Se celebrará el próximo sábado el "Día de los Cafés y Bares de Buenos Aires"

¿Qué sería de la política argentina sin el Café?


Por Diego Barovero *


Si existe una actividad humana cuya existencia depende de modo casi imprescindible de la existencia de cafés, bares y confiterías es la militancia política.
Es que el café, por definición, invita al encuentro y al diálogo; ofrece el contexto apropiado según las características del lugar y a la vez un marco intimista para esas charlas, a veces inacabables, que caracterizan el mundillo político. El político es por definición, por vocación y por convicción un hombre o mujer de café. En ellos desarrolla gran parte de su actividad cotidiana y la elección del café, el bar o la confitería en que se establece define a que tipología de político pertenece.

Es probable que haya sido la tradición hispana que trajo consigo a estas tierras la vigencia de estos ámbitos de reunión que, con variadas características, congregan no sólo al habitué o al ocasional transeúnte que hace un alto en determinado momento del día, sino a aquellos que recalan en sus mesas con la concreta misión de llevar a cabo una reunión en la que deberá convencer al otro o quizá acordar un marco civilizado para dirimir sus diferencias.

ALBORES DE LA PATRIA
Desde los albores de la Patria cuando se proyectaba nuestra Revolución o su posterior trayectoria como Nación independiente, los cafés céntricos tuvieron que especial protagonismo.
Ya en el Café de Marco (Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo) o en el Café de los Catalanes (Saavedra, Alberti, Azcuenaga, el Dean Funes) nuestros patriotas elaboraban en secreto sus planes emancipadores. De allí que el café porteño está presente de modo categórico en la vida política argentina desde nuestra emancipación.

No pocos de los más encumbrados dirigentes o lideres políticos hicieron culto de la tertulia en diversos cafés que llevan hasta nuestros días, aquellos que lograron sobrevivir a la piqueta del progreso o la tiranía de la moda, su tradición política.

Los cafés fueron puntos de referencia ineludibles en tiempos de convenciones radicales o congresos socialistas o peronistas albergando en aquellos situados en cercanías del punto de reunión a los distintos grupos que, primero concentraban sus fuerzas y contaban los "porotos" para después cruzarse a otro café para interactuar con otras fracciones internas y comenzar el interminable oficio de la "rosca", hasta alumbrar el acuerdo de unidad o de mayorías que consagre una nueva conducción partidaria o las apetecibles candidaturas a cargos electorales.

Las cíclicas internas de las fuerzas políticas tradicionales también tenían su desarrollo en las mesas de café cercanas a los comicios, adonde el caudillo barrial sentaba sus reales, repartía en mano las boletas a sus adeptos o bien "meloneaba" al indeciso hasta ganarlo para su causa.

En el viejo Café de Los Angelitos -Avenida Rivadavia y Rincón- solieron actuar los payadores Gabino Ezeiza y José Betinotti, leales adictos a la causa de Leandro Alem. Y los cafés de La Boca -aunque algunos ya no estén- fueron lugares clave de concentración de la campaña de 1904 en la que un joven Alfredo Palacios ganó por primera vez una banca de diputado para el Partido Socialista. El tradicional Gran Café Tortoni fue el lugar elegido por el presidente Marcelo T. de Alvear para hacerse una escapada junto a su esposa Regina Paccini para participar de su Peña junto a Quinquela Martín, Alfonsina Storni, Francisco Luis Bernardi, Baldomero Fernández Moreno y Juan De Dios Filiberto, entre otras grandes figuras de las artes.

En una mesa de la desaparecida confitería El Foro, situada en Avenida Corrientes y Uruguay, un joven y politizado Jorge Luis Borges, conmovido tras su lectura, decidió prologarle a Arturo Jauretche su poema "El Paso de los Libres" que relata en verso la fallida revolución radical correntina de la Década Infame. Y pocos años más tarde, en alguna mesa Homero Nicolás Manzione poeta y político escribió la lista de los que fundarían FORJA: Luis Dellepiane, Arturo Jauretche, Juan B. Freitas, Gabriel del Mazo, entre otros.

En aquellos tiempos difíciles, los habitués de los cafés del centro porteño estaban familiarizados con la patriarcal figura de un anciano con tupida y cenicienta barba que con su valijita correteaba Anilinas Colibrí para ganarse la vida ya que había renunciado a la pensión que le correspondía como ex vicepresidente de la República. Era don Elpidio González que aceptaba de buen grado la invitación de un sensible parroquiano a tomar un café con leche.

Desde julio de 1936 los bares de la Avenida de Mayo fueron epicentro de las disputas entre ambos bandos de la Guerra Civil Española. Los republicanos del Iberia (Antes "La Toja") y los franquistas de El Español se trenzaban en batalla campal sobre la calle Salta, que era una lábil frontera incapaz de contener el odio entre las facciones.

Y durante muchas décadas la magnífica Confitería El Molino -actualmente en pleno proceso de restauración y puesta en valor- fue testigo fiel y silencioso de miles de reuniones que definían el destino de una votación en el vecino Congreso o refugio de algún diputado opositor perseguido en tiempos del peronismo. También fue blanco de tiroteos como el que se produjo entre revolucionarios y radicales el fatídico sábado 6 de septiembre de 1930 en las horas previas al primer golpe de Estado argentino.

El Café Margot en Boedo y San Ignacio creador del mítico sándwich de pavita, fue por eso visitado especialmente por el presidente Juan Domingo Perón que se hizo llevar por su comitiva para darse el gusto de probarlo.

No pocas veces el presidente Arturo Umberto Illia, salía con discreción de la Casa Rosada para evitar la custodia y darse el gusto de tomar un café en alguno de los tantos cercanos a la Plaza de Mayo.
Con la restauración de la normalidad constitucional democrática en 1983, los bares y cafés linderos al Congreso vivieron gran esplendor con sus salones llenos de legisladores, asesores, partidarios y "mangueros" en busca de conchabos o gauchadas.


* Presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano.


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CREDITO: Gustavo Carabajal

El Café Margot en Boedo y San Ignacio creador del mítico sándwich de pavita, fue por eso visitado especialmente por el Presidente Juan Domingo Perón que se hizo llevar por su comitiva para darse el gusto de probarlo.


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Credito: Gustavo Carabajal

El político es por definición, por vocación y por convicción un hombre o mujer de café.


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El tradicional Gran Café Tortoni fue el lugar elegido por el presidente Marcelo T. de Alvear para hacerse una escapada junto a su esposa Regina Paccini.