El rincón de los sensatos
Desde el hambre, no se puede enfrentar ninguna enfermedad (I Parte)
POR JUAN JOSÉ GUARESTI (NIETO)
Para enfrentar el covid-19 que es una enfermedad infecciosa causada por un virus corona que no tiene vacuna conocida, nuestro gobierno prohibió salir de su casa y trabajar a la mayoría de la población. Esa desocupación artificialmente creada, lo que es inconcebible en un país en quiebra, resta a la población la posibilidad de alimentarse adecuadamente.
CUADRO DE SITUACION
El coronavirus puede enfermar a los afectados pero su grado de letalidad es mínimo con relación al total de la población y aún con el total de los infectados. Muchos de ellos ni siquiera requieren atención hospitalaria y basta con reposo y cuidados domiciliarios. Algunos no experimentan síntoma alguno lo cual desde luego hace ignorar cuál es su número. El porcentaje de gravedad es muy variado entre quiénes requieren atención médica que pueden llegar desde los cuidados mencionados, hasta respirar con ayuda de un aparato mecánico, sin el cual morirían. Otros requieren terapia intensiva.
Se sabe que los enfermos más graves son aquellos que tienen además de la infección, otras enfermedades como diabetes, cáncer, obesidad y dolencias varias. No hacen muchos días una alta autoridad sanitaria de la Provincia de Buenos Aires, dijo que
De estos hechos se ha podido inferir que existen personas que están débiles lo que los hace vulnerables al ataque del virus corona y otras, cuyo estado de salud, en la medida que las apariencias se correspondan con la realidad, las hace seguramente inatacables.
En las estadísticas aparecen las edades de los fallecidos, de lo cual se ha deducido, sin más examen, que a partir de, digamos, los 70 años, se está en peligro de contraer la enfermedad.
Médicos de fama mundial se resisten a aceptar la superficialidad de este análisis y se aferran a la tesis del padre de la medicina, Hipócrates (470-360 A.C.),
Si se utilizara esta forma de pensar, la inmensa grey de niños mal nutridos que tenemos en la Argentina o los ancianos no mejor alimentados o no medicados correctamente y otros que están débiles por el motivo que fuera, están en máximo peligro y habría que actuar con la decisión del caso.
El decreto de
Estas medidas, amén de la difusión insensata del miedo entre la gente de manera que cada persona debe ser mirada como portadora del mal, están destruyendo los sentimientos más puros del hombre que consideran a la otra persona tan hija de Dios como él.
Están demoliendo también las relaciones familiares como las de los hijos con los padres y los abuelos con los nietos.
A estas personas, ya que pueden circular libremente e ir adonde les venga en gana, se les debería haber realizado una revisación adecuada en los más de 100 días que llevamos de cuarentena para saber si pueden o no estar infectados o si tienen sus defensas bajas o por alguna situación personal pueden ser vulnerables a quedar infectados y luego transmitir el coronavirus a cualquier particular. Esa precaución no se tomo.
Es evidente que nuestro