Acuarelas porteñas

Oleada modernista de edificios inaccesibles

 

Razones circunstanciales me llevaron a concurrir a uno de los modernos edificios que se encuentran en la calle Salguero, antes de las vías del ferrocarril Mitre. 
Debo confesar que en los últimos diez o más años, sólo fui por allí al centro comercial de la zona circundante al Malba, el reconocido Museo de Arte Latinoamericano. Ese espacio cultural lo he frecuentado con mayor habitualidad, pero en ambos casos no me adentré en las laberínticas calles del Barrio Parque, al que suponía todavía un reducto recoleto de residencias y embajadas, exclusivo para habitués de la zona o usuarios de confiables GPS. 

Ante mi sorpresa existe un despligue notable de la actividad inmobiliaria en esta zona, donde el metro cuadrado debe ser uno de los más caros de la Ciudad. 
Los desarrollos urbanísticos son de estilo estadounidense: torres de variada magnitud, algunas de ellas superando alturas convenientes, que transforman el área en una suerte de fortín amurallado, negocios diversos en la zona de ingreso, con lugares para espera y amplias cocheras. Un fenómeno similar es posible advertir en la los edificios que integran la nueva costanera de Vicente López, en la continuidad provincial de la franja ribereña. 

ESCALINATAS DE TERROR

Pero una de las características que más despierta la atención son las empinadas y extensas escalinatas que permiten el ingreso a las torres. El ángulo y largo de las mismas parece haber sido elaborado por un equilibrista, ya que exigen además de un esfuerzo sólo apto para cuerpos entrenados, mantener una atención sin margen de error alguno, tanto para ascender como para descender. 

En este último caso, ya se cuentan con algunos antecedentes de consideración, con caídas, torceduras, esguinces e incluso una tragedia como la ocurrida hace un par de años en Puerto Madero, cuando la integrante de un estudio jurídico falleció al tropezar en su salida de una fiesta de fin de año celebrada en el Faena Art, reducto iconoclasta y de moda en el barrio más nuevo de la Ciudad. Esa misma sensación de vértigo e inseguridad que habrá sentido la víctima antes de caer, se está trasladando a toda la Ciudad de la mano de diseñadores y arquitectos de estas modernas moles, tal vez propiciadas por el permisivo y flamante Código Urbanístico porteño de reciente sanción. 

Aún recuerdo las arduas y laboriosas negociaciones que debió afrontar el numen del Malba, Eduardo Constantini, para lograr una normativa de excepción del tan vilipendiado Concejo Deliberante, luego Legislatura, para lograr la aprobación de su proyecto, porque excedía los dos pisos permitidos en la zona.
Finalmente, esta nueva oleada modernista de edificios inaccesibles, que se complementa con controles a distancia, verificaciones diversas y otras exquisiteces futuristas, deja nuevamente de lado a un amplio espectro de la población: los discapacitados (transitorios y permanentes), que circulan cotidianamente por la Ciudad. 

PARAISO CON AMENITES

¿Durante tantos años se debatió la construcción de rampas en los edificios de propiedad horizontal, para llegar a este panorama de nuevas barreras arquitectónicas? "Cuando bajan al subsuelo con el auto, desde la cochera hay ascensor directo", me informa el habitante de una de estas viviendas paraíso con amenites, como rezan las publicidades inmobiliarias. 

La ciudad es de todos, no solo de quienes pueden vivir en estos paraísos artificiales postergando a los demás pero especialmente a quienes por algún motivo tienen dificultadas para trasladarse. 
Quizá sea tiempo de revisar los planes del gobierno de la ciudad para la compra y categorización de terrenos públicos, el otorgamiento de concesiones en materia de desarrollo urbano, y finalmente, el mismo Código Urbanístico. 

Sin olvidar las normas transgredidas con el sector de discapacidad, como la integración del 10 por ciento de la planta de empleados públicos, cuestión jamás respetada por autoridad de administración alguna. Mientras tanto, amigo rengo, fracturado o en silla de ruedas, abstenerse de concurrir a algunos barrios porteños, con acceso restringido. Al menos que tenga automóvil. Cruel paradoja en estos tiempos tan estrepitosamente inclusivos.