Rolando Villazón jugó de local

Debutó en el país junto a Daniel Barenboim y con repertorio latino.

 

Rolando Villazón (tenor) y Daniel Barenboim (piano). Programa con canciones de Manuel de Falla, Fernando Obradors, Silvestre Revueltas, Carlos Guastavino, Alberto Ginastera, Alberto Nepomuceno y Luis Antonio Calvo. Concierto en el marco del Festival Barenboim, en la Sala Sinfónica del CCK, el viernes 2.

El tenor mexicano Rolando Villazón, nacido en 1972 en la capital azteca, llegó por primera vez a nuestra ciudad en el marco de Festival Barenboim que se desarrolla en la Sala Sinfónica del CCK, en su quinta edición. Conocido animador de las actividades operísticas internacionales desde hace dos decenios, en prestigiosos escenarios, su carrera tomó también un sesgo versátil últimamente, a partir de una operación de laringe que causó una interrupción de su frecuente labor en los teatros líricos, incorporando la dirección escénica y otras actividades como publicaciones y apariciones diversas que fueron dando testimonio de su labor artística.

Por lo tanto, era muy esperada esta presencia, que el público saludó de entrada, cuando acompañado del maestro Daniel Barenboim (a quien tributó sentidas palabras de agradecimiento) al piano ocupó el escenario de la Sala Sinfónica.

Un programa íntegramente orientado a la canción de cámara española y latinoamericana fue entonces el motivo de esta sesión, comenzando con las célebres "Siete canciones populares españolas" de Manuel de Falla, quien, como es sabido, oriundo de Cádiz, se radicó en nuestro país hacia fines de su carrera afincándose y muriendo en Alta Gracia en 1946, donde permanece la Casa-museo Falla.

Tradicionales piezas para voz y piano que fueron seguidas por otra serie de "Canciones clásicas hispanas", del compositor catalán Fernando Obradors, donde destaca siempre la finura de "Del cabello más sutil", interpretada con marcado estilo. De ahí que toda esta primera parte mostró al cantante manejando su fraseo intencionado y expresivo, con dominio del género y sensibilidad, en un órgano fonatorio algo destimbrado en su color tenoril lírico de otrora, pero siempre afecto a una expresividad vocal y gestual, denotando su dilatada experiencia escénica.

LO NUESTRO
Fue creciendo Villazón a partir de la segunda parte del concierto con las "Cinco canciones de niños" del compositor mexicano Silvestre Revueltas (un representante clásico del país azteca) y pasó luego a lo nuestro, la selección dedicada al cancionero argentino, con el santafesino Carlos Guastavino (tan especialista en la música de cámara) y la siempre emblemática "Canción al árbol del olvido", de Alberto Ginastera, que rescata la "vidalita" dentro de nuestro tradicionalismo popular, Canciones del brasileño, nacido en Fortaleza y fallecido en Río de Janeiro, Alberto Nepomuceno ("Coraao triste") y del colombiano Luis Antonio Calvo ("Gitano") fueron cerrando una intervención donde la fusión del intérprete y el pianista denotaron siempre una impecable aleación del canto con el instrumento. en las manos del creador del Festival.

El numeroso público (y efusivo también) a la hora de los encores esperaba algunas arias conocidas, pero allí Villazón se orientó primero a otro ejemplo clásico de Guastavino como "La rosa y el sauce", y cerrando ocurrentemente con el popular tango "Mano a mano", de Gardel y Razzano, con texto de Celedonio Flores, donde el tenor mexicano se apoyaba visualmente en una hoja que trajo a mano y que generó un hilarante encuentro con un público que lo recibió con efusivo afecto.

Calificación: Muy bueno