GERARD WAJCMAN OFRECE UN ESCLARECEDOR ENSAYO SOBRE EL FENOMENO FILMICO DE NUESTRO SIGLO

Series, la forma de la crisis

Se estrenaron el año pasado 500 series en Estados Unidos. La cifra global es demasiada vasta, quien desee hacer un recuento se perdería en la espesura. El formato, a esta altura, es mucho más que un exitosísimo invento comercial o una nueva gramática fílmica. Expone, representa, es síntoma de, entre otras cosas, la decadencia estadounidense, el mundo de la crisis perpetua, una nueva civilización hipermoderna. La conjetura fue enunciada por el pensador francés Gérard Wajcman.

La editora de la Universidad Nacional de San Martín ha traído a la Patria una obra esclarecedora: Las series, el mundo, la crisis, las mujeres (131 páginas, edición 2019). Nada más serio que las series para reflexionar sobre el estado de la humanidad, declara Wajcman parafraseando a Lacan. El autor es psicólogo de profesión y ante la eventualidad de tropezar con detractores (en Francia las polémicas intelectuales son feroces) hace una apasionada defensa corporativa en la página 61: 

"Los psiconalistas son los sismólogos mejor equipados del planeta mental para seguir los temblores profundos que atraviesan el mundo, hablarán de crisis a propósito de la pérdida de referencias, crisis de lo simbólico o crisis del padre, lo cual constituye nuestra manera de explicar un temblor del orden simbólico universal".

EL CAMINO DE SPENGLER

"Algo parece vincular íntimamente la serie con nuestra época y, en sentido inverso, nuestra época con la serie". Esta es la plataforma sobre la que se asienta una obra que va ramificándose en temas incandescentes desmenuzados casi todos con una inusual lucidez.

Entre otra gemas, el lector encontrará cinco páginas valiosas sobre la epidemia global de adicciones, la que define el francés como un derivado lógico de cierto mandamiento universal a consumir (las publicidades son sus profetas). El declive de la ley es simultáneo al ascenso salvaje del comercio. "La sociedad de incitación al goce es naturalmente una sociedad de incitación al crimen", advierte el catedrático de la Universidad París VIII. Es el mismo mensaje trascendente del Papa Francisco contra el turbocapitalimo de consumo y disfrute forzados, encaramados sobre objetos-mercancía que se idolatran. Deberíamos meditar seriamente sobre esto. El goce individual parece triunfar sobre todo lo demás, sobre las reglas, los ideales, las personas...

La primera meditación del libro atañe, cómo no, a Estados Unidos. Wajcman ve una acelerada degradación; empalma así su pensamiento con el de Paul Kennedy (Auge y decadencia de las grandes potencias) o Lester Thurow (La guerra del siglo XXI); quienes a su vez fueron discípulos, a su manera, del viejo Spengler (La decadencia de Occidente):

 "La serie sería la forma de una nación en vías de deshacerse. Y de deshacerse de sus propios mitos. No sorprende que en tiempos como estos se derrumben estatuas..." 

Es que si el cine construyó a la gran nación americana (y viceversa); la serie lo está deconstruyendo. Con sus héroes y heroínas averiados (como la detective Sara Linden) es la crónica de un Estados Unidos en crisis. Wajcman alcanza a ver en el derrumbe psicológico de Tony Soprano la evidencia de la caída de un Imperio. ¡Ah, estos franceses!

En el siguiente capítulo, el pensamiento da un salto de siete leguas. La serie, ojo abierto al mundo, refleja un fenómeno más vasto: la crisis eternizada, "tendencia regular del mundo y de nuestra modernidad". Es decir, "la crisis es serial, la serie es su forma". Esta es otra hipótesis audaz.

"La forma de la crisis". Interesante concepto. Así como en la Florencia del Quattrocento se inventó la "civilización del cuadro" (pintar en un simple cuadrado de madera revolucionó tanto el arte como el pensamiento), hoy una propia, autónoma y nueva está cambiando nuestra manera de ver el mundo, que es lo mismo que cambiar al mundo. 

Frente al relato único y unificado de la modernidad:

"la serie instala el reinado del fragmento, de lo descentrado, de lo discontinuo, de lo múltiple... es la forma de un mundo estallado en pedazos". 

Vaya a saber qué emergerá de este cambio de perspectiva. Wajcman -macluhiano tardío- prefiere no hacer vaticinios, aunque su mirada es decididamente pesimista, por cierto como la del grueso de los pensadores del Viejo Continente que, aplastados por la decadencia relativa y absoluta de su hogar, no consiguen pensar por encima de un eurocentrismo que desea permanecer oculto.

JESSICA JONES Y THE WIRE

Como todo estudioso, Wacjman termina enamorándose de su objeto de análisis y lo ubica sobre un pedestal. Llega a decir que "la serie podría ser lo que vendría a remediar hoy una cierta crisis de la literatura, extraviada en los pantanos de la autoficción". Y luego llama en su defensa a Walter Benjamin para plantear la "crisis del relato" y a Barthes y Deleuze para intentar engatusarnos con la supuesta imposibilidad de encerrar hoy entre dos tapas y un lomo el malestar de una civilización.

No. Aquí también -suponemos- pesa demasiado la frustración nacional. Que la literatura de Francia esté sumergida actualmente en un ciclo inane, con literatos pigmeos que deshonran su rica tradición, no significa que a nivel global la novela -o la literatura en general- se encuentre en peligro de extinción. ¡Mire aunque le duela, monsieur Wacjman, la exuberancia literaria de la anglósfera! Sigue siendo, además, el novelista el que alimenta el fenómeno serial de la televisión.

Más allá de estas hipérboles, el ensayo de Wacjman es necesario e iluminador. Nunca cae en la frivolidad. Explicar la era en que se vive es una ambición altamente estimable.

El capítulo 11, finalmente, explora otro ángulo singular del asunto: ¿por qué las mujeres ocupan hoy el primer plano de los series?. El libro nos advierte sobre la muerte del Padre (la ley y la castración) y el arduo camino de la liberación femenina en el siglo pasado, pero sin decir una palabra, naturalmente, sobre, la dictadura de lo políticamente correcto. El texto concluye en un magnífico examen de Jessica Jones, esa joya de la Marvel.

En la página 58, el erudito propone: "...la obra maestra del género -hasta ahora- se llama de The Wire". Y en las páginas siguientes compone un ditirambo de la creatura de HBO. Puede ser. El autor de esta nota, no obstante, coloca en la cima a las tres temporadas de Fargo: 

http://www.laprensa.com.ar/461655-Fargo-la-serie-esa-joya-milagrosa.note.aspx