El rincón de los sensatos

Desde el hambre, no se puede enfrentar ninguna enfermedad­ (I Parte)­

POR JUAN JOSÉ GUARESTI (NIETO)­

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­Para enfrentar el covid-19 que es una enfermedad infecciosa causada por un virus corona que no tiene vacuna conocida, nuestro gobierno prohibió salir de su casa y trabajar a la mayoría de la población. Esa desocupación artificialmente creada, lo que es inconcebible en  un país en quiebra, resta a la población la posibilidad de alimentarse adecuadamente. Por ende, reduce las  defensas naturales de su organismo lo que facilitará el ataque de este morbo y otros. Desde el hambre no se puede enfrentar a ninguna enfermedad. Además se suprimió virtualmente al Poder Judicial, elemento importantísimo para vencer al desorden económico y social imperante. Nuestra situación institucional exige tomar prontas e inteligentes medidas  para reestablecer la República.  ­

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CUADRO DE SITUACION­

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El coronavirus puede enfermar a los afectados pero su grado de letalidad es mínimo con relación al total de la población  y aún con el total de los infectados. Muchos de ellos ni siquiera requieren atención hospitalaria y basta con reposo y cuidados domiciliarios. Algunos no experimentan síntoma alguno lo cual desde luego hace ignorar cuál es su número. El porcentaje de gravedad es muy variado entre quiénes requieren atención médica que pueden llegar desde los cuidados mencionados, hasta respirar con ayuda de un aparato mecánico, sin el cual morirían. Otros requieren terapia intensiva.

Se sabe que los enfermos más graves son aquellos que tienen además de la infección, otras enfermedades como diabetes, cáncer, obesidad y dolencias varias. No hacen muchos días una alta autoridad sanitaria de la Provincia de Buenos Aires, dijo que el 40% de los fallecidos en  ese ámbito tenía alta presión arterial. 

De estos hechos se ha podido inferir que existen personas que están débiles lo que los hace vulnerables al ataque del virus corona y otras, cuyo estado de salud, en la medida que las apariencias se correspondan con la realidad, las hace seguramente inatacables. 

En las estadísticas aparecen las edades de los fallecidos, de lo cual  se ha deducido, sin más examen, que a partir de, digamos, los 70 años, se está en peligro de contraer la enfermedad. 

Médicos de fama mundial se resisten a aceptar la superficialidad de este análisis y se aferran a la tesis del padre de la medicina, Hipócrates (470-360 A.C.), quien sostenía que no había enfermedades sino enfermos. O sea que lo que debe examinarse no es la edad, sino el estado de cada organismo.

Si se utilizara esta forma de pensar, la inmensa grey de niños mal nutridos que tenemos en la Argentina o los ancianos no mejor alimentados o no medicados correctamente y  otros que están débiles por el motivo que fuera, están en máximo peligro y habría que actuar con la decisión del caso. 

No se debe perder más el tiempo encerrando a los sanos que pueden trabajar y producir, sino salir a buscar los posiblemente condenados por su estado real y actual de salud deficiente.

Cuando esto se escribe el virus corona ha causado en la Argentina alrededor de  1.400 muertes desde que apareció hacen cuatro meses o sea a una tasa anual de unos 4.200 por año. Para que se tenga una idea de la importancia de este número, entre 1918 y 1919 cuando nuestra Patria tenía 8.000.000 de habitantes, la denominada fiebre española causó 22.000 decesos. Ahora somos 44.000.000 de manera que para igualarnos necesitaríamos 121.000 fallecimientos.

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EL DECRETAZO­

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El decreto de necesidad y urgencia Nro.297/2020 del 20 de marzo de 2020 hasta el 31 de ese mes obligó a la mayoría de la población a permanecer en sus casas en una suerte de prisión, con algunos escasos retazos de libertad: Se les permite adquirir provisiones, medicamentos y artículos de limpieza, ``haciendo desplazamientos mínimos e indispensables.'' 

Entre otras limitaciones inconcebibles, aún en las peores dictaduras, se les prohibió trabajar (art.2) o sea poner en funcionamiento aquello que San Gregorio Magno sostenía que era el instrumento redentor de la dignidad del hombre. 

El plazo de este confinamiento brutal inicialmente  se lo fijó hasta el 31 de marzo de 2020 pero seguirá hasta el 17 de julio de 2020 en cuya oportunidad  seguramente será nuevamente prorrogado, si el pueblo no atina a defenderse  y se niega a aceptar medidas que lo conducen al hambre. 

Estas medidas, amén de la difusión insensata del miedo entre la gente de manera que cada persona debe ser mirada como portadora del mal, están  destruyendo los sentimientos más puros del hombre que consideran  a la  otra persona tan hija de Dios como él. 

Están demoliendo también las relaciones familiares como las de los hijos con los padres y los abuelos con los nietos. Se induce a pensar que todos son enemigos de todos y por ende, mejor aislarlos y que dejen de ser miembros de la comunidad humana.

El artículo 6to. del decretazo establece en 24 artículos una extensa nómina de personas a quiénes se los excluye del "aislamiento social, preventivo y obligatorio... por tratarse de servicios esenciales''. Se menciona a las autoridades del gobierno nacional de manera que los legisladores y jueces nacionales, que son integrantes del Poder Legislativo y del Poder Judicial están excluidos del aislamiento social, preventivo y obligatorio, como lo están los gobiernos de provincia en sus tres poderes y lo mismo los gobiernos municipales. 

A estas personas, ya que pueden circular libremente e ir adonde les venga en  gana, se les debería haber realizado una revisación adecuada  en los más de 100 días que llevamos de cuarentena para saber si pueden o no estar infectados o si tienen sus defensas bajas o por alguna situación personal pueden ser vulnerables a quedar infectados y luego transmitir el coronavirus a cualquier particular. Esa precaución no se tomo. 

Es evidente que nuestro decretazo le prohibió también al coronavirus  interesarse por funcionarios públicos importantes.. quiénes no solo son impunes sino, al parecer, también inmunes.