EN ARGENTINA, EN CAMBIO, CRECEN EL GASTO PUBLICO, EL DEFICIT FISCAL Y LA PRESION IMPOSITIVA

"Uruguay me da una sana envidia''

El Gobierno no debería haber cerrado tan ferozmente la economía, dice Roberto Cachanosky. El riesgo de que la crisis derive en caos social. ``Vamos rumbo a una megainflación'', asegura el economista.

El teléfono llama en forma repetida. Una, dos, tres veces. Del otro lado de la línea atiende Roberto Cachanosky. Habíamos quedado en realizar una entrevista en horas del mediodía. "Ahora no puedo hablar, estoy en un encuentro de zoom escuchando a Lacalle Pou, el presidente de Uruguay. Hablemos por la tarde'', contesta tajante.

Algo diferente se cocina del otro lado del charco. Uruguay no sólo ha tenido otra manera de combatir la pandemia de Coronavirus, sino que además implementa una lógica que desde lo económico contrasta por completo con lo que intenta ejecutar el gobierno de Alberto Fernández.

La administración Lacalle Pou, líder del Partido Nacional, asumió la presidencia de la Nación el 1 de marzo luego de tres gestiones consecutivas del Frente Amplio. Su norte, claramente, es otro y pasa por brindarle al sector privado el estímulo necesario para convertirlo en motor de la economía. Un país que piensa que se puede vivir mejor recortando impuestos.

-¿Qué lo atrapó de la charla de Lacalle Pou?

-En Uruguay se gobierna con otra lógica. Totalmente distinta a la que tenemos hoy en día en la Argentina. Lacalle Pou tiene otro tipo de preparación. Realmente me produce una sana envidia.

-¿En qué se basa esta lógica?

-El presidente destaca que no son ortodoxos, que el objetivo es que el sector privado contrate más gente. Para lograr ese objetivo le van a dar ventajas impositivas, ayudas de distinto tipo para que las empresas tomen más personal.

-Le quitan la mochila impositiva.

-Claro. Aún durante esta pandemia hubo propuestas de aumentar los impuestos, algún legislador lo propuso pero el presidente se negó.

-¿También hay diferencias en torno a las restricciones producto del Covid?

-Allí la cuarentena fue voluntaria, no forzada. No le impidieron circular a nadie, fue sólo una sugerencia y la gente cumplió.

DE ESTE LADO

De este lado del charco el estofado se cocina en otros jugos. Los números de las cuentas públicas no sorprenden, sólo muestran lo que todos sabían que iba a ocurrir: un fuerte salto del gasto público y el inevitable crecimiento del déficit fiscal.

-¿Hacia dónde va la economía argentina?

-Los números fiscales publicados por el Indec son los de mayo. Aumentó el déficit financiero un 1.000 por ciento, con fuerte incremento del gasto público. Principalmente el incremento se dio en tres rubros: en la asistencia social, es decir los planes; los subsidios económicos para mantener las tarifas de los servicios públicos pisadas; y tercero, por financiar el agujero fiscal de las provincias. En los primeros cinco meses del año, contra los cinco iniciales del 2019, el gasto público aumentó un 75%, por arriba de la inflación.

-Nada que sorprenda en este contexto.

-Estos números lo único que hacen es confirmar lo que ya veníamos suponiendo. Cae la recaudación impositiva, que ya es muy baja, y el agujero fiscal es fenomenal.

-¿Qué opina del endurecimiento de la cuarentena, en términos económicos?

-El problema acá, ya lo sabemos, se da mayormente en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. El resto del país no tiene grandes problemas, salvo el Chaco. El asunto es que el grueso de la actividad industrial está en la Capital y el Gran Buenos Aires.

-¿Podrían haberse hecho las cosas de otra manera?

-No tendrían que haber aumentado tanto el gasto ni cerrado tan ferozmente la actividad económica. Esta es una cuarentena irracional.

REGULACION

-¿Marchamos hacia una economía mucho más regulada?

-Es muy probable que el Gobierno lo intente. Lo que yo veo es que en breve tendremos un caos económico y social grande producto de esta crisis.

-¿La inflación está agazapada?

-Vamos de cabeza a una megainflación, que incluso puede transformarse en una hiperinflación. No se produce antes porque la gente está encerrada y no puede consumir. Además, existe una especie de corralito, uno no puede ir y sacar la plata que quiere del banco.

-Teniendo en cuenta la brecha cambiaria, ¿la devaluación es inevitable?

-En cualquier momento va a haber un salto devaluatorio, aunque no podría afirmar de qué magnitud ni cuándo se producirá.

-Proyectando la postpandemia, ¿en qué mundo nos engarzaremos y desde qué posición?

-Eso va a depender de si sale o no la vacuna. O si el Coronavirus desaparece, como ocurrió con otras tantas pestes. La verdad es que no me animo a decir que va a cambiar el mundo a partir de esto.

-Se publicaron los números del intercambio comercial. ¿Cuál es su lectura del superávit?

-Los números de la balanza fueron positivos en u$s 1.893 millones. Pero no dio positivo por buenas razones, sino por la caída de las exportaciones y el desplome de las importaciones. No es que hay superávit porque avanzamos en las ventas al exterior a pasos agigantados, sino porque se derrumban las importaciones a raíz del cese de la actividad productiva.

-¿El escenario de pandemia y trabajo a distancia abrirá las puertas a las reformas laborales tantas veces resistidas?

-A este gobierno no lo veo transitando por ese camino, salvo que Alberto Fernández haga otro tipo de acuerdo político.