Mirador político

Capitalismo corrupto

Terminó su mandato un gobierno que demostró que ni los factores de poder ni la sociedad quieren un cambio real para salir de la decadencia. Lo poco que en materia económica hizo, como el levantamiento del cepo cambiario, la salida del `default' o la apertura comercial terminó siendo revertido o está a punto de serlo. Ni qué hablar de cuestiones estructurales como la pobreza que trepó como producto de la casi desaparición del peso o el grave deterioro educativo proveniente de la imperdonable negligencia de dejar en manos del sindicalismo más reaccionario un factor fundamental de progreso.­

Se señaló como un hito que Mauricio Macri haya sido el único presidente no peronista en terminar su mandato desde 1928 cuando completó el suyo Marcelo T. de Alvear. La comparación es inadecuada, porque entonces el peronismo no existía. El problema comenzó dos años después cuando los militares irrumpieron como tutores de la democracia y terminó de convertirse en tendencia histórica en 1943 con la consolidación del `partido militar', ideológicamente concebido por el GOU, logia de oficiales en la que Perón tuvo un papel relevante. En ese punto el curso económico y político del país tomó por el desvío que lo llevó hasta donde hoy se encuentra.­

El gobierno de Macri era una oportunidad de volver al camino del crecimiento sustentable, no ligado a factores transitorios como el precio de la soja o la liquidez de los mercados financieros. De alejarse del capitalismo prebendario arrasado por una crónica corrupción. Esa oportunidad se perdió por diversos factores: errores de gestión, excesivo partisanismo de la dirigencia política, inmanejables pujas sectoriales, etcétera. Pero la causa fundamental fue la falta de voluntad general de cambio. La consigna con la que Macri había ganado las elecciones de 2015 terminó demostrando su naturaleza ficcional. A nadie importa la libertad económica o la transparencia. Especialmente no les importa a los factores de poder. Los empresarios siguieron invirtiendo lo menos posible y reclamando la maximización de su renta. No quieren competir, exigen un mercado cautivo, subsidios ruinosos para el resto de la sociedad y el saqueo de los consumidores. Los sindicalistas blindaron una legislación insostenible que en lugar de proteger a los trabajadores fomenta el empleo en negro, mientras seguían adelante con sus ocupaciones, ya que los más importantes son a la vez empresarios.­

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`STATU QUO'­

El inventario de corporaciones o grupos de interés que quieren preservar sus ventajas es larguísimo, pero el resultado se resume en pocas palabras, inmovilismo, férrea preservación del `statu quo', ultraconservadorismo. Pero este inmovilismo no es sólo deletéreo en términos económicos. En un marco de pobreza en aumento, promueve una feroz puja distributiva, intolerancia y conductas asociales. Conspira contra la convivencia democrática. Este es un problema adicional con el que deberá lidiar Alberto Fernández cuando quede a la vista que sus promesas de campaña son como las de Macri, de improbable realización. Una sociedad habituada a los tironeos y la prepotencia difícilmente se vuelve cooperativa de un día para el otro.­