Dos lecciones futboleras: prohibido festejar antes de tiempo y nunca bajar los brazos

El baúl de los recuerdos. Vélez y Boca consumaron un 3-3 espectacular en 1990. Los xeneizes ganaban 3-0 al cabo del primer tiempo, pero el Fortín reaccionó y llegó a un empate inesperado.

¿Cuándo un equipo puede sentir que un partido está ganado? ¿Cuándo un equipo debe pensar que un partido está perdido? Estos interrogantes casi idénticos tienen una respuesta única: nunca. Ni siquiera cuando se está al frente en el marcador por tres goles. Tampoco cuando el resultado adverso alcanza una cifra de tres tantos en contra. El fútbol tiene esa particular imprevisibilidad que lo hace único. Por eso, cuando el 16 de febrero de 1990 Boca se imponía 3-0 y parecía tener el triunfo al alcance de la mano, Vélez no se entregó y con una épica reacción alcanzó un empate impensado y con tinte de hazaña. Un partidazo difícil de olvidar y digno de ser recordado una y otra vez.

Corría la temporada 1989/90 en el fútbol argentino. Independiente, el campeón reinante, lideraba las posiciones con 29 puntos al cabo de 22 fechas. Apenas con una unidad menos lo perseguía River, que con Daniel Passarella debutando como técnico había logrado mantener al equipo muy cerca del líder luego de asumir en reemplazo de Reinaldo Merlo, quien se alejó luego de un cambio de mando en la presidencia de la entidad de Núñez. Tercero marchaba Gimnasia y Esgrima La Plata con 26.

Boca estaba en plena remontada después de un andar en la ronda inicial que lo ubicaba entre las decepciones del certamen. Marchaba cuarto, con 25. Carlos Aimar había conseguido encarrilar a un equipo que de a poco fue recuperando terreno. Vélez, en cambio, deambulaba por la mitad de la tabla, víctima de una notoria irregularidad. Su técnico, Alfio Basile, contaba con un lujoso plantel con integrantes de la estatura de Ubaldo Matildo Fillol -uno de los mejores arqueros de todos los tiempos-, Ricardo Gareca, Juan Gilberto Funes, Claudio Morresi y un joven promisorio como Diego Simeone. La presencia de grandes figuras en la delantera contrastaba con una endeble retaguardia.

Cuando se encontraron esa noche de viernes en el estadio José Amalfitani las tribunas lucían repletas. Epocas de fútbol en su más pura expresión. Los hinchas xeneizes colmaban la cabecera del tablero electrónico, sobre la avenida Juan B. Justo. Los locales se apiñaban en la de Reservistas Argentinos. Las plateas también explotaban. Poco importaba que Vélez amagara con hacer mucho más de lo que finalmente concretaba. Y por supuesto había que acompañar a Boca en su intento de meterse de lleno en la lucha por ese título que se le hacía esquivo desde los días felices de Diego Maradona y Miguel Brindisi en el Metropolitano de 1981.

Apenas 30 segundos despuès del silbatazo del árbitro Juan Carlos Demaro, los xeneizes parecieron dispuestos a establecer que estaban decididos a mantenerse lo más cerca posible del lote de punta. El Bocha José Daniel Ponce ensayó una volea fulminante que no encontró respuesta en el Pato Fillol. Y media horas más tarde, el otrora mediocampista de Estudiantes envió un centro que José Luis Cuciuffo -un ex Vélez- conectó de cabeza para aumentar la cuenta.

Aimar solía sorprender en estos tiempos con una variante táctica que perseguía la clara intención de establecer superioridad en la mitad del terreno, quitando a un hombre del fondo. Esa función la cumplía habitualmente Víctor Marchesini, un zaguero con pasado en Ferro que al adelantarse se asociaba con Blas Giunta en la contención y así se lograba liberar más a Claudio Marangoni en la creación y erigirse en un calificado socio del Bocha Ponce. En esa  oportunidad le tocó a Hugo Musladini -aquel al que alguna vez César Menotti definió como “pichón de Passarella”- imitar la labor de Marchesini. Se paró unos metros más adelante, causándole un enorme dolor de cabeza al equipo del Coco Basile, que  utilizaba tres mediocampistas bien definidos y otros tantos hombres en ataque; dos de ellos, el Tigre Gareca y el Búfalo Funes, claramente centrodelanteros obligados a rotar permanentemente y tratar de aprovechar los desbordes del embarullado uruguayo Hernández.

Cuando comenzaba a extinguirse el primer tiempo, Claudio Rata Rodríguez estampó el tercero aprovechando el desconcierto del Fortín, superado con claridad en el juego y sin capacidad de reacción. El delantero xeneize cometió un inoportuno pecado: se dejó llevar por la alegría y se colgó del alambrado para festejar con los simpatizantes auriazules. El árbitro lo expulsó.

LA REMONTADA IMPENSADA

Con el 3-0 del primer tiempo nada permitía imaginar otro resultado que no fuera un abultado triunfo de Boca. Antes de volver del descanso, Basile decidió meter mano en su equipo y en lugar del Pacha Raúl Cardozo -un defensor- mandó a la cancha a Gustavo Zalazar, un jugador con netas características ofensivas. Tal vez el Coco intentaba dar una señal para que sus dirigidos se convencieran de que no todo estaba perdido. Aunque lo pareciera.

Pero, de pronto, el duelo adquirió un perfil inesperado. Vélez empujó hacia adelante con más garra que juego y de a poco le fue ganando la pelota a Boca. Juan Simón, un defensor exquisito, se equivocó en un pase y Funes corrió a buscar el balón. Cuciuffo se le colgó de los hombros para intentar detenerlo, pero lanzado en velocidad el Búfalo era incontenible. Se llevó a la rastra al cordobés y con un remate cruzado venció al Mono Navarro Montoya.

Aimar decidió retirar del juego a un apagado Diego Latorre para darle entrada a Walter Pico y reforzó la última línea con el ingreso de Diego Soñora por Leonardo Itabel. Basile mandó a todos al frente. Perdido por perdido, el Coco no tenía pensado guardarse nada y en una medida desesperada ubicó a José Gallego, un volante de marca, en lugar de Alejandro Giuntini –un zaguero central-, dejando sólo a Mario Lucca y a Osvaldo Coloccini en la retaguardia. Era a o todo o nada.

El Cholo Simeone y Alejandro Mancuso le habían ganado la partida en el medio a los volantes xeneizes. Vélez arremetía como un toro embravecido. Funes se tiró a un costado y sacó un centro que Hernández cabeceó al gol para acercar a su equipo todavía más. Faltaban apenas diez minutos. Y las dudas ganaban terreno en Liniers: ¿aguantaría Boca?, ¿le alcanzaría el tiempo a Vélez para la hazaña?

Durante todo el partido la hinchada boquense había hostigado a Gareca, de pasado en la Ribera, a quien no le perdonaban la traición de haberse mudado a River seis años antes. Lo peor que le podía pasar al Tigre era ese clima, pues venía con la mira absolutamente descalibrada y por más que se esforzaba para abastecer a los otros atacantes, a él no se le daba el gol.  

Al intenso duelo le quedaban apenas dos minutos. Boca recuperaba el aliento y se atrevía a celebrar una victoria que vio en riesgo durante casi toda la segunda etapa. Vélez chocaba una y otra vez contra la defensa adversaria y quizás pensaba que se le escurría la posibilidad del empate.

Pero como si el destino se hubiese empeñado en concederle a Gareca la oportunidad de acallar los gritos en su contra y, de paso, reencontrarse con ese viejo amigo que era el gol y que se empecinaba en negársele, encontró la pelota en el lugar justo del área para hacer realidad un 3-3 inolvidable.

Y, entonces, como suele pasar en este deporte tan apasionante como imprevisible que es el fútbol, quedó en claro que no se debe festejar antes de tiempo. Y mucho menos bajar los brazos cuando no todo está perdido.

LA SINTESIS

Vélez 3 - Boca 3

Vélez: Ubaldo Fillol; Mario Lucca, Alejandro Giuntini (José Gallego), Osvaldo Coloccini, Raúl Cardozo (Gustavo Zalazar); Diego Simeone, Alejandro Mancuso, Claudio Morresi; Miguel Robinson Hernández, Juan Gilberto Funes, Ricardo Gareca. DT: Alfio Basile.

Boca: Carlos Fernando Navarro Montoya; Ivar Stafuza, Juan Simón, José Luis Cuciuffo; Blas Giunta, Claudio Marangoni, Hugo Musladini, José Daniel Ponce; Claudio Rodríguez, Diego Latorre (Walter Pico), Leonardo Itabel (Diego Soñora). DT: Carlos Aimar.

Incidencias

Goles: Primer tiempo: 30s Ponce (B); 34m Cuciuffo (B); 44m C. Rodríguez (B). Segundo tiempo: 9m Funes (V); 35m M. Hernández (V); 43m Gareca (V).

Expulsados: Primer tiempo: 45m C. Rodríguez (B).

Estadio: Vélez. Arbitro: Juan Carlos Demaro. Fecha: 16 de febrero de 1990.