Macri, la división del PJ y el sorpresivo "gambito Pichetto"

Siete días de política. El senador no aporta votos, pero suma gestión política para atraer peronistas. Es además bien visto por el "establishment" en una elección que definirá la economía. Massa volvió con CFK

En la apertura de la partida electoral Mauricio Macri ensayó un gambito exitoso. Con todos atentos al acuerdo Cristina Kirchner-Massa, incorporó a su fórmula a Miguel Pichetto lo que mejoró su situación en el tablero. Se espera que el rionegrino atraiga a más dirigentes del PJ en una elección inevitablemente polarizada y pareja.

El senador tuvo una recepción espectacular por parte del poder económico (bajaron el dólar y el riesgo país y subieron los activos argentinos) y oxigenó a un gobierno encerrado en sí mismo, desorientado y sin salida. En una elección que depende en gran medida de la estabilidad o de la turbulencia de la economía, no hay mejor noticia que la aprobación de los mercados, aunque sea transitoria. Esa fue la señal alta y clara que envió el poder económico.

La reacción fue exageradamente optimista, como la crisis del dólar había sido también exageradamente pesimista. Pero esta vez las noticias fueron buenas para la Casa Rosada y tanto Massa como Cristina Kirchner quedaron literalmente borrados del escenario mediático.

La jugada con Pichetto fue un golpe para la ampliación del peronismo que ensayaba Cristina Kirchner. La ex presidenta jugaba a romper Alternativa Federal, el sello de los peronistas anti K que podía sacarle votos. Por eso aceptó reclutar a Massa, a pesar de la animadversión que se profesan.

Pero el presidente se le adelantó y dinamitó al peronismo alternativo al incluir a uno de sus promotores en su boleta.

El senador no tendrá votos propios, pero aporta gestión política, intentará reclutar al peronismo anti K y es un vocero eficaz en los medios. Un vocero políticamente incorrecto, lo contrario de los radicales que no saben dónde ponerse cuando les toca defender a Macri. A Pichetto eso no le pasa porque es peronista; no necesita sobreactuar populismo.

El otro activo fundamental del rionegrino es su perfil marcadamente antikirchnerista. Su discurso profundiza la polarización y el mensaje es: la fórmula Fernández de Kirchner-Fernández nos hace retroceder al momento en el que estábamos a punto de convertirnos en Venezuela.

En pocas palabras es un ejemplar de ese peronismo conservador y pragmático que representa el adversario más duro del populismo. Por eso su recepción por parte de los empresarios en el coloquio de IDEA en Vaca Muerta fue clamorosa y volvió de su reciente viaje por Wall Street con el apoyo del sector financiero.

Los mismos actores internacionales que apoyan a Macri cada vez que tienen una cámara o un micrófono delante, dieron señales de que la compañía adecuada para el presidente es un peronista de ese perfil en lugar de los poco confiables radicales.

Esa observación fue corroborada por las primeras apariciones públicas de Pichetto. Tras almorzar el viernes con un grupo de dirigentes peronistas que ocupan cargos importantes en el gobierno arremetió contra la candidatura de Axel Kicillof a gobernador bonaerense. Hizo lo que se espera de él, descalificar a Kicillof por sus orígenes comunistas y apelar al voto peronista tradicional para restarle apoyo. Eso sólo lo puede hacer un peronista.

A lo que hay que añadir que al kirchnerismo no sólo le juegan en contra su impronta chavista y sus antecedentes. También lo hacen las dudas que genera la heterogeneidad con que se está preparando para gobernar junto a su líder indiscutida, Cristina Kirchner.

Esas dudas surgen, en primer lugar de la designación de un candidato a presidente sin votos, lo que en otras épocas se llamaba un gobernante títere. Separar el poder formal del poder real es una mala señal para la gobernabilidad y un semillero de conflictos.

Desde esa perspectiva hay también que considerar la incorporación de Sergio Massa, un dirigente que hizo carrera enfrentándose con su ahora aliada. Un escenario de muy probables dificultades económicas en los primeros meses de gestión no es la mejor circunstancia para poner a prueba su precaria noción de la lealtad política.

Para resumir, la partida que abrió Macri con su inesperado "gambito Pichetto" se juega entre dirigentes y factores de poder. En las próximas semanas se empezará a conocer su impacto en el votante común. A partir de ese momento se podrá hacer una evaluación más realista de su eficacia.