Buena Data en La Prensa

Tiempo de sinceridad y coherencia

"Con la democracia no sólo se vota, sino que también se come, se educa y se cura". ¿Se acuerdan? A 36 años de aquella célebre frase de Raúl Alfonsín, pudimos comprobar que no ha curado, educado, ni solucionado la pobreza. De todos modos, la entendemos como la mejor forma posible de convivencia y de legitimación del poder que hemos encontrado hasta ahora en nuestro país.

Desde 1983 la popularidad de la palabra "democracia" creció exponencialmente. En los medios y en la calle todo pasó a ser democrático: aulas democráticas, reuniones democráticas, familias democráticas, medios democráticos. Nos llenamos la boca endiosando al sistema que permite que los ciudadanos elijan libremente a sus gobernantes. ¿Realmente surge del corazón o es simplemente una de las expresiones "políticamente correctas" a las que fuimos acostumbrándonos?

UNA PALABRA POLITICAMENTE CORRECTA
Pareciera que el término no se toma con suficiente hondura. La realidad muestra que a gran cantidad de ciudadanos no le preocupó votar candidatos que estuvieran procesados, a delincuentes comunes o a "panqueques". Muchos de esos millones que salieron a defender las 2 vidas en las calles, tampoco tuvieron problema en votar a candidatos que están a favor del aborto y de la ideología de género. Los políticos se la pasan hablando de la defensa del medio ambiente, pero seguimos utilizando millones de kilos de papel para emitir nuestro voto.

En estos días llegaron relatos casi inverosímiles de quienes votaron "lo que había" porque no encontraron boleta (sin pedir ejercer su derecho en el Cuarto Oscuro Complementario), o quienes involuntariamente anularon su voto por elegir candidatos de distintos partidos para la misma categoría. Es triste y desconcertante.

Más allá de la boleta elegida, resulta impactante constatar que las mismas personas que hablan loas del sistema democrático, no se interesan por informarse sobre lo que piensan o proponen los candidatos, o que pese a haber participado en varios procesos electorales, no conocen cuestiones básicas sobre como sufragar y no dedican tiempo para formarse como ciudadanos. 

SINCERARSE
Todas las personas somos diferentes, esa es una maravillosa e indubitable realidad. Cada uno valoriza de manera distinta sus ideales, jerarquiza su tiempo y establece sus necesidades de acuerdo a una escala de prioridades personales. Esto forma parte de la expresión de nuestra individualidad. Todo bien, pero para ser coherentes con nosotros mismos, sería mucho más simple sincerarnos y decir -y decirnos- la verdad profunda.

Quizás algunos deban confesarse a sí mismos: "realmente el bien común no me interesa lo suficiente como para implicarme en una acción concreta que me haga salir de mi zona de confort". Es duro; pero es necesario. Todos tenemos 24 horas en el día que ocupamos como elegimos. Destinamos nuestra vida y nuestro tiempo a lo que queremos. Es cierto que algunos tendrán necesidades más acuciantes que otros, herramientas diversas y mejores o peores condiciones. Pero todos tenemos 24 horas en el día.
El compromiso puede ser vivido en diferentes profundidades, desde una adhesión intelectual, una militancia activa o una total encarnación. El compromiso verdadero supera el acuerdo intelectual o la acción. Se dirige desde lo más profundo de la propia interioridad hacia los demás.

NO ES LA ECONOMIA, ESTUPIDO
Si bien es cierto que la economía se rige por leyes universales de mercado, es también una ciencia humana. Nada de lo humano es indiferente a los valores. La ética y la economía están emparentadas. Nuestro país atraviesa manifiestamente un grave problema económico, al que seguramente hay que atender, pero la raíz está en la decadencia moral y educativa. Los valores a los que, como sociedad fuimos adhiriendo en los últimos tiempos, no se ajustaron a una escala de valores objetiva. En fin. Priorizamos lo que no valía tanto. Y dejamos de lado lo esencial.
De nada o poco sirve ir apagando incendios si mantenemos a los piromaníacos sueltos..y les regalamos fósforos.

No dejemos la formación del ciudadano para último momento. Tenemos algunos días hasta el 27 de octubre, en que serán las elecciones generales, y se decidirá gran parte de nuestro proyecto de país. 
La campaña de miedo se transformó en una campaña de terror. Con el terror ya no se piensa racionalmente y puede devenir en pánico. Con el miedo sobrevivimos, el pánico paraliza.
Por eso, frente al resultado de las PASO, un consejo, al mejor estilo de los libros de autoayuda: respirar lenta y paulatinamente y no dejarse llevar por las emociones, pensar en el bien común de las próximas generaciones y...¡Viva la patria!.


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