Sin misericordia

La misericordia no es otra cosa que ofrecer ayuda al prójimo cuando lo necesita, y perdonar sus pecados, sean los que fueren. Con esa premisa, el máximo representante de Dios en la tierra –hablamos del Papa- tiene la tarea de recibir a todos y cada uno de los que en la religión se denominan pecadores, provengan de donde sea y más allá del delito que pese sobre sus espaldas. Esto no tiene que ver con el estilo de un Pontífice en particular –aunque claro que Francisco se destaca muy especialmente en aquello de la cercanía y los puentes, que en otras palabras es la cultura del encuentro-, sino con una misión que se debe cumplir como mandato de la Iglesia.  

Fue llamativo escuchar a muchos fieles criticar al Santo Padre por recibir a tal o a cual, buscando politizarlo e ideologizarlo, de un lado y del otro en la política Argentina. En tiempos de Mauricio Macri, cuando recibía a los ex funcionarios kirchneristas o sindicalistas con graves acusaciones de corrupción se lo trataba de pegar a esas figuras tendenciosamente para desprestigiarlo, sin difundir que había otras tantas fotos con funcionarios de Cambiemos que no eran divulgadas. Es decir, recibía a todos, y lo sigue haciendo. Sin embargo, porfiadamente, tanto los fanáticos macristas como los kirchneristas utilizan mecanismos iguales para atacar de modo subterráneo cuando hay algo que no les gusta. Cuando

Francisco recibió a la líder de la Túpac Amaru, Milagro Sala, o cuando le envío una carta estando detenida, se convirtió para un sector de la iglesia más conservadora en algo así como un hereje. Para sumar equivalencias, cuando el Papa envió, a través del Obispo Castrense, Santiago Olivera, una cantidad de rosarios bendecidos a militares detenidos por delitos de lesa humanidad fue denostado por los grupos más radicalizados que defienden los derechos humanos y se instaló el tema en buena parte de los medios de comunicación como si se tratara de una polémica o cuestionable decisión. 

Partiendo de muchos detractores de la fe y de la grey católica en su conjunto, no sorprende. Lo que sí sorprende es que esas mismas críticas vengan de sectores muy adeptos a la Iglesia. De aquellos que solemos denominar “más papistas que el Papa”. Más allá de representar, conceptualmente, una división entre ´primus inter pares´, en un  momento del mundo en el que la crisis de valores afecta a toda la humanidad y a todas las organizaciones, preocupa que muchos católicos ignoren el significado de la palabra misericordia. En rigor, más preocupa saber que entienden de qué se trata pero que les gana su propia ideología a la hora de discutir y criticar la acción del Papa en su obra diaria. 

En Argentina, los medios y la gente lo siguen tironeando, de un lado al otro, como si fuera “nuestro” y en realidad es de todos. En cada homilía, en cada entrevista, en cada palabra que esboza, ahí están los medios argentinos y los políticos para traducirlo en el orden local, cuando en la inmensa mayoría de los casos no está refiriéndose a la Argentina. Si Francisco habla contra la ostentación y la concentración de la riqueza, enseguida dicen que es un mensaje encubierto contra Macri. Si busca aplicar la doctrina social de la Iglesia en la ayuda a los más necesitados lo tildan de kirchnerista, como si se partidizara.

Está claro que muchos no le perdonan su pasado de cercanía con la agrupación Guardia de Hierro, organización peronista, en tiempos donde todavía se trataba de Jorge Bergoglio, un sacerdote de la orden jesuita. Los más conservadores, tampoco le perdonan que sea reformista, y hacen campaña en su contra con el objetivo manifiesto de hacerle daño. Lo que no entienden es que, en definitiva, se está afectando a la Iglesia como institución. Son los mismos que no entendieron nunca el famoso “cuiden a Cristina”.

Francisco lo que buscaba no era defender a la entonces presidenta a título personal, sino cuidar la institucionalidad y evitar otra potencial crisis política, económica y social que derivara en un desborde en las calles, como en el 2001. Sin usar las mismas palabras, también existió un “cuiden a Mauricio”, en el momento de mayor fragilidad para el ex presidente y su Gobierno. 

Equivalencias sobran. Lo importante no es eso, sino entender cuál es la misión. Los católicos, todos, deberían tener una mayor amplitud para comprender la tarea del Papa y buscar en el diccionario el significado de la palabra misericordia.