La bonhomía del FMI

POR RODRIGO ALVAREZ * 

En una publicación de Joaquín Azaústre para El Día, hay una expresión dedicada al carácter de Manuel Pellegrini (ex DT del Real Madrid), ."esa densidad de hombre tranquilo, más proclive a cierta bonhomía reflexiva que al exabrupto mediático". En esta ocasión tomaremos prestada la descripción para la revisión introspectiva que realizó el FMI.

De uno de los últimos staff reports del FMI se desprende una autocrítica importante. Después de evaluar los programas stand by vigentes entre 2011 y 2017, excluyendo a la Argentina claro está, los técnicos del organismo concluyen que han subestimado los efectos nocivos de las políticas de ajuste fiscal (sobre el crecimiento) y de las depreciaciones de la moneda doméstica (sobre el sendero de sostenibilidad de deuda). En términos de Pérez Azaústre, los técnicos del FMI muestran cierta bonhomía reflexiva respecto a las condicionalidades típicas asociadas a los préstamos otorgados por la institución.

¿Por qué sería esto relevante para la Argentina? En 2022 y 2023 el país enfrenta importantes vencimientos de deuda con el organismo, fruto del adelantamiento de fondos solicitado por la administración Cambiemos. Se requiere entonces una renegociación, ya que no es posible pensar que el país podrá solventar estos vencimientos, los cuales equivalen a la totalidad de las reservas estimadas para fin de año. Dicha renegociación típicamente está asociada a condicionalidades que se revelan de múltiples formas.

Tradicionalmente el fondo requiere "reformas estructurales" asociadas a devaluaciones y más ajuste fiscal. Luego de rever los resultados de los programas entre 2011 y 2017, parece que hay espacio para un refinanciamiento de los vencimientos con otro tipo de condicionalidades, más asociadas a la composición del gasto público; y, por qué no, a una expansión fiscal.

En este informe te contamos cuál puede ser el nuevo menú de opciones para las autoridades que asumirán en diciembre, todas ellas caracterizadas por un espíritu contemplativo impensado para las "viejas" autoridades del Fondo.

DETALLES

Recientemente el FMI realizó, por primera vez, una revisión del diseño y la condicionalidad de los programas de estabilización firmados desde la crisis del 2009. La revisión evalúa el rendimiento del programa entre septiembre de 2011 y finales de 2017. Veamos alguna de las principales conclusiones:

* El FMI ha subestimado los efectos recesivos de las políticas de ajuste, en particular de los multiplicadores de gasto público.

* El organismo debe enfocarse no tanto en el nivel sino en la composición del gasto, priorizando la calidad del ajuste.

* Un tercio de los programas evaluados son de crecimiento mediante una expansión fiscal, típicamente otorgados a países de bajos ingresos.

* El organismo ha subestimado el efecto de una tasa de crecimiento decepcionante y devaluaciones inesperadas sobre la sostenibilidad del sendero de deuda.

* Las reformas estructurales deben concentrarse más en áreas con responsabilidad del Fondo (deuda) y menos en áreas de responsabilidad compartida (reforma laboral).

* Los programas deben tener mayor realismo y ser más graduales.

Todo esto luce impensado teniendo en cuenta la postura rígida del Organismo en la crisis de deuda de los 80" y en el default de 2001. ¿Qué lecciones puede obtener la próxima gestión de este informe a la hora de negociar las condicionalidades asociadas a lo que consideramos debe ser su principal prioridad, renegociar el acuerdo con el FMI? Veamos:

Enfocar el ajuste en la calidad del gasto a precios constantes, eliminando erogaciones corrientes y priorizando las sociales y de capital. Aquí no hay demasiado para hacer teniendo en cuenta el ajuste en marcha; por lo que deberá pensarse en una moderada expansión fiscal financiada en parte con deuda interna, externa y algo de impuesto inflacionario.

Un esquema similar al del 2017 pero con otro nivel de déficit y con otra composición del financiamiento.

En ese momento la idea era que "el crecimiento" licue el gasto como en la mayoría de los procesos de consolidación de economías emergentes luego de la crisis de 2009.

En este marco, relajar algo el programa monetario pasando a un esquema de bandas de agregados y achicando el corredor de las bandas cambiarias. Esto evitaría devaluaciones "decepcionantes" en un marco de moderado crecimiento, todo en pos de la sostenibilidad de la deuda.

Reducir el tamaño de las reformas estructurales que deban pasar por el Congreso, al menos hasta que la economía se encuentre creciendo y estabilizada. Una vez "solucionado" el refinanciamiento del FMI, en un contexto de estabilidad con moderado crecimiento, podrá pensarse en ir emitiendo deuda de manera de evitar pagar las amortizaciones, de ser posible obteniendo un período de gracia en el pago de cupones.

Una tercera etapa involucra reformas estructurales con responsabilidad compartida y un programa de desinflación a través de un accionar conjunto de los tres resortes de la política económica (fiscal, monetaria y de ingresos).

CONCLUSION

El FMI nos está dando una ventana de oportunidad. Hizo introspección y nos dice: ahora es por acá. Este nuevo camino no luce tan espinoso como imaginamos en una primera etapa. El fondo ha dado muestras de ser flexible y tener planes contingentes ante los decepcionantes resultados obtenidos en materia de crecimiento e inflación en Argentina. Es hora de tomar esa bonhomía y transformarla en esperanza para la Argentina. Todo depende de la capacidad de negociación.

El primer paso ya lo dio el fondo al reconocer, en una postura reflexiva sin precedentes, que el ajuste recesivo no es un buen escenario, ni para el deudor ni para el acreedor. El candidato que mejor sepa transmitir esta posibilidad al electorado, creemos, tendrá altas chances de ser gestión en 2020.

* Economista de la consultora Analytica.