El comercio, la gran palanca

Sin crédito entrante, y con fuertes compromisos de pago con los bonistas y con el Fondo Monetario Internacional; sin invesiones, el único camino para obtener dólares pasa por acrecentar las exportaciones. No hay mucho más que eso en la Argentina que viene.

El comercio ha sido la gran palanca que puso en marcha a la humanidad, allá lejos y hace tiempo. De eso se trata también este 12 de octubre que ha cambiado de piel para ser visualizado como el día del Respeto a la Diversidad Cultural, una amistosa vuelta de tuerca que deja atrás aquel concepto de superioridad étnica que significaba el Día de la Raza.

De eso se trata el viaje de las tres carabelas de Colón, de la búsqueda de nuevas rutas para comerciar con Oriente. En este plan se incriben las posteriores travesías hacia el sur, el hallazgo del paso interocéanico, la remontada por el Pacífico, la conquista.

En esto de expandir mercados podemos contar también las largas caravanas por el desierto; la ruta del seda, que China ha decidido relanzar, versión siglo XXI; las invasiones inglesas; el tendido del ferrocarril; los avances tecnológicos de todo tipo; la revolución de las comunicaciones; las técnicas de marketing. Hoy el mundo es un gran mercado, una plaza adonde todo se compra y se vende.

Y aquí está la Argentina, 527 años después de que Cristobal Colón posara sus pies sobre la arena caribeña, tratando de desentrañar su incierto futuro. Y en lo que viene el comercio será una pieza clave, tanto en sus formas hacia el exterior, como en lo que hace al consumo interno. Es acá donde, sin embargo, el camino parece bifurcarse.

Vale primero plantear el escenario actual, más allá de quién finalmente triunfe en las elecciones presidenciales. Lo cierto es que la Argentina es hoy en día un país quebrado, endeudado en múltiples frentes, sin crédito en el mercado internacional. Por allí no vendrán más divisas.

Por el lado de las inversiones habrá poco y nada. Tal vez puedan concretarse intervenciones puntuales, casi quirúrgicas, en sectores de alta rentabilidad como el energético, fundamentalmente en Vaca Muerta.

La recesión pertinaz ahuyenta a los capitales. Si no vinieron en el comienzo de la gestión Macri, una administración amigable para con el sector empresarial, mucho menos lo harán ahora. No llegarán porque han probado la ineptitud del equipo económico de Cambiemos, el mejor de los últimos 50 años, y sobre todo porque le temen al kirchnerismo.

Sin crédito entrante, y con fuertes compromisos de pago con los bonistas y con el Fondo Monetario Internacional; sin invesiones, el único camino para obtener dólares pasa por acrecentar las exportaciones. No hay mucho más que eso en la Argentina que viene.

Del comercio exterior vendrán los ingresos que harán menos doloroso el ajuste que todos consideran inevitable. La gestión Macri puso el acento allí desde el comienzo y, en este caso, no le salió del todo mal. La eliminación de los cupos para exportar cereales disparó la siembra de trigo y promovió las cosechas record. Abrió, además, la puerta grande del mercado chino, adonde hoy va a parar el 73% de la venta de carnes argentinas al exterior.

Al final del mandato el superávit comercial estimado sería de u$s 14.000 millones, números positivos que se forjaron al calor de la fuerte devaluación del peso y el desplome de las importaciones. El Gobierno, sin embargo, se jacta de haber abierto 170 nuevos mercados en tres años, algo que resulta una falacia. Como alguna vez explicó el experto Marcelo Elizondo, "se abrieron 170 nichos comerciales para 170 productos argentinos. La Organización Mundial de Comercio tiene 160 integrantes, con lo cual mal se pudieron haber abierto 170 nuevos mercados".

Es dable pensar que si en esta Argentina de realismo mágico, donde nada puede darse por descartado, Mauricio Macri lograra forzar el balotaje y el 10 de diciembre lo encontrara nuevamente sentado en el Sillón de Rivadavia, el camino sería el mismo. Impulsar el comercio exterior por sobre el desarrollo del mercado interno.

¿Pero qué ocurrirá si, en cambio, el nuevo presidente de la Nación es Alberto Fernández? El candidato ha dejado en claro que su prioridad será poner en marcha la economía a través de la producción y el comercio para salir del pozo de la recesión.

Aunque el futuro es incierto, el archivo kirchnerista permite vislumbrar que la mayor parte de las fichas estarán puestas sobre el tablero del mercado interno.

Fogonear el consumo fue un estandarte del gobierno de Cristina Fernández y todo indica que será también un mandato para AF. Nuevamente, sin dinero ni capacidad de financiamiento, la estrategia debería montarse en ampliar la emisión monetaria, lo que nos llevaría a caminar por la cornisa del incendio inflacionario. El riesgo es grande y las alternativas, escasas.

El manual K tenía como eje el abastecimiento del mercado interno como prioridad número uno, y la exportación del remanente. El objetivo era evitar que los precios internacionales terminaran por marcar la cancha en el plano doméstico, desengancharlos de alguna manera del tren global. Macri, en cambio, puso esta lógica patas para arriba.

Más allá de esto, producir y comerciar, afuera y adentro, intercambiar y generar empleo es la senda a transitar, superando el encono de los esquemas ideológicos. Será la palanca que nos ponga en movimiento, ahora que soplan vientos de ajuste en la Argentina que viene.