Siete días de política

Un gobierno heterogéneo y con un liderazgo sin precedentes

El gabinete de Alberto Fernández mostró la fuerte influencia de CFK, que se reservó el Ministerio del Interior y puestos con caja y poder como la Anses, el PAMI o la AFIP. El enigma de Economía.

El martes próximo asumirá por primera vez un gobierno en el que el liderazgo es compartido por el presidente y su vicepresidenta. Esta curiosidad histórica dio lugar a un gabinete heterogéneo que incorporó a representantes de ambos y dejó planteada al mismo tiempo una incógnita: ¿quién tendrá la última palabra en las decisiones de gestión más importantes?

Se trata de una incógnita no fácil de despejar porque el escenario ha cambiado de manera acelerada en las últimas semanas. Alberto Fernández había dicho antes de ganar las presidenciales, más precisamente el 10 de octubre, que Cristina Kirchner tendría "injerencia cero" a la hora de armar el gabinete, pero claramente no resultó así.

Después de que la ex presidenta volviera de Cuba, lo citó al Instituto Patria y las cosas cambiaron. Comenzaron a circular los nombres de futuros funcionarios ligados a la gestión de CFK o a La Cámpora, lo que obligó al presidente electo a revisar su discurso para los medios. El 3 de diciembre prometió respecto del gabinete que "van a ver que Cristina no lo llenó de nombres propios". No lo habrá llenado pero lo completó bastante en especial en carteras decisivas, como el Ministerio del Interior, o en organismos de "caja" o de fuerte control de información sensible: la AFIP, la DGI, la Anses, el PAMI.

Este giro describe el afianzamiento de un liderazgo bicéfalo, fenómeno inédito en un sistema fuertemente presidencialista y personalista como el nativo. También dio lugar a un debut poco favorable para Fernández. No sólo porque terminó retrocediendo, sino por la demora en armar el equipo de gobierno que mantuvo a la economía parada durante cuatro meses, produjo un fuerte desgaste a protagonistas que fueron descartados: Martín Redrado, Guillermo Nielsen (expelido a YPF) o Roberto Lavagna, por sólo nombrar a algunos, y melló la autoridad del presidente electo.

Estos cabildeos no se produjeron, además, en un marco económico favorable. En ese plano resultó ilustrativa la decisión de mantener en el misterio hasta último momento los nombres de los encargados del área económica. Estaban confirmados los responsables de la cartera de equidad o de cultura, pero se ignoraba quién iba a negociar con los acreedores una inevitable reestructuración de la deuda, trámite del que depende el futuro de la economía.

El problema más apremiante quedó en el último lugar porque se trata de una decisión delegada a Fernández. Será para él toda la responsabilidad sobre las decisiones de mayor costo político. Ese es el precio de haber sido elevado a la Presidencia de la Nación por el dedo de Cristina Kirchner.

El viernes se confirmó que la tarea de lidiar con la deuda recaería en Martín Guzmán, un académico de perfil "progre" y sin conocimiento del primer mundo financiero. Encarará su crítica misión sin contactos con los inversores locales y extranjeros. Se presume que llevará adelante la idea de Alberto Fernández de no pagar la deuda por los próximos dos años a la espera de que la economía vuelva a florecer. Para reforzar el misterio Fernández aseguró que ha estado negociando "silenciosamente" con el FMI "desde hace semanas". Pidió que los ciudadanos se "queden tranquilos".

Un nuevo default declarado unilateralmente como ocurrió en 2001 tendría pésimas consecuencias macroeconómicas. Nadie pone en duda que la sustentabilidad de la deuda es condición fundamental para la recuperación de la economía. Se estima que Mauricio Macri entregará un Banco Central con 9 mil millones de dólares de reservas a los que podrían sumarse en 2020 otros 7 mil. Si esa proyección se cumple, todavía faltarán unos 4 mil millones para pagar los 20 mil millones que vencen el año próximo.

Pero ese no es el único cálculo que hacen los mercados. Hay quienes señalan que entre enero y mayo vencen 13 mil millones de dólares por lo que la renegociación no se puede demorar.

Ese es de todos modos sólo uno de los problemas que enfrentará el equipo económico de Fernández. Sin acceso al crédito, con déficit fiscal, caída de la actividad y una inflación del 50%, debe combatir en varios frentes simultáneamente. Se espera que aumente la presión fiscal y la emisión, pero ambos recursos tienen efectos positivos limitados y negativos ilimitados. Podrá descargar parte de la responsabilidad en la "herencia", pero ese relato lo consumen sólo los incondicionales. Para el resto deberá dar buenas noticias a corto plazo.