Buena Data en La Prensa

Llegó el momento de detener la marcha y de tomar decisiones

Todos tenemos una historia de vida. Una que se ve y otra que no. Arrastramos creencias, ideas, mitos y sucesos que fueron marcando nuestro carácter.

En esta época en la que muchas cosas cambian aceleradamente, detenernos a reflexionar sobre nuestra historia profunda y sobre el sentido de nuestra vida, es fundamental para saber dónde estamos parados y si estamos conformes con el camino elegido. Seguramente, habrá cosas que nos cueste reconocer, pero es bueno detenernos a profundizarlas, en un ida y vuelta sincero con nosotros mismos.
Los que ya superamos la mitad de nuestra existencia, nos damos cuenta que ciertas cosas que nos decían nuestros padres y abuelos eran ciertas. "Cuando te quieras dar cuenta vas a ser grande".

Después de los 45 o 50 años el tiempo parece que vuela. Más en esta era de la inmediatez. Todo se acelera. Nos ponemos ansiosos. A veces la vida urbana, pareciera que transcurre como si estuviéramos en un auto circulando por una ruta a 120 km por hora. Cuando bajamos un cambio y disminuimos la marcha, sentimos que nos detuvimos y que no vamos a llegar más a nuestro destino.

EL SINDROME DE ESTOCOLMO
En esto de preguntarnos lo que deseamos para nosotros, para nuestra familia y los que vendrán, como para la sociedad en su conjunto, surge el pensamiento político. ¿Qué esperamos que hagan de ahora en más los dirigentes políticos? Ellos son los que van a influir positiva o negativamente en nuestras vidas y en la de nuestros descendientes.

Dado el resultado de las PASO pareciera que las preferencias de la gran mayoría de los ciudadanos, se inclinó por las opciones que vienen ejerciendo el gobierno desde hace varios años. Gobiernos que no han podido estabilizar ni social ni económicamente a la Argentina, como tampoco han logrado cerrar la famosa "grieta" que generaron unos y no supieron terminar otros. 

El 80% de los votantes por amor, por miedo o por bronca se expresaron eligiendo a las alianzas que vienen ejerciendo el poder. Una estuvo 12 años y la otra cerca de cumplir 4. Ninguna de ellas logró solucionar los temas mencionados con anterioridad, ni tampoco explicar qué medidas van a tomar para mejorar la situación o solucionarla.

La decadencia social y educativa que experimenta nuestro país y los malos resultados económicos, me llevan a pensar que la mayoría de los votantes podrían haber sido afectados por el famoso "Síndrome de Estocolmo". Ese vínculo afectivo que se establece entre los rehenes y sus captores.

Los que trabajamos y producimos, estamos siendo rehenes de un Estado voraz impositivamente y superpoblado en la mayoría de sus estamentos tanto nacionales, como provinciales.
Quizás tendremos que preguntarnos cosas que no queremos o que no nos animamos por que suenan a que no hay solución ni vuelta atrás. Con sinceridad, ¿Pensamos en el bien común o solamente en cómo nos va? ¿Creemos que participando solo con el voto vamos a lograr un buen gobierno? ¿Creemos que somos capaces de resolver los problemas del país? 

PARAR Y CONTEMPLAR LA VIDA
La militancia política genera pasiones. A algunos los enceguece. Vemos a nuestro candidato como "el salvador de la patria". A veces, en vez de adversarios surgen enemigos, a los que hay que atacar sea como sea. Afiches, pintadas, mensajes en radio y televisión y las imparables redes sociales, se tornan durante la campaña casi inaguantables. En países inestables como el nuestro, los períodos electorales suelen presentarse complicados económica y socialmente.

El ciudadano medio tiende a desentenderse de la política. Decide su voto en gran medida emocionalmente y por cómo le está yendo a su economía. Básicamente apuesta a que el candidato a votar le mantenga o le mejore esto último. Otros también piensan en la libertad y en el funcionamiento de las instituciones.
Lo que quedó claro en estas PASO es que la gran mayoría apostó por lo conocido. Viéndolo desde afuera, cuesta comprender ese apoyo masivo a dos fuerzas que en lo económico y en lo social no cumplieron con lo prometido. La única explicación es el predominio del voto emocional.

Todavía estamos a tiempo. Faltan casi dos meses para las elecciones presidenciales. Si seguimos eligiendo lo mismo, si seguimos teniendo gobiernos a los que les cuesta tomar decisiones para cambiar de raíz el triste derrotero, que desde hace algo más de 70 años ha tomado el país, que incluyen 36 años de gobiernos elegidos por el pueblo que nos trajeron a esta situación, seguiremos muy complicados. Creo que llegó el momento de detener nuestra marcha y tratar de contagiar a los nuestros a hacerlo. A tomarnos un tiempo, aunque sea unos minutos en el día, en soledad o en familia, el que cada uno necesite para reflexionar sobre lo que decíamos al principio. Para luego retomar la ruta (que seguramente va a tener baches), para reiniciar nuestra marcha a una velocidad que nos permita disfrutar de lo que estamos haciendo, y tener en claro cuál es el mejor camino para nosotros y el porvenir de nuestra querida patria. 


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