suicidó en enero de 1939.­

En su editorial de 31 de julio de 1935 La Prensa decía: "Creemos que estamos en presencia de uno de los trabajos parlamentarios más útiles realizados hasta hoy en el país (...) De hoy en adelante, ni la actual administración ni sus continuadores, podrán permanecer impasibles ante los procedimientos monopolistas, violaciones de las leyes y evasiones de impuestos que se han demostrado, so pena de incurrir en las más severas sanciones morales de la opinión pública". Pasaron 85 años....­

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